Extra

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Gemelas.

DANIEL.

Desde el umbral de la puerta veo a Alana corriendo de un lado a otro por la habitación con el teléfono pegado a la oreja mientras termina a alistar la maleta abierta sobre la cama, ahí mismo están la bebés a un lado; Maddison dormida y Allison sacando de la maleta lo que Alana va acomodándo.

- No, bebé. Deja eso.

Intervengo cuando la niña saca un sostén, poniendoselo sobre la cabeza de forma chistosa y ríe huyendole a su mamá que trata de quitárselo. La cargo y le doy varios besos en la cara.

Las gemelas tienen ocho meses y son unas bebés regordetas con tanto cachete que no se les ve el cuello, rollitos en los brazos y piernas, con grandes ojos iguales a los míos y una mata de cabello como el de Alana. Son preciosas y también insoportables, pero así se les ama. Están entrando en esa etapa en que todo les da curiosidad, todo lo ven comestible menos la comida, todo lo quieren y cualquier superficie les parece ideal para sostenerse porque ya gatean y aunque lo hacen mal parece que quieren levantarse a correr.

- ¿Estas seguro de esto? - Me pregunta Alana sin mirarme. - Aún puedo cancelar todo y buscar quién me sustituya.

- Puedo hacerlo, relájate.

Frunzo el ceño con la bebé que me jala duro el cabello, tomo un mechón del suyo y la imito entonces se detiene y me mira molesta antes de jalar de nuevo con más fuerza. Vuelvo a halarle el suyo un poco más duro sin llegar a lastimarla, me suelta y hace un puchero con intensión de llorar, pero no lo hace.

- Si, enana, a papi también le duele.

Alana suspira resignada mirando la escena. Maddy se despereza y estira solo para mirarnos a ambos adormilada, lanzar la piernita en una almohada cercana, un brazo en la dirección contraria y volverse a dormir en esa posición extraña que ella encuentra cómoda.

Alana no se resiste y se acerca a darle un beso en la mejilla sonrojada y con marcas de la sábana.

Vuelve a centrarse en mi en lo que busca no sé que en la mesita de noche y vuelve a sentarse en la cama con los aparatos esos raros que usa para exprimirse la leche de los senos. Las bebés ya las han dejado, pero ella sigue produciendo leche que les deja siempre en teteros y dice que es doloroso cuando no se la saca y que ya ha perdido mucha ropa por manchas de leche materna.

- Como te decía... - Se saca los senos para colocarse los exprime teta esos. Y mi atención se va ahí. - Nunca te haz quedado solo con ambas tanto tiempo, deberías pensarlo mejor.

- Estaremos bien, unas bebés no me van a ganar.

- Seguro...

Me quedo observándola y cada día deja claro que con el tiempo se pone más bonita. Sobretodo su cuerpo que es el que ha sufrido los mayores cambios. Su senos ahora que está dejando de amamantar han crecido considerablemente, sus caderas, sus piernas, está más rellenita y eso solo le resalta más las curvas. Su cabello que antes era una cascada chocolate a lo largo de su espalda ahora le llega por los hombros y tiene unos pocos reflejos rubios. Y no solo ha mejorado físicamente, también ha trabajado su nivel de paciencia, aprendido a controlar un poco su temperamento, su seguridad y autoestima no flaquean, crecen. Cada día es más de admirar y estoy seguro de que no soy el único que la ve de esa forma.

Amo presumirla, que sepan que a mi lado tengo la mejor mujer del mundo y que por el resto de mi vida ahí estará para apoyarnos y retarnos uno al otro.

- Puedes llamar a tu mamá o alguna de las chicas, Sara tiene experiencia y te puede ayudar.

- Puedo solo. Ya verás.

Enseñame a Querer Kde žijí příběhy. Začni objevovat