Capítulo 91

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"Estás siendo irrazonable, así que yo también estoy siendo irrazonable"

"Estás siendo irrazonable, así que yo también estoy siendo irrazonable"

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Se emborrachó, como era de esperarse.

Bian Nan sabía que Wan Fei había pagado la cuenta, así que cuando lo sacó del restaurante y lo arrastró a un lado de la carretera. Solo después de tres taxis, solo el último conductor lo dejó subirse al taxi después de que Wan Fei le prometiera tirarlo fuera del taxi si quería vomitar. El taxi condujo hacia la planta baja de la casa de Wan Fei, quien lo llevó arriba, lo adentró a la casa, habló con la madre de Wan Fei, lo llevó a su habitación y lo arrojó sobre la cama. 

Él sabía todo, de manera clara. Pero sin importar si lo recordaba, no era capaz de colocarse de pie y sentía que iba a resbalarse apenas sus pies tocaran el suelo. 

—Nan-ge —Wan Fei tomó una toalla tibia y le limpió la cara: —¿Tienes ganas de vomitar? te puedo traer una cubeta, pero si quieres hacerlo sobre mi cama, te golpearé. 

—No seas tan altanero conmigo... —Bian Nan frunció el ceño y murmuró de manera poco clara. 

—¿Quieres llamar a Qiu Yi? —preguntó nuevamente Wan Fei, tirando de él para que se sentara y sacarle la ropa. 

—No —Bian Nan se dejó caer sobre la almohada, cerró los ojos y sintió que estaba dentro de una bola giratoria que iba a alta velocidad: —No me molestes, quiero dormir. 

Lo que dijo Wan Fei después de eso, no fue capaz de recordarlo con claridad. No mucho después de haber caído sobre la almohada, se quedó dormido en medio de un torbellino. 

No fue una noche de sueños, solo sintió que ha estado pensando en muchas cosas todo este tiempo, pensando en las palabras de papá Qiu y las de Qiu Yi, que ni siquiera fue capaz de dormir la noche pasada. 

Cuando Wan Fei se levantó por la mañana, la cama tembló y Bian Nan abrió los ojos. 

—¿Qué hora es? —preguntó. 

—Seis y media —Wan Fei se inclinó y lo miró a la cara: —No te ves muy bien, duerme un poco más, yo debo ir a trabajar, ¿tú vas a pedir una licencia?

La madre de Wan Fei quería que fuese admitido en un instituto deportivo, pero Wan Fei colapsó después de haber leído los libros durante medio mes en casa, por lo que fue a un gimnasio de un hermano que se graduó hace dos años, y estaba bastante activo todos los días. 

—No es necesario, —Bian Nan se frotó la frente y se sentó, tomando la ropa que estaba tirada sobre la cama y colocándosela: —Yo también iré a trabajar. 

—¿Estás bromeando? —Wan Fei frunció el ceño: —¿Acaso saber de qué color está tu rostro? 

—Oscura, de todos modos, jamás he sido lo contrario —Bian Nan se colocó de pie y se puso los pantalones: —Ve a buscarme un cepillo de dientes. 

DOS LOBOS Y UN BOLLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora