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Buggy se paró triunfador viendo como huía la rata con la cola entre las patas, pero no todo podía ser buena suerte para él, ya que siempre una plaga le sigue a otra plaga. Los amigos de Shanks se le acercaron por detrás cuando lo reconocieron, y cómo no hacerlo si Buggy era más llamativo que un árbol de navidad y sus lucecitas encendidas en plena calle. Con su cabello azul y esos pantalones cortos, calcetines a rayas y el cortaviento de colores pasteles, resultaba mucho más atractivo que los letreros de neón de los bares de la avenida. 

—¡Hey, Buggy!— Le llamó Yasopp. 

El de cabello azul volteó mirándolos feo. —¿Qué?— El grupo ya estaba rodeándolo con sus sonrisas de idiotas —Estoy de malhumor y dejé a mi princesa sola en casa. 

Uno de ellos volteó y alcanzó a ver esa distintiva cabellera blanquecina perderse en la oscuridad. 

—¿Estás con Utah?— Preguntó Benn, también caía la posibilidad que hablara de alguna novia y no la niña. —¿Dónde está Shanks? 

—Obvio que trabajando— les enseñó la lengua y se dirigió a la maquina expendedora. Al fin y al cabo ese había sido su objetivo principal antes que saliera de la nada la maldita de Hanako. 

—¿Qué quería la bruja contigo?— El par de rubios lo interceptaron en la maquina con una actitud amistosa. 

Ellos necesitaban saber qué ocurrió. Cuando Shanks no quería hablar al respecto era peor que una tumba pero Buggy era todo lo contrario, una persona que siempre estaba exagerando y hablando fuerte. De seguro se le escapaba algo, una pequeña gota de información. Llevaban todo ese tiempo buscando que el pelirrojo les dijese donde vivía para ir a visitarlo a casa. 

—Sacarme información, eso era lo que quería— les lanzó una mirada de advertencia. —Esa maraca intenta llevarse a Shanks nuevamente, así que espero que no le vayan a decir que vive conmigo. Utah está creciendo y también haciendo preguntas, tarde o temprano preguntará por su mamá biológica—. Eso era terrible incluso de pensar, que se acercaba el momento de decirle la verdad a la pequeña y su adoración. La mentira no podía durar para siempre. Tarde o temprano ella se iba a enterar de una u otra manera. 

Todos asintieron como si se trataran de juguetes bobos que solo mueven la cabeza al asentir, arriba y abajo. 

Ellos estaban de acuerdo con que su amigo y la niña estaban mejor sin esa terrible influencia. —¡No puede volver a entrar en la vida de Shanks!— Masticó Lucky. 

Buggy se le quedó viendo, la banda de malvivientes hablaban y usaban el cerebro de una vez por todas. Y ¿Cómo es que ese sujeto siempre tenía algo de comida en la boca? 

—Debe estar pasándola difícil sin su cajero automático vomitando dinero cada vez que ella se lo pidiera — Buggy pateó una piedra imaginaria. Tenía que estar atento porque la mujer podría aparecerse en la casa de sus padres fingiendo el papel de la madre dedicada. 

De lo poco que sabía de la relación de esos dos fue precisamente ese tipo de dinámica, la tipa lo usaba para sacar todo lo que quería y todo dependía de su humor antojadizo. 

—¡Lo que más me molesta de esa bruja es que siquiera estaba enamorada de Shanks, al que realmente estaba persiguiendo era al hermano mayor!— Yasopp soltó al lado de Buggy. Ellos averiguaron eso luego que supieron que Shanks se mudó con Buggy, hacía dos años atrás. 

Buggy había comenzado a beber su lata antes que se calentara en su mano cuando escupió un arcoiris de cerveza a un lado. Esa maldita estaba persiguiendo a Dracule, no a Shanks. Apretó las manos. Esto era el colmo. —No me digas. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Where stories live. Discover now