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Sus planes de lucir como un hombre genial y confiable ante Buggy se fueron a la mierda como siempre. ¿Sangrado nasal? ¿Tan mal estaba? Qué feo caso, cómo le decía cada vez Emporio. Ya no era un adolescente para sangrar por la nariz cada vez que viera un pixel de piel de Buggy. 

—Yo... — Quedó a medio camino entre las acciones y las palabras. Atorado hasta que la dueña del local que estaba junto a Buggy sacó un pañuelo para auxiliarlo. Estaba frito si el peliazul se daba cuenta que sangraba debido a la reacción que le provocaba mirarlo. 

Buggy le trajo una botella de agua fría sin perder la calma —Absorbiste demasiado calor seguro—. Asumió que por todo el calor que se sometió el pelirrojo ahora que estaba más relajado comenzó a sangrar por un golpe de calor.

Uta no tardó en salir de la tienda, al no ver a sus padres cuando los vio afuera del hostal respirando aire fresco —¿Qué paso? ¿Y las yukatas?

—Ya vamos, cariño. Espera un momento que se reponga Shanks— le contestó Buggy que estaba sosteniendo su nariz con el pañuelo con cuidado de no mancharse.

—Vayan adentro, yo los sigo en un momento— Shanks no iba a poder recuperarse con Buggy allí vestido así.

—¿Seguro?— Preguntó para asegurarse Buggy. El pelirrojo asintió y tomó el pañuelo por sí mismo y la botella de agua helada. —Está bien. 

Buggy se llevó a Uta para ir a terminar de elegir la ropa para ella. 

—Oye, Buggy. Elige algo para mí, por favor— le pidió el pelirrojo. Originalmente esa fue su intención. 

Miró con atención algo que le podría gustar al idiota que se desangraba por el calor. En breve encontró algo que se adaptara al estilo de Shanks, no exactamente su estilo porque ya que el pelirrojo no tenía un estilo. Esos pantalones divertidos no podían considerarse parte de ningún estilo, tendencia o moda en realidad pensaba Buggy. Los colores que iban bien con el pelirrojo eran el rojo, blanco y el negro. Una paleta de colores que indicaban poder y carisma, era aquella la impresión que tenía de él. Alzó una ceja. Sin embargo Shanks no era consciente de ello porque era un idiota, o porque nunca se interesó en aprender o educarse en cuánto aquello. 

Los colores estaban divididos como en un tema, de manera desprolija, con un patrón de hojas de arces y viento en tonalidades cálidas. Shanks vio la yukata que le escogió Buggy e iba a preguntar por qué algo tan aburrido otra vez habiendo un montón con temas alegres al igual que lo que llevaba puesto él. —Es lo que me pediste— tomo la prenda y se la pegó a la cara— y luego tiro de un cinturón también de hojas de arce con viento pero en un color verde acuoso. —Esta sería mi elección, si no te gusta busca algo por ti mismo. 

Se alejó dejándole las cosas a su decisión y fue a ver los cinturones para niñas puesto que Uta no lograba decidirse. 

La mujer de la tienda se acercó rápidamente a Shanks —¿Necesita ayuda?

—No, seguiré mirando— Contestó molesto. Buggy elegía cosas divertidas solo para él. 

—Ese que tienes en la mano es uno muy bueno. Quien se lo escogió debe de tener una muy buena impresión de usted— dijo la mujer sin mostrar ninguna otra intención. Podía distinguir de los clientes que solo entraban a jugar de los que venían a comprar en serio, estos iban a comprar eligieran lo que eligieran y francamente le daba igual lo que se llevaran, pero esa yukata le tenía cierto cariño. Nadie la llevaba porque solo servirían en un hombre de una fuerte presencia y distinción. —Los hombres hoy en día se alejan de la determinación y de causar fuertes impresiones. Nadie quiere llevarse a este niño abandonado. 

Shanks lo miró una vez más, era un traje bonito. Buggy lo había pensado detenidamente antes de escoger, él mismo lo vio hacerlo. —Lo llevaré. 

Uta estaba saltando tras terminar de escoger. La horquilla para el cabello se la regaló Buggy, quien le ayudó a ponérsela en un peinado bonito y recogido. Los tres ya listos se pusieron las yukatas que compraron en la tienda a la hora de la cena. Shanks estaba con esa expresión boba en la cara, de la que Buggy no quiso ni saber.  El muy maldito que se hizo el ofendido por su elección de ropa y que ahora estaba muy feliz con lo mismo puesto. ¡Quien puede entenderlo, es insufrible!

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now