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Shanks llegó sin espíritu a casa. Lo poco y nada que logró recuperarse en el trabajo sus amigos lo terminaron de rematar antes que volviese a descansar. Sus ojos tristes y deprimidos fueron a parar a Buggy que estaba sentado bebiendo su usual chocolatada del desayuno. 

—Tenemos que hablar. 

El pelirrojo cabeceó, ahora sí lo mataba. —Dame la polera, la lavaré yo mismo— debía asumir sus culpas como el hombre que era.  

—¿Esa polera?— Buggy lo miró furioso aún porque su pequeña princesa encontró esa cochinada. —La quemé. No volveré a usarla. 

—No volveré a hacerlo, lo juro— Aquello resultaba más embarazoso de lo que masticó en el trabajo.  

Buggy pateó la silla para que fuese a sentarse —Cállate y siéntate. Que tengo ganas de retorcerte el cuello si me recuerdas una vez más lo que le hiciste a mi prenda favorita—. Esperó que el pelirrojo se sentara temeroso. —Uta me dijo que un chico la molesta en clase. 

El pelirrojo frunció el ceño. —Espera, qué... ¿No querías hablar de nosotros?— Eso era o muy bueno, o muy malo.  

—No, ¿Por qué querría hacerlo, idiota?, ¿Llegaste ebrio?— El peliazul lo golpeó en el rostro para que despabilara. Necesitaba hablar en serio con él —¡Estoy hablando de Uta!, ¡Es importante! Hay un jodido enano molestando a nuestra princesa. 

—¡Hay que matarlo!— Golpeó la mesa enfureciendo. Buggy le dio la razón, esa era la vibra que necesitaba. 

—Hasta que pones atención. Creo que estaban acosando a Uta en la escuela, quiero que me ayudes con esto. ¿Qué cosas hablas con Uta?, ¿Ella te cuenta sobre la escuela?

Shanks pensó en las conversaciones más largas que había tenido con Uta, debía filtrar las cosas que le preguntaba la pequeña niña, como lo mucho que amaba a Buggy, o desde cuando lo amaba, o lo que le gustaba de él, también la vez que le preguntó por sus abuelos y fingió que le dolía hablar del tema porque le dijo que estaban muertos para que le dejara de preguntar sobre ellos. El pelirrojo se puso muy pensativo. —No. No me habla de la escuela— sacudió la cabeza negando. 

—Necesitamos saber qué sucede en su escuela— se golpeó la cabeza. Él no podía infiltrarse en ella para enterarse de todo lo que sucedía, ¿Por qué Uta tenía que parecerse a Shanks en los aspectos más extraños? —Estaba pensando en contratar a esos mocosos que van al parque pirata. 

Siendo honesto prefería hacerlo pagar con sus propias manos pero estaba un poco "grande" ya para estar martirizando niños y corría el riesgo de recibir una demanda. Por lo que el asunto debía de solucionarse entre "mocosos": de mono a mono para poder defender el honor de su princesa.

—¿Luffy y Usopp?— Preguntó Shanks. Esos niños son demasiados pequeños, pensó. En ese momento calculó rápidamente, su niña le preguntó por un niño más grande que ella y Uta era incluso más alta que esos dos niños. El mocoso debía ser muy grande para su edad.

—¡No! Habló de los macacos armados, esos niños tienen aproximadamente diez años. Si les pagamos, ¿Crees que golpeen al mocoso meado por nosotros? 

Shanks se agazapó en la mesa con una expresión siniestra —Yo haré el trató con ellos, consígueme una mochila con golosinas. 

—¡Está hecho!— Buggy fue a su habitación y sacó un bolso hecho a mano por él. Tiró la bolsa en la mesa, una bolsa repleta de gomitas, masticables, chupetes y chicles. Ya estaba preparado para ello. 

El pelirrojo cogió el botín, pretendía ir cuanto antes pero Buggy lo agarró del cuello de la ropa impidiéndole marcharse. —Es día laboral, zopenco. Tienes que esperar a que llegue la tarde, después de la salida de las escuelas primarias. Yo te conseguiré la foto del engendro mal hecho. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Kde žijí příběhy. Začni objevovat