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Por suerte a esa hora el Donquixote estaba abierto, era un alivio. En la maldita tienda había de todo, literalmente de todo. Bentham llevaba un rato esperando afuera, a las puertas del negocio, sin entender nada. 

Buggy se había ido del local de su madre completamente agotado y rendido, con la intención de llegar a su casa a dormir y nada más. Entonces por qué lo había llamado de la nada para que fueran de compras a esas alturas de la noche. Aún así el chico payaso no le dijo nada más que eso —tengo unas cosas que comprar. 

No fue hasta que Bentham le vio comprando pañales, un biberón, ropa de guagua y un montón de otras cosas para bebé, haciendo que el pelinegro rompiera el silencio.  —¡Recogiste un niño!— Lo tomó de los hombros y lo agitó sin tregua. 

—¡Qué no!— Le gritó Buggy para que lo soltara, estaba cansado. —Es la hija de mi hermano. Ayúdame a buscar lo que haga falta o lo que sea que necesiten los bebés.  

Bon puso cara de mucha preocupación —¿Qué paso?— Todo era tan confuso. 

—No sé. De pronto apareció afuera de mi casa con la niña, además tenía una herida en el rostro— ni él tenía la historia completa pero no necesitó mucha información como para entender lo que había estado sucediendo hasta ahora.  

Bon contuvo su alma de vieja chismosa, era un tema delicado y reciente como para comenzar a interrogarlo solo por la curiosidad, aunque esta fuese mucha. Buggy tenía una expresión aterradora, ya le había contado antes cómo fue que sacó a su hermano de la casa, para el chico ese era un tema complicado, aún estaba resentido, molesto y muy defraudado pero también parte de todo eso lo sentía hacía sí mismo porque sabía que su hermano estaba mal y no hizo nada para detenerlo. 

Él consideraba que ese fracaso era responsabilidad de ambos. Bon estuvo con él por mucho tiempo, apoyando y conversando con su amigo al respecto, y aunque tristemente le había dicho que no, Buggy neciamente no le creía, aferrándose a esa idea. Bentham le ayudó a escoger ropita para la niña. 

—¿Tienes medicina para la herida de su rostro?

Buggy con lo molesto que se encontraba no pretendía llevarle pero Bon tenía razón, existía la posibilidad que la pequeña criatura necesitara también la medicina para algún accidente futuro. Los niños eran inquietos y él no tenía muebles pensados para niños, eso de pronto le incomodó. 

Bentham estaba enumerando las cosas mientras Buggy sacaba cuentas mentales. No fue tanto dinero como contempló anticipadamente, un punto a favor dentro de todo el mal panorama. Fue entonces que miró unas camisas y unos pantalones cortos. —Ese idiota también se fue con lo puesto. 

—Más tarde tendrá que venir él a comprarse ropa, no es como sepas su talla... — Bentham subestimó el grado de cercanía de aquellos extraños hermanastros.

Sin embargo Buggy tomó un par de camisas, pantalones y un pack de calzoncillos mientras Bon lo miraba extrañado. ¿A caso sabía todo eso?—¿Qué? El idiota es un poco más alto que yo. No es difícil de descifrar su talla. 

—Bubu pareces una dedicada esposa en estos momentos.

—¡Maldita sea!— ¡Tenía razón! Pero defendió su punto —Si no le llevo algo, se pondrá mi ropa— en esas circunstancias, compartir con el hermano que echó no era una opción.  

Bentham giró sobre sus talones sonriendo y aprovechó de tomar un paquete de calcetines blancos. —No será la epítome de la moda, pero es mejor a que le huelan los pies. 

—Ese idiota no le interesa la moda, siempre va vestido como un harapiento hippie. Calcetines blancos, veamos cuánto le duran ¡Además siempre le apestan las patas!— se devolvió al pasillo para bebés y trajo mucho talco consigo. —Pobre de la niña si heredara el olor de patas del idiota.  

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now