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Durante ese mismo día, después de la cena y luego de que Uta se quedó irremediablemente dormida en los brazos de Buggy, este sacó un tema muy importante al cual ya no quería seguir dándole vueltas. 

—Tenemos que hablar— le dijo al pelirrojo, quien naturalmente bajó las orejas. Eso en su idioma solo significaban problemas.

Las consecuencias de sus descuidadas acciones por fin le iban a pasar factura. Bueno, al menos estaba seguro que había gozado de unos buenos días de absoluta calma. El pelirrojo estiró sus manos para sacar a Uta —la iré a acostar primero. 

En cuanto volvió, Buggy le puso una taza de té delante suyo. Ese maldito té que significaba que estaba en problemas. Se sentó, iba a aceptar lo que sea que viniese en aquel momento. 

El peliazul lo masticó un poco más ya que para él resultaba sumamente incomodo. Lo miró fijamente  y luego soltó —ah, maldición. No puedo decirlo. ¡Es muy difícil!— Se cubrió el rostro con sus manos enguantadas de blanco. Peleándose con las palabras que no salían de su garganta. 

Por otro lado, Shanks estaba muriendo por dentro. Lo iba a echar, pensó. Segurísimo que se trataba de eso, ya que esa actitud suave de Buggy significaba que había estado planeando cómo decírselo. Finalmente se había hartado de él y su constante acoso. Lo iba a dejar o lo iba a expulsar nuevamente de la casa. Inevitablemente sufrió el sentimiento de abandono antes de tiempo.

Buggy explotó en ese momento, estallando su voz junto con él —¡Te tienes que casar conmigo!— Chilló chocando a la vez con todas las formas mucho más sutiles y más elegantes de decirlo, las que había estado planeando antes de gritar aquella imprudencia.

El pelirrojo puso los ojos en blanco sin creer lo que escuchaba. No podía ser... Buggy jamás le saldría con algo así. 

Era Buggy después de todo. 

Sin muestras significativas de afecto, sin halagos a su persona, sin amabilidad o modales y absolutamente sin una pizca de generosidad. Siendo rudo, agresivo y poco empático, sobre todo con él. ¿Qué iba a ganar si se casaban? Se cubrió la boca. ¿Y si tal vez se había ganado la lotería y por eso se quería casar con él? ¡Ah, pero él no compró ningún billete de la lotería! 

El de cabello azul esperó una respuesta a su tosca propuesta, pero apenas se percató que dejó a Shanks consternado por lo que pensó inmediatamente que el pelirrojo se le iba a negar. ¡No puede ser! ¡Cómo osas rechazarme pelirrojo sarnoso! 

—¡Te dije que te casaras conmigo de verdad, no en un juego! ¡Quiero dejar de fingir!— Ciertamente seguir aparentando una figura social como un matrimonio legalmente no les traía ningún beneficio, por tanto debía de formalizar, o sea, legalizar. 

De pronto, música comenzó a sonar en su cabeza: "Hold my hands" de Hootie & the Blowfish. Shanks continuó en silencio, aún no se lo creía. ¡Oh, Roger. Por fin me cumples mis deseos! ¡Entre tú y el viejo Newgate esta vez si que la hicieron! Este es el mejor día de mi vida. Debo inmortalizarlo para recordarlo en el futuro. La propuesta más preciosa de la vida, la cual no le faltaba nada según los ojos absurdamente enamorados de Shanks. 

Comenzó a llorar mientras Buggy lo sacudía desesperado porque el pelirrojo se cerró en su mente mononeuronal y no le daba alguna respuesta. —¡Coopera idiota!

¡Este idiota! Necesito que me diga que sí. No puedo pasar más tiempo tambaleándome entre las etiquetas. Solo soy el tío. El padre pero solo dentro de casa. Soy apoderado en el colegio, pero también un entrometido ante la ley. No puedo ser uno de los tutores legales de Uta si este idiota no me da el "SÍ". Buggy estaba frustrado en aquella posición sin poder. Lleno de responsabilidades y prejuicios que a la larga terminarían siendo solo esfuerzos en vano. Construía maravillosos y fantásticos castillos de arena que se iban a derrumbar en cualquier momento.

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now