#75 Mine, mine, mine

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san woo ―  san quiere a wooyoung, pero lo quiere mal. 

Wooyoung estaba esperando pacientemente a que su hyung llegara del trabajo, había estado luchando por no dormirse durante dos horas, teniendo la idea de que en cualquier momento caería dormido otra vez

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Wooyoung estaba esperando pacientemente a que su hyung llegara del trabajo, había estado luchando por no dormirse durante dos horas, teniendo la idea de que en cualquier momento caería dormido otra vez. Las ganas de tirarse dentro de sus sábanas le hacían cosquillear el cuerpo, pero no tenía corazón para dejar a su hyung fuera de la casa. Pensó en un momento dejar la llave debajo del tapete, pero sólo notó que no tenían uno cuando salió. Sintiéndose un poco tonto, pensó inmediatamente en dejarla dentro de una maceta, pero tampoco tenían alguna en el porche.

Hacía frío afuera y además de que la llegada de su hyung se había postergado demasiado, Wooyoung había olvidado completamente entrar al gato de su hyung. Recorrió la casa y apagó todas las luces, cuando abrió la puerta del jardín ―teniendo la intención de gritar por él― Wooyoung descubrió a Choi San, a punto de tocar.

El chico de sonrisa permanente casi chilló del susto al ver al menor enfrente suyo.

Choi se había colado por el costado de la casa para tener una vista del interior de la residencia mediante la puerta para perros que tenía la salida trasera, Wooyoung era algo receloso por la noche gracias a la alerta de un acosador en las calles y cerraba todas las cortinas por miedo a ser una de las víctimas, impidiéndole a Choi San husmear con la tranquilidad de siempre.

No obstante, San no contaba con que Wooyoung saliera.

Usando un poco su cerebro, él pensó que podría sacar provecho de la situación.

El pequeño Jung llevaba una gigantesca camiseta clásica que no dejaba ver sus manos y sus blancas piernas jamás se habían visto tan largas ―San no había tenido la oportunidad de apreciarlas tan cerca en mucho tiempo― como esa noche. San había mordido sus labios con demasiada fuerza ante la vista y deseaba levantar un poco aquella prenda, descubrir así si el menor llevaba algo debajo.

―Sani hyung... ―Wooyoung se llevó una mano al pecho por el susto―. ¿Qué hace aquí? Es tarde. ¿Quiere pasar...?

San no sabía qué excusa inventar por haber estado rondando la casa, así que al entrar a ella caminó con demasiada lentitud, pensando en qué decir. Tenía miedo de quedar como un loco, cuando ciertamente Jung Wooyoung no estaría para nada equivocado, pero no era necesario que el pequeño lo supiera.

―Este... estaba buscando a Byeol, mi gata, creí haberla visto entrar a tu jardín. Es tarde y no quería molestarte.

―¿Has traído a tu gata para Navidad esta vez? ―Wooyoung tomó un pantalón corto doblado sobre el sofá y se lo colocó―. Tu mamá me dijo que Dambi había muerto el año pasado por haberla olvidado en Nebraska. Qué desafortunado.

Wooyoung invitó al mayor a sentarse en las butacas de la pequeña isla en la cocina, preparándolo para tener una agradable charla si gustaba. Choi San y Jung Wooyoung se conocían desde hace ocho años, la casa de la madre del mayor estaba justo enfrente de la de Wooyoung. Cada Navidad y algunos veranos, él llegaba a Corea para pasar tiempo con su madre. La señora tenía algunos problemas mentales de los cuales Wooyoung no entendía muy bien, pero a pesar de ser estable y muy agradable, la custodia de San la había obtenido el señor Choi.

Treasure ⸺ateez。2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora