Capítulo 001.

7.5K 243 6
                                    

Sentirme sola era algo normal en mí. Podría decirse incluso que después de tanto tiempo, aquello se había vuelto soportable. Pero claro que dolía; ser insultada, burlada o golpeada no es algo por lo que uno pueda pasar sin resultar algo dañado. Solía repetirme a mí misma que debía ser fuerte, que mis lágrimas debían soportar más tiempo antes de caer.

El momento en el que todo me desbordaba había llegado hace tiempo, y aún permanecía aquí. Esa sensación que inundaba mi cabeza todas las noches era algo que simplemente no podía aguantar, y eso era lo malo de ser humana...de tener sentimientos. "Me lo merezco, es mi culpa" Me repetía varias veces frente al espejo, sabiendo que estaba engañando a mi corazón.

Lo único que anhelaba era existir para alguien en aquella preparatoria. Dejar de ser tan insignificante e invisible. Correr hacia la luz, y dejar atrás la oscuridad. Pero, ¿Cuándo pasaría eso? Tal vez en mis sueños, tal vez en alguna otra vida. ¿Por qué no podía ser normal? ¿Por qué mi vida no era como las demás chicas? ¿Por qué?

—_____, la cena está lista. Baja, ahora. —Oí detrás de mí. Mi madre decía cada una de sus palabras con cierta frialdad.

—Ya bajo, mamá. —Respondí, y al querer mirarla ella ya no estaba.

Las cosas en casa no andaban bien. Es más, estar en casa era mucho peor que estar en la preparatoria. Mamá acostumbraba a gritarme, golpearme y hasta a vender mis pertenencias para comprarse cigarrillos. Y papá...papá nos había dejado por otra mujer, más bien su secretaria. Solíamos ser la familia perfecta, la familia típica que suele ir de vacaciones, reír juntos, divertirse y hasta compartir lindos momentos. Pero aquellos tiempos acabaron y se llevaron mi felicidad consigo.

La depresión que inundaba a mi madre era algo inexplicable. Le había sacado cientas de pastillas, navajas y venenos de todo tipo que guardaba en los cajones de su mesa de luz. El suicidio siempre había sido una de sus ideas desde que papá la dejó por otra. Y siempre trataba de llevarlo a cabo cuando yo estaba en casa, lo que me hacía pensar que no tenía el suficiente coraje para matarse. No como yo.

— ¿Qué es? —Pregunté viendo el contenido del plato que mamá había dejado frente a mí.

—Sopa de calabaza, come —Respondió fríamente. Decidí hacerle caso, no quería que se enfadara.

— ¿Cómo vas con la venta de garaje? —Dije, matando el silencio incómodo que se había formado. Ella soltó un suspiro.

—He ido a la iglesia hoy en la mañana, y no quisieron darme ropa ni juguetes —Bebí un poco de agua frunciendo el ceño a continuación.

— ¿Por qué?

—Porque te conocen. Saben que eres mi hija y que no tienes menos de diez años. —Escupió bruscamente.

—No fue mi intención que el cura me haya visto entrando a casa, mamá.

— ¡Y ese es mi problema! ¡No pones cuidado en lo que haces jamás! —Gritó dándole golpes a la mesa. Mis piernas temblaron.

—Lo...lo lamento. Conseguiré algo para vender, lo juro. —Dije rápidamente, a lo que ella sonrió cínicamente.

— ¿Y qué piensas hacer? ¿Robar?

—Mamá escúchame por una vez...—Susurré al borde del llanto, ella se hizo hacia atrás en la silla y me miró atenta —Quiero cambiarme de preparatoria.

— ¿Qué tiene que ver eso? —Escupió.

—Yo...sólo cámbiame mamá...

—No, seguirás ahí. Además, no tengo dinero para una escuela privada o esas estupideces. Estudia, tontita.

Mamá se levantó de su silla y subió las escaleras, las cuales resonaban informando que la madera estaba podrida. Una vez más debía acabar la cena sola. "Estudia, tontita" me repetí y luego reí irónicamente en mi interior. "Trabaja, tontita" Le respondí a mi madre en mi mente.
Por más que intentara hacer algo para ayudarla siempre acababa haciendo peor las situaciones. Y ella lo sabía, tal vez por eso me detestaba. Odiaba tener que hacerse cargo de mí... odiaba tenerme como hija.

La comprendía tanto de todas formas, ni yo me querría. No soy nada para el mundo, ni siquiera sé por qué vine. Nada me importaba más que mamá, nada me divertía ni me aburría. Me daba exactamente todo igual. Pero había algo que jamás dejaría, ni por todo el dinero del mundo; mi piano. Papá me lo había regalado cuando apenas tenía once años, y desde entonces he aprendido sola a tocar. Pero mamá no debe saber que aún lo conservo, y es por eso que está en mi habitación. Es el último lugar en el que ella estaría.

Me acosté en mi cama y me cubrí con las sábanas. El frío que sentía en ese momento era horrible. Y peor era saber que una parte del techo estaba rota, por lo tanto no me sorprendería que unas gotas de lluvia me cayeran encima. Al menos tenía donde vivir. Tenía una casa, tenía comida y con qué vestirme. Tal vez no era la casa más hermosa del vecindario, pero la amaba. Tal vez la comida solía ser la misma todos los días, pero aun así comía. Y...tal vez mi ropa no era la más linda del mundo, pero de todas formas la usaba.

El lunes jamás ha sido mi día favorito, y hablo por todos. Pero conmigo era diferente. Lunes significaba el comienzo de mi pesadilla...y yo sabía que tarde o temprano terminaría. Jamás perdería la fe. Sin embargo era fuerte por dentro, en mi interior podía vencer aquel miedo que les tenía, podía hasta protegerme. En cambio por fuera, sólo era una chica que vestía ropa pasada de moda y lloraba en cualquier situación. Estaba acostumbrada a ser así.

Quería cambiar, pero no podía.

__________________________

Invisible »Jb. |FinalizadaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz