capitulo 26

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Me remuevo frunciendo el ceño sintiendo mis extremidades pesadas, mis muslos adoloridos, aprieto mis párpados preparándome para abrir los ojos, despacio los voy abriendo acostumbrándome a la luz que se cuela por las cortinas. Siento un leve sube y baja en mi mejilla entonces caigo en cuenta que estoy sobre el pecho de Daniel que sigue dormido, me sonrojo al ver que estamos desnudos bajo las sábanas y sonrío al empezar a recopilar los recuerdos de la noche y la madrugada.

Recuerdo haber tardado en dormir, pensé en él, en mí, en todo lo que ha traído consigo y sonreí y lloré.

Siempre construyo muros a mi alrededor para que nadie pueda derribarlos, tiendo a alejar a las personas y en especial si existe el riesgo de irrumpir mi neutralidad, muchas veces me cierro, puedo ser grosera y estar a la defensiva. Pero mentiría si dijera que detesto haberle permitido a Daniel saltar varias de esas barreras, porque no es así, para bien o para mal me hace sentir viva. Incluso las primeras veces que solo me fastidiaba, irritaba o molestaba, luego como amigos cuando me seguía en cada locura o contribuía a ellas, sacaba mi espontaneidad. Ahora lo logra aún más como lo que sea que seamos.

Se siente como un poco de luz entre tanta oscuridad.

Observo al hombre que duerme plácidamente, sus facciones relajadas, sus pestañas castañas largas y abundantes - nunca entenderé porque los hombres las tienen mejor que nosotras- su cabello desordenado en todas las direcciones con mechones cayendo hasta sus ojos, con un dedo se lo apartó de la cara lo mejor que puedo. No evito el impulso de deslizar ese dedo por sus cejas, el arco de su nariz, su mandíbula marcada y con mi pulgar delineó sus labios.

Debo parecer una loca obsesionada y esto es muy cursi. Pero no cuenta porque está dormido y no se va a enterar ¿No?

¿Cierto?

Alejo mi mano de su cara pero me quedo detallandolo ¿Son ideas mías o se ve más guapo así? O quizás lo veo con otros ojos, como diría Sara.

Dios, ya me estoy poniendo idiota.

Se remueve y yo me acomodo rápido para fingir que sigo dormida, nerviosa ¿Por que? No lo se. Pasan unos pocos minutos y siento la mano que me rodea la espalda acariciar mi brazo, luego me da un beso en la coronilla, sonrió como idiota.

- Me estaba gustando eso que hacías en mi cara. - Oigo su voz baja y ronca.

Mierda.

No le respondo ni me muevo, quizás si cree que sigo dormida pensara que eso era producto de su imaginación.

- Se que estás despierta.

Hora de fingir demencia.

- No se de qué hablas.

Su pecho se sacude con su ronca y perezosa risa. Toma mi mentón haciendo que levante la cabeza para encontrar los ojos que siempre me hipnotizan, baja su rostro y deja un beso en mis labios.

- Buenos días, preciosa.

Me podría acostumbrar a esto fácilmente.

- Bu-buenos... Días.

Ah claro, mi estupidez empieza apenas abro los ojos. Él sonríe, se acomoda mejor de lado para abrazarme y pegarme más a él, me tenso y seguro que mi cara parece un tomate al sentir todo su cuerpo desnudo pegado al mío.

- ¿Que quieres hacer hoy?

- No me molestaría pasar el día así. - nos señalo. Él eleva las cejas.

- Quiz...- Se corta, luego suspira y se levanta sin importarle desfilar sin ropa frente a mí. Necesito de toda mi fuerza para no escanearlo. - ¿Una vez comentaste que querías conocer New York, no?

Enseñame a Querer Where stories live. Discover now