38

128 17 2
                                    

Algunas cosas pasaron antes de que aquel dilema se volviese una prioridad para la familia. Shanks y Barto lograron postular a tiempo en la universidad, cada uno en la carrera que querían. La baja tasa de los admitidos debido al difícil examen para la admisión resultó una gran barrera para los demás postulantes, pero para esas dos mentes brillantes no lo fue en absoluto. 

Shanks contempló los resultados de sus exámenes de admisión. Bueno él esperaba fallar en matemáticas, si no fuera por las rápidas sesiones de estudio que le dio Buggy en medio de sus almuerzo cada día, no habría pasado. Sonrió satisfecho. Los admirables antecedentes que dejaron sus dos hermanos antes que él hicieron que la comisión de estudios de la universidad dejara pasar esa calificación mediocre, pero por lo demás, todo fue pan comido. 

En cambio Barto vio su papeleta con excelentes puntajes en todo. Los habían mandado a llamar a ambos para que firmasen por fin las matrículas de ingreso. Gracias a las recomendaciones de Buggy los dos entraron becados y nada más bajando las escaleras de las oficinas, una ruidosa y molesta voz, la misma que los acompañó durante el año pasado en la escuela nocturna, congeló a ambos en sus lugares. 

El ente de la maldición los persiguió hasta la universidad. 

—No puede ser... —Shanks no volteó a encararlo. Mirar a Helmeppo era darle a entender que estaba bien que se les uniera. 

Barto se inclinó hacia él —¿Por qué nos sigue todavía? Ya nos graduamos. 

—¡Oigan pobretones, estoy hablando con ustedes!, ¡Malditos ñoños!— El rubio aceleró el paso para quedar a la misma distancia con ellos. Y ahí estaba esa maldita costumbre de tratarlos de pobres. —¡Ay! ¡Disculpen personas de bajos recursos!

Los dos se detuvieron para que el irritante rubio con peinado de bacinica dejase de gritar tanto, porque lo odioso no se lo iban a quitar ni a golpes. 

—¿Ya se matricularon?— Les preguntó posicionándose en medio de ambos.

Shanks que era mucho más paciente y no se tomaba las palabras del rubio tan en serio, fue quien le respondió —Acabamos de hacerlo. 

—Ya veo. ¿Y en qué, si se puede saber?—El tono de señor de fundo no se suavizaba en ningún momento aunque el pelirrojo y el peliverde ya le estuvieran mirando con ganas de matarlo. —Verán, ya saben que mi padre me cortó el crédito y por lo mismo terminé repitiendo el último año en mi instituto privado. 

Barto comenzó a remedarlo, notoriamente fastidiado por la audacia del joven de su misma edad al cual no soportaba. Fue un dolor en el culo durante todo ese año. No esperaba cargar con él en la universidad también. —¡Mira, cabeza de callampa descolorida! ¡Nosotros pasamos un examen, no le mamamos la verga al rector y ni "mi querido padre"!— Dijo a todo pulmón para que todos allí se enteraran que el rubio era tremendo pituto. 

Si no era por la billetera del viejo verga de Helmeppo, este no habría salido jamás del jardín de niños o sería repitente en el colegio para retrasados, era justamente lo que pensaban ambos excompañeros. Shanks se sentía tan orgulloso en ese punto de su vida, por fin se sentía como un verdadero "adulto"; el niño grande pasando a la universidad, que incluso dejó que los otros dos se agarraran de las mechas sin cuartel y siguieran gritándose groserías a todo pulmón por el campus, espantando a todo el mundo en un radio a la redonda mientras él fantaseaba en su cabeza. 

El rubio se aferró al brazo del pelirrojo antes que el peliverde continuara pateándolo para que caminara y se alejara de ellos. —¿En qué te inscribiste?

Shanks evaluó las posibilidades de que el rubio lo persiguiera hasta su misma facultad, suspiró despreocupado. Helmeppo estaba a años luz de tener las notas suficientes para ingresar allí. —Lingüística y literatura— respondió tranquilo. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now