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Esa mañana se levantó mucho antes que Shanks ya que el día anterior Uta se quedó con sus padres, ya que ninguno de los dos tendría tiempo de ir a dejarla al colegio debido al evento. Buggy estaba saliendo del baño cuando el pelirrojo recién despertó. Shanks lo observó pasar a su lado, mojado y fresco. Iba a saludarlo cuando Buggy lo increpó. 

—¿Qué miras tanto?

Shanks se sorprendió porque nunca antes le molestó aquello. —Buenos días— saludó aparentando inocencia. —¿No empapaste la venda?

Le dedicó una mirada llena de sospechas —La voy a cambiar— se encerró cuanto antes en la habitación. 

Para cuando Shanks fue a por su ropa al cuarto lo vio pulcramente vestido, maquillado y listo para irse a la Comiket. Sus ojos brillaron porque amaba lo que veía frente a él. —Hey, Buggy. No es necesario que vayas si te sientes obligado. 

—Nadie me obligó— contestó como otras veces antes que esa. ¿Era tan difícil de entender que no quería estar solo encerrado, desocupado y con demasiado tiempo para pensar? —Si no me quieres ver allí, entonces tú no vayas. 

—Sabes que no quise decir eso. No tuerzas lo que dije.

—Sí, sí. Ya cámbiate— le dejó la habitación y fue a desayunar algo ligero. Se distrajo en la nueva ocupación que consiguió. Después de leer varias valoraciones de mercado, estudiar ávidamente sobre productos, ritmos de consumos, cómo subía y bajaba el mercado dependiendo de las circunstancia, comenzó a probar jugando un poco con algunos escasos ahorros en la bolsa de valores. La verdad era que estaba divirtiéndose bastante haciendo valoraciones y algunas predicciones.

No fue mucho lo que sacó de la cuenta de ahorros, pero estaba multiplicando cada uno de esos yenes sin mayor problema, haciendo que valiera toda la maldita pena. Para él aquello era similar a jugar un juego online por celular. Shanks lo observó esperando que todas esas sonrisas no fueran producidas por los mensajes de alguien más, pero apenas se percató que se trataba de una aplicación llena de números y gráficos. Con que se trata de dinero. En cambio, una nueva cosa ocupó su mente, como lo esponjoso que dejó su cabello Buggy. Por lo general este lo alisaba ya que su pelo naturalmente era bastante esponjoso y semiondulado, Shanks se emocionó dejando su sonrisa bailar. De hecho se permitió un poco más esta vez considerándolo una ocasión especial. El pelirrojo aprovechó de tocar su cabello con las manos como si estuviera jugando mientras reía suavemente. 

—Tanto tiempo que no lo veo en su estado natural.  

Buggy no tardó en quejarse. ¡Claro, porque no andas sintiéndote como un puta piñata chascona! —No lo dejo así porque es incómodo. Después triplica su volumen y es inmanejable—. Odiaba su cabello salvo por su bello color. Ciertamente su pelo era tan explosivo como su carácter. 

—Aún así me gusta— Le confesó. 

—¿Ah sí?, ¿Y cuántas otras cosas más?— Alzó una ceja mirándolo a la cara mientras que el pelirrojo aguantó cuánto pudo sin sonrojarse. Buggy se giró entonces para concentrarse en lo que hacía, dándole el tan ansiado respiro a Shanks. 

El pelirrojo ocultó el rostro entre sus manos, eso estuvo muy cerca. Algo le había removido el cerebro a Buggy, había vuelto demasiado desconfiado de la casa de sus padres. Cualquiera de esos dos pudo activar su extremo escepticismo hacia su persona. Shaky o Ray sabían correctamente como ponerlo en alerta. —Veo que sigues enojado... ¿Vamos a ir juntos?

—Te concedo eso pero te quiero a un metro y medio de distancia de mí o te patearé el culo. Nada de abrazos y más te vale que mantengas tu imaginación cachonda fuera de mi radar—. Esos eran sus términos.  

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now