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De cierta manera Uta no extrañó su casa el tiempo en que estuvo donde sus abuelos. Quedarse allí era notablemente similar a su hogar, solo sentía que faltaba la energía inagotable que desprendía Shanks.

Jugó en el parque que le quedaba literalmente enfrente de la casa de sus abuelos. Buggy y Shaky la miraban desde el jardín donde se sentaron los dos en una pequeña terraza de madera. Desde allí ambos trabajaron en un proyecto de la editorial. 

Buggy le enseñó lo que avanzó a Shaky antes de que ella le diera los arreglos finales y enviaron el trabajo. De pronto vieron a un muchacho que se trepó a la reja. Ace asomó la cabeza. —¡Yamato, súbeme más!— El chico se sentó en la parte superior del portón. Shaky se largó a reír y lo saludó. —Buenos días— respondió el pecoso al ver a la mujer —Oye, Buggy. Nos dejaste plantados. ¿Qué haces aquí?, ¿Vives en esta casa?

El de cabello azul no se sorprendió de verlo sentado allí. Ya le había visto haciendo parkour en distintos lugares —Me encontré con mi mamá— Buggy señaló a Shaky, la que volvió a sonreírle al chico. —Baja de ahí y entra por la reja, voy a presentarte a Ray. También trae a tu amigo antes que saque la cabeza por el arbusto. 

Yamato estaba tratando de meter la cabeza por entre los barrotes, después de la reja había un frondoso arbusto verde por donde trataba de hacerse paso. Los dos adolescentes se atolondraron un poco antes de entrar pidiendo permiso. —¡Con permiso!

—Vaya, son dos jóvenes muy enérgicos— observó Shaky. 

Los dos se pusieron en línea para saludar a Shaky. La misma morena no podía creer que el hijo de Roger fuera tan educado. Viniendo de ese mandril esperaba a alguien con actitud de delincuente pero luego recordó el carácter de Rouge.  

No tardó mucho en aparecer Ray, y Buggy no perdió la oportunidad de introducirlos. Ace se quedó a escuchar algunas anécdotas de su padre, todo contado desde el punto de vista de su mejor amigo. El chico se liberó de algunas cuantas dudas que albergaba hasta ese día. 

—Señor Ray, ¿Puedo venir a visitarlo otro día?— Ace le preguntó con una sonrisa contundente. 

—Ven cuando quieras— le respondió muy contento por ver una parte de Roger viva y coleando en ese muchacho. 

Uta volvió justo a tiempo para la hora del almuerzo, vio a su abuelo sentado en el recibidor de la casa. Se acercó aún un poco temerosa y complicada. —¿Tú no me vas a perseguir, verdad?

Ray se rio —Yo no persigo lindas señoritas porque Shaky es la única para mí. 

Ella rio con él —¡No, me refería a otra cosa!— Estiró sus brazos con espontaneidad para que su abuelo la alzara. 

El almuerzo trascurrió con normalidad y no hubo señales de Shanks durante ese rato. Ray tiró la toalla en cuanto a ganar la apuesta, pasando a la cena y como tampoco daba indicios de aparecer Ray y Shaky se dieron cuenta de la terrible situación de su hijo. Entrando a preocuparse en serio y ya no de tan buen humor. Ese muchacho jamás debió salir de esa casa a los quince años, debieron obligarlo a quedarse con ellos.  

Como si las palabras de Buggy hubieran sido un vaticinio, Shanks llegó en cuanto lavaban los platos. Entró saltando la reja y comenzó a golpear la puerta de la casa sin detenerse, desesperado y sin aliento, hasta que Ray le abrió y cogió del cuello de la ropa. El pelirrojo le cuestionó de inmediato. —¿Buggy?, ¿Dónde lo tienen?— Su voz salió rasposa. 

—Al menos te intereso— dijo el de cabello azul, declarando que estaba allí y bien por lo demás. Para que se calmara y no hiciese show. 

El pelirrojo estiró sus brazos tratando se acercarse pero del agarre de Ray no se zafó. —¡Buggy!, ¡Estaba tan asustado!— Después de buscarlo incansablemente, lo alegraba saber que no le había pasado nada.  

Custodia compartida.(Efecto mandela)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora