100K SPECIAL ⟩⟩ III

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San estaba lloriquando como un bebé cuando Mingi salió del armario por un calambre en la espalda. No, no había sido una buena idea intentar hacerlo en ese lugar aunque se hubieran empeñado en volverlo cómodo. La única posición que podían realizar era dificultosa para el más alto y así ninguno podría disfrutar realmente.

―Deja de llorar y ven aquí. ―Mingi dio palmadas sobre el colchón.

Aunque Mingi sea un muy buen activo a voces de los miembros, y más de uno quería probar su enorme pene más de una vez, él prefería estar abajo. Además, Wooyoung lo había llamado precoz una vez, lo que había provocado que se sintiera aún más tímido de lo que ya era en ese rol. Porque sólo tenerla grande no lo era todo, tenía que tener actitud, y él poseía una que era muy sumisa en realidad.

San se incorporó, estirándose mientras terminaba de quitarse la ropa. Debido a la calefacción, no sentía frío, sin embargo, sintió un fuerte estremecimiento cuando vio cómo su menor gateaba hasta él como un elegante felino.

La pequeña cintura de Mingi era un pecado, tan estrecha y curva, dando un pasaje a un trasero redondo y firme. Cualquiera estaría encantado de enterrar su cara entre esas mejillas y degustar la zona sin tapujos.

San sintió su erección crecer en simultáneo con la ajena. No podía compararse con el de mayores proporciones, pero no era pequeño y sabía cómo demonios moverse. San, la mayoría de las veces, prefería hacerlo lento y profundo, y sabía que así le gustaba a Mingi.

Los dulces gemidos de Mingi eran para los oídos de cualquiera, tan suaves y bajitos. Sobre todo cuando San o Yunho se lo hacían.

San llevó sus manos a la espalda ancha y acarició en descenso hasta que llegó a los glúteos del menor, donde apretó juguetón. Besó la línea de sus vértebras, sus omóplatos y sus costillas, acarició sus brazos y su cintura oyendo los suspiros que Mingi trataba de ahogar con una almohada.

Mingi amaba ser besado y San lo sabía.

Sonriendo simultáneamente, San masajeó los glúteos del menor, amasándolos con lentitud mientras buscaba el lubricante con la mirada, una vez que lo encontró, vertió grandes cantidades del mismo sobre el pequeño ano de Mingi, jugueteando con él en más de una ocasión mientras lo frotaba con sus dedos resbaladizos.

―Continúa ―pidió Mingi con timidez, alcanzando una almohada para recostar su pelvis en ella.

Choi soltó una risita nerviosa y metió dos dedos, comenzando a abrirlos y cerrarlos entre ellos al mismo tiempo que acariciaba los muslos internos de Mingi. Su trasero era enorme y San amaba tocar.

De hecho, San amaba todo de Mingi.

―¿Puedo hacerlo sin preservativo? ―preguntó San en un tono bajo, bombeando su pene una sola vez.

Mingi no respondió con palabras, pero San pudo verle asentir rápidamente con la cabeza, seguramente muy ocupado tratando de contener sus gemidos como para poder hablar.

―Déjame escucharte, Minnie ―rogó San, sobre su oreja, dejando un beso sobre ella, que desestabilizó a Mingi por completo.

Mingi soltó la manta que estaba mordiendo y se dejó voltear con cuidado, sonriendo tímidamente cuando tuvo al mayor de frente. San le veía con los ojos brillantes y una espléndida sonrisa.

Treasure ⸺ateez。2019Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora