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Esa tarde poco importó el calor dentro del tren rumbo al centro de la ciudad para ir al barrio del paraíso otaku, como tampoco la cantidad absurda de personas en los vagones y los toqueteos de los pervertidos durante el viaje. Barto y Shanks parecían dos titanes hechos de piedra por fuera, pero por dentro pensaban escrupulosamente en qué tipo de figura de Hatsune Miku irían a comprar acompañados de la canción "Limón y sal" de Julieta Venegas, compartiendo audífonos. Mientras tanto Helmeppo estaba sufriendo todos los embistes de la sencillez de los pueblerinos que tenían que "andar" para llegar de un lugar a otro. Lloró quejándose porque según él alguien le tocó el trasero, en ese momento Shanks alargó el brazo y lo dejó en medio de él y Bartolomeo para que se dejase de quejar tanto. Al menos en medio de ambos se sentiría seguro, ¿No?

¡Ni hablar! ¿Seguro él? ¡En medio de esas dos bestias! —¡Qué asco!, hagan sus carnes para otro lugar!— Se sintió ligeramente atacado por los excesivos músculos de los dos. —Ustedes son más peligrosos qué cualquier pervertido de mano larga en este vagón. 

Un gay reprimido y un artista de BL por comisión. Ciertamente ambos estaban a otro nivel en la perversión humana. 

—Deja de quejarte, Tapón de mocos. El superior Shanks tuvo la amabilidad de resguardarte para que nadie te corra mano en el indudable caso que te ocurra el milagro— Le gruñó con los dientes afuera, como un jabalí enojado.

El rubio le increpó. —Más me preocupan ustedes dos enfermos. 

—Con total certeza, no hay alguna cosa que me prenda cómo el culo de Buggy y el alcohol, así que despreocúpate— Le sonrió Shanks. —Definitivamente hoy no estoy ebrio.

—Y a mí solo me gusta el 2D— Comentó el crestado tan serio e imperturbable que nadie podía ponerlo en duda.

Helmeppo iba a seguir discutiendo pero con el tamaño de esos argumentos se le pasaron todas las ganas de revelarse. —Saben qué, olvídenlo. Tienen razón, están enfermos— Miró la red de trenes pero se perdió. Solo cuando iba con ellos se subía a los putos trenes o al transporte publico en general. —¿Cuándo llegamos? 

En breve bajaron con el mar de gente ya que todos tuvieron la misma urgencia de bajarse en la misma parada que ellos. Empujado por sus altos amigos, el rubio fue depositado en el suelo nada más llegar a las tiendas abarrotadas de figuritas. Por dónde miró, en todos lados estaba repleto de figuras de todas las formas y para todos los gustos. Los tres quedaron prendados como mocosos en una juguetería, siendo llevados a dónde ordenaron sus pies en rumbos diferentes directo a pegarse a las vitrinas y encontrar el Santo grial que vinieron a buscar. 

Helmeppo se pegó en la vitrina donde estaban expuestas las figuras meca. Había de todo, Macross, Evas, Valkyrias y hasta Gundams. Fascinado, después de ser inducido a ese inhóspito hobbie para pobres raritos, el rubio descubrió su género favorito, los meca. Entró para pedir unos cuántos modelos que no tenía cuando descubrió una espectacular figura del Gurren de Karen de la serie Code Geass, que compró sin siquiera pensárselo. Ya estaba terminando pero una figurita de Rei con el traje derretido le hizo un guiño. En ese momento la pesada mano de Shanks cayó sobre su hombro. 

<Ya lo encontré Barto. Estaba acá con las pilotos de mecas> Le dijo al teléfono y con la vaga descripción no tardó en llegar Bartolomeo que dio de brincos por todos lados viendo las increíbles figuras de los robots.    

—¡Maldición, nuestro club necesita uno de estos!— Barto se desparramó en una vitrina acariciando el vidrio. 

El rubio estiró la tarjeta negra de lujo —Traélo, papi lo comprara— le dijo con tono de voz genial. —Por cierto, ¿Qué vinimos a comprar?

—Una figura de Hatsune Miku a la que se le vean los calzones— Shanks respondió todo emocionado. 

Cubrió su rostro con sus manos —No lo puedo creer. ¿Quién demonios le mira la ropa interior a las figuritas?— Preguntó perdiendo su paciencia. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora