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—¡Perdón por reírme!— Dijo Uta con todas sus fuerzas. Sus papás estaban en pie de guerra otra vez. La menor quería mediar entre ellos para que se reconciliaran lo antes posible. —¿Papá podrían disculparse entre ustedes— acudió al que era el primero en dejar de estar molesto de los dos. 

—¡Yo no me voy a disculpar!— Rugió Shanks —¡Se ven preciosas tus zapatillas en el alumbrado!

Buggy Chilló —¡Macaco bastardo!— Le arrojó un cuchillo por la cabeza sin piedad. —¡Deja de acordarme de mis zapatillas o te voy a matar!

—¡Lo volveré a hacer porque juegas con mis sentimientos!, ¡Quieres irte muy lejos, vas abandonarme!— El pelirrojo esquivó los cuchillos y tomó las nuevas zapatillas sin alterar de Buggy y las tiró por una ventana a la calle. 

—¡Ah! ¡Lo volviste hacer!— Buggy se escandalizó y corrió a la puerta para ver hacía dónde iban sus zapatillas. Al menos esas solo cayeron al medio de la calle.

Uta entonces se precipitó —¡Tienes que ir a la universidad porque estás atrasado!— Hasta ella comenzaba a enojarse por esa situación. La niña bajó a por los zapatos de Buggy. 

Su padre estaba siendo ahorcado en el suelo cuando subió con las zapatillas devuelta. Buggy usaba una toalla para estrangular a Shanks, saltándole encima para poder entrar, Uta guardó los zapatos de Buggy esperando que su otro padre no volviese a arrojarlos. Ese hombre no tenía remedio. 

La pequeña alzó la voz nuevamente. Uno tenía que ir a la universidad y el otro tenía que dejar de atacarlo para que eso ocurriera. —¿Papá, podemos ir al parque? Llévame por favor.

Buggy aflojó el apriete y liberó a Shanks pero antes le dio una patada en el culo. —Ve por tu mochila, cariño— Respiró hondo para bajarle un poco a su instinto asesino. —Tu apariencia es un desperdicio con ese cerebro de mandril qué tienes— le recriminó. 

Shanks tosió recuperando el aliento sentado en el suelo. Seguía molesto por lo que le hizo el Buggy en sus sueños. No lo podía evitar porque sentía que Buggy real le hacia lo mismo pero de forma más atenuada y constante. —¿Qué estás diciendo?

—Qué eres un inútil insufrible que nadie quisiera cerca por más de una noche. Eso quise decir— le cantó antes de irse a su habitación. De adentro le arrojó su mochila para que se largara lo antes posible a la universidad. 

El pelirrojo salió aireado de allí, frotándose el rostro con desespero. 

Uta iba en silencio mientras la cargaba Buggy en dirección al parque, subidos en el tren. Hasta que soltó —¿De verdad quieres irte papá?

—No me quiero ir. Pero si Shanks sigue en ese plan, el que terminará fuera de casa será él. Ya me está cansando mucho su estupidez. 

La niña lo miró buscando un atisbo de falsedad en sus palabras —entonces solo son cosas de Shanks. 

—Cien por ciento seguro. Si alguna vez me voy de allí, será contigo princesa— pegó su frente a la suya, mirándola fijamente a sus ojos hasta que la hizo reír por los nervios. —Ahora olvidémonos de ese idiota para divertirnos.

Cuando llegaron al parque vieron a los chicos de siempre jugando allí. Con espadas de madera y corriendo para todos lados, desde el gran barco pirata venían a toda velocidad corriendo Luffy y Usopp, y en el otro lado del parque estaba Ace haciendo piruetas con la bici, el chico que aprendió nada más hace solo unos días ya podía saltar sobre una sola rueda en la bicicleta. 

—¡Buggy!— Gritaron los niños. 

El mismo Buggy que le encantaba la atención ya no le agradaba esa clase de interés. Bajó a su hija y sacudió su vestido. —Hoy no iré al Kamabakka, así que llamaré a Barto para que no venga a cuidarte más tarde. ¿Te parece una noche de películas de terror?

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now