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Limpió el baño y cada pequeña franja o recoveco volteando de cabezas todo el lugar. Uta lo vio con aquella cantidad de energía sobrante y efervescente emanar de él. Ella ya conocía esa fase. Su padre estaba desempleado, la pequeña se sentó afuera del baño cantando para él. Ya que no tenía su computador debido a su castigo, en algo debía entretenerse. 

Una vez el baño estuvo listo Buggy se movió a la cocina, Uta se sentó en la mesa a recibir los platos y toda la vajilla limpia mientras seguía cantando. Ese día se encontraban solos ya que Shanks le tocaba clases en la universidad. 

En ese momento la puerta de la entrada se abrió. Era Bartolomeo al que nadie le aviso que Buggy iba a estar en casa ese día, se sorprendió cuando vio la cocina desvalijada y al hombre del cabello azul de rodillas limpiando como un maniático obsesivo. El de la cresta entró mirando temeroso para atrás, ya que no pudo deshacerse de su odiosa compañía. 

—¡Superior Buggy! ¡Es bueno verlo con vida!—. Realmente no esperaba llevar compañía a su trabajo como niñero.

—¡Oh, Barto! Pasa, no te quedes con la puerta abierta— Buggy que ya había limpiado el interior de los muebles iba a continuar con los platos. —Tenemos que hablar.

Bartolomeo tuvo un mal presentimiento —¿Ya no trabajaré más como niñero?

—No, claro que no te voy a cortar así... —Buggy vio a la cabeza rubia detrás de Barto. —Ah, trajiste un amigo. 

—Nah, solo es el pelele— Respondió por Barto la pequeña niña. Uta lo reconoció ya que lo había visto de antemano. Un hombre por completo odioso que cansaba hasta a los niños. 

Buggy agitó la mano para que Bartolomeo se quitara y así poder observarlo mejor. Al verlo solo enmarcó los ojos. ¿Y este tapón de mocos, de dónde lo sacaron? —¿Es uno de los ñoños del club?

Barto asintió rogando para que el rubio no abriera la boca. Helmeppo estaba acostumbrado a que Shanks le dejara pasar TODAS las cosas, pero Buggy no se andaba con rodeos, le iba a arrojar un cuchillo a la cara sin dudarlo. —Sí, es parte del club. 

—Pasen a sentarse, no se queden en la entrada. 

Continuó su labor mientras Barto lo miraba de reojo, él no conocía la versión maníaca de Buggy, aquella que surgía cuando el hombre tenía mucho tiempo libre. Uta continuó cantando, esperando que Buggy la ayudara con esas canciones porque estaban en otro idioma. El de cabello azul le enseñó las partes que estaban mal. 

Helmeppo le susurró a Barto —¿No dijiste que siempre estaba trabajando?

—Es así normalmente— Ambos chicos esperaban algo de privacidad para su pequeño proyecto. 

—¿Cómo hacemos ahora el doujinshi que nos impuso la jefa?— Era lo que más le preocupaba al rubio en ese momento. El proyecto en sí era una cochinada. 

El de pelo verde tiró una moneda al aire y probó a su suerte. Justo en ese momento Buggy terminó de limpiar y de guardar todo. —¡Superior! ¿Puede revisar mi trabajo un momento?— Helmeppo lo agarró de los pantalones para impedirlo pero carecía de la fuerza necesaria para pararlo. 

¡No, va exponer nuestra perversión! 

—Claro, ¿Por qué no?— Estiró las manos. Comenzó a leer mientras el rubio se mortificaba detrás de Bartolomeo, quien lucía ligeramente nervioso a la espera de las críticas. —Mejoraste el estilo de dibujo.— Fue lo primero que evidenció Buggy, en ese momento Uta se empinó para ver ella también pero Buggy le quitó las hojas bajándola de inmediato —No puedes ver, hay contenido para adultos. 

Ella hizo un puchero en respuesta, Buggy le ayudó a ponerse de pie con el brazo libre y de un salto la bajó en su brazo al suelo. Uta corrió a su habitación, los más jóvenes se le quedaron viendo impresionados. —¿Qué? Ella no puede ver esto.— lo agitó en frente —Ya le vio los doujinshis a un amigo, casi lo maté por dejar su mierda en el camino de mi hija— Explicó breve. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora