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Aquel día se sentía muy muy cansado, ciertamente no quería lidiar con nada más. Solo esperaba llegar a casa, que le dieran la bienvenida, comer, bañarse e irse a dormir pero en lo que se acercaba al departamento podía escuchar los gritos de los pelirrojos. 

—¡No puedes! ¡No vuelvas a hacerlo!— Escuchó a Shanks extrañamente molesto. Estaba gritando el idiota que nunca se enfadaba. 

—¡Lo volveré a hacer si tengo que hacerlo!— Gritó la más pequeña sin medir su insolencia.

Buggy abrió la puerta y alzó una ceja —¿Qué ocurrió?— ¿Otra vez peleándose?. Eso ya no era nuevo. 

La niña había corrido antes que su padre para ir a saludarlo primero, con su cabello notablemente más largo. Con siete años, Uta era la niña más alta de su clase y una alumna aparentemente ejemplar, lo que hacía sentir muy orgullosos a sus padres ya que ellos humildemente no esperaban tener un verdadero ángel como hija, solo uno que pareciese un ángel por fuera. Buggy se hizo un paso hacía atrás antes que Uta llegara a él interrumpiendo su acción y su intensión. Descompuso el ambiente con ellos, odiaba verlos discutir por cualquier cosa. 

—Uta, ¿Por qué estas peleándote con tu papá?— Le preguntó a la menor porque bien sabía él que Shanks no era de las personas que dijese sus problemas. O bien iba a aceptar la situación diciendo que era su culpa o fue descuidado, sin decirle lo que ocurría, o evitaría el tema a como dé lugar y no diría nada cerrándose como una tumba. 

Cualquiera de las dos formas de lidiar las cosas no le daría sus respuestas, por otro lado Uta se sentía en deuda cuando era el quien le preguntaba por algo. 

Ella inmediatamente se sintió fatal, su padre le decía "princesa", su "princesa estelar" o "cariño", siempre con un apodo precioso haciéndola bienvenida. Mordió sus labios al no tener su saludo lleno de cariño. 

Buggy vio esa culpa desparramándose y lo notó, había sido culpa de ella. 

No era menor su agravio. Le había faltado el respeto a Shanks y no la culpaba al respecto, era un placer culpable ser rudo con Shanks porque nunca debías de atravesar por las consecuencias dado que era el bruto ideal para ser abusivo con él. Sin embargo como bien sabía, el responsable de que se diera toda esa situación era el padre indulgente; Shanks. Que confundía ser cariñoso y un padre comprensivo con aguantarle todas las travesuras a Uta, incentivarla y premiarla cuando no había hecho nada bueno.  

—¿Me dirás o tengo que averiguarlo?— Insistió. 

Lo tenía claro, era el padre favorito pero también era el padre estricto. Y ese era el momento que Uta cantara cual había sido su metida de pata. —Me quedé en casa de un amigo— respondió como un pequeño canario arrepentido.

Eso no era tan terrible. Podía ser en casa de Banchina, su amigo Usopp era un bribón decente y Yasopp era un infeliz ya conocido que en el fondo, muy en el fondo, era un buen hombre. Pero estaba seguro que eso no era todo. 

—Llegué hoy y no le dije a Shanks que estaría con Luffy— Siguió confesando, jugando con sus dedos y pies para evitar la mirada juzgadora de Buggy. En otras palabras, salió a quedarse afuera sin autorización. —Había una tarea y... 

—La niña estuvo toda una noche afuera y no me llamaste para decirlo— Buggy miró como una fiera a Shanks. Si bien, quien actuó mal fue la niña, lo que le provocó más rabia fue el silencio permisivo de Shanks.

El pelirrojo se había quedado de pie en expectante a cómo se desarrollaba todo, como si no fuera parte del problema. En ese momento Buggy le preguntó a Uta y ella asumió su error, él también quería hacer lo mismo.  —No quería preocuparte. 

Custodia compartida.(Efecto mandela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora