23

173 19 7
                                    

Por primera vez en su vida el de cabello azul puso un pie en una casa de semejante nivel de riqueza. Sus padres lo criaron casi en el mismo barrio, pero no poseían ni ostentaban ese grado de dinero. Ciertamente el sitio gritaba mucho dinero por todos lados donde sea que mirara. Debía admitir que se sintió algo intimidado, seguro la familia de su amigo estaba llena de pedantes como su hermano mayor, Doflamingo. Aún así Buggy siguió a Rosi quien lo guió directamente con su madre.

—Con permiso— Sonó tímido Buggy. 

—Esta es mi madre...— dijo Rosinante presentándole a una mujer rubia y bajita, muy bajita incluso hasta para él. Ganándole como por una cabeza a la joven señora con una sonrisa amable y atmósfera cándida. —Dulcinea. Mami, este es uno de mis amigos, Buggy. 

Buggy vio a la mujer que emitía la misma atmósfera de inocencia que su amigo, con sinceridad la mujer no era nada de cómo se la había imaginado en un principio. Agitó su mano sin saber realmente qué hacer. —Buenas tardes, soy Buggy Silvers— se presentó. 

Ella extendió su mano para darle un apretón. —Es un gusto conocer por fin al señor Buggy, mi bebé siempre habla de lo entretenido que es usted. 

—Es un placer—. Ahora el de cabello azul sentía mucha curiosidad de saber era lo que realmente Rosinante le contó a su madre sobre él. —Espero no incomodar. 

—Oh no, claro que no. Siéntase como en su casa— Ella con un ademán salió y les dejó solos en la sala. 

Buggy se quedó congelado aún impresionado por la atmósfera de la mujer, la madre de su amigo era una cosa muy extraña. Sacudió su cabeza recuperándose del todo. —Bien, empecemos viendo los vídeos de las canciones que quieres tocar en las próximas presentaciones, para pensar en qué cosas hacer para los trajes. 

Rosinante fue a por su laptop, vieron los vídeos mientras Buggy estudiaba cuales eran los mejores puntos a explotar para exagerar en ellos. En poco tiempo tuvieron la sala echa un desastre, con los materiales, los pegamentos y todo tipo de artículos que comenzaron a alterar, por fin inaugurando el Club de las Manualidades en la casa de los Donquixote. 

En algún momento se les sentó la amable señora y comenzó a ayudarles con los arreglos también. Ella no entendía para qué necesitaban cintillos con cuernos que brillaran en la oscuridad, o por qué alterar un par de zapatos de enormes plataformas con piel peluda y pegarles ojos locos. Sin embargo, según ellos eran "muy necesarios" y la mujer solo siguió obedientemente las instrucciones al pie de la letra. —Esa parte es muy importante— le indicaron los dos. 

Dulcinea con una sonrisa continuó pegando los ojos móviles. Aquello era inesperadamente muy relajante para ella. Ese chico de cabello azul tenía una voz demasiado fuerte para su gusto, pero su hijo mayor tenía una voz grave que alzaba también siempre que podía, por lo que se acostumbró en breve. Por otro lado estaba feliz de por fin conocer a uno de sus amigos a su hijo menor, y aquel joven no le parecía para nada un "puto" o un "sutro" como le indicó anteriormente Doflamingo muy horrorizado. 

—Esto es entretenido— dijo riendo suavemente. 

Buggy estaba colgando figuritas de zapatos plásticos de muñecas a un collar de cuero rosa cuando confesó —Pensé que usted era similar a su hijo Doflamingo— Soltó como si nada, aliviado que solo fuesen ideas suyas y no la realidad. 

Dulcinea se largó a reír y luego respondió sin inmutar su expresión facial. —Oh, no. Nadie en la familia se parece realmente a ese niño, yo no sé a quién salió. 

Rosinante asintió, mientras que Buggy ensombreció su expresión por aquella información. ¿Entonces el padre tampoco es como él?

—¿Vives por aquí en el barrio?— Preguntó la mujer para saber si su hijo lo conoció cerca del vecindario o en otro lugar. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now