Capítulo 007.

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Abrí mis ojos y comencé a toser, escupiendo toda el agua que había tragado. Me senté abrazando mis piernas, mientras todos comenzaban a hacer una ronda alrededor de mí. Miré hacia arriba y me encontré con los ojos de Justin, quién limpió su boca y se fue empujando a todos. Fruncí el ceño y entonces la profesora me tendió su mano, la cual tomé.

— ¿Estás bien? —Preguntó ella con preocupación, mientras se oían algunas risas detrás de nosotras.

—Sí, no se preocupe —Murmuré, la profesora asintió y salió de la clase.

Tomé una toalla y me envolví en ella, miré hacia mi derecha y vi a Ryan y a Matt, quienes se burlaban de mí haciendo muecas de ahogo. No les deseaba el mal, pero ojalá se cayeran al agua mientras sostenían sus costosos celulares. Salí por la misma puerta que anteriormente Justin y la profesora habían atravesado y caminé hacia las duchas. Abrí el grifo y el agua tibia comenzó a caer sobre mi cuerpo, era tan relajante. Al salir, me cambié y tomé mi mochila nuevamente, sintiendo una respiración en mi hombro.

— ¿Qué te pareció, tonta? —Preguntó Hailey cruzándose de brazos. Fruncí el ceño nuevamente.

— ¿A qué te refieres? —Dije mientras cerraba mi mochila, ella soltó una risa.

—Los labios de Justin, estúpida —Respondió alzando su fina ceja derecha. Volví a fruncir el ceño y pasé por su lado.

—No sé de qué hablas —Balbuceé cerrando el casillero.

—Justin te dio respiración de boca a boca

— ¿Qué? —Abrí mis ojos y abracé mi mochila, joder.

—Pero no te acostumbres, jamás volverás a sentir los labios de mi novio. ¿Oíste? —Hailey me empujó contra los casilleros y salió de los cambiadores.

Toqué mis labios automáticamente. ¿Realmente él me había dado respiración boca a boca? ¿Realmente se había atrevido a hacerlo a pesar de que me odiaba? Lo más seguro era que había sido obligado por la profesora, o Hailey estaba mintiendo. No podía ser otra cosa.

Salí de los cambiadores y fui hacia mi próxima y última clase del día: Biología. Caminé por los extensos pasillos de la preparatoria y a lo lejos pude ver a Justin y a Hailey besándose, o más bien comiéndose entre ellos. Entré en la clase, me senté en el último asiento de la sala y allí traté de concentrarme. Claro que no lo logré, no podía si quiera pensar sabiendo que Justin y Hailey eran novios. No lo aceptaba, ella no lo merecía... ¡ni él a ella!

— ¿Puede repetirme lo que dije, señorita Hall? —Dijo el profesor Mark a mi lado. Me sonrojé.

—No...no estaba prestando atención...—Respondí sintiendo mis mejillas arder. Todos rieron, excepto el profesor.

—La veo después de la clase, está castigada.

La clase siguió, pero mi mente era un caos. Debía ir a ver a mamá en la tarde y no podría porque estaba castigada. ¿Qué hice para merecer tanta mala suerte? Mamá me había pedido que le llevara cigarrillos, y ahora se molestaría tanto al no verme allí. Oficialmente estaba en muy, muy serios problemas.

Todos comenzaron a salir del salón, así que me levanté y salí también. Traté de pasar desapercibida, tenía que salir de la preparatoria sí o sí. Me escabullí entre la multitud de estudiantes y cuando estaba a punto de salir, la voz del profesor Mark hizo que maldijera en mi mente.

—Señorita Hall, vuelva aquí —Dijo firme, di media vuelta y caminé con él.

Miré hacia adelante y noté que Bieber venía hacia nosotros. No pude evitar agachar la mirada y sonrojarme, aún no podía quitar de mi cabeza que Justin me había salvado. Mark y Justin comenzaron a hablar sobre temas de la clase, mientras yo estaba de adorno allí. Aclaré mi garganta y ambos me miraron atentos, como si tuviera algo que decir. Al notar que no articulaba palabra, siguieron hablando. Cuando por fin terminaron, el profesor se adelantó y traté de correr a su lado, pero Justin tomó mi brazo con fuerza.

— ¿A dónde crees que vas? —Preguntó seriamente, alcé los hombros con cautela.

—Estoy castigada, debo ir con el profesor—Respondí bajito, él negó con la cabeza.

—Me pidió que te haga lavar las camisetas del equipo —Dijo Bieber rascando su nuca. Me atreví a mirarlo.

—No lo haré —Hablé firme, él soltó una risa sin gracia.

—Créeme que sí lo harás, feíta

Volvió a tomar mi brazo y me llevó a rastras hacia los cambiadores de los chicos. Entré y mis piernas temblaron. ¡Todo el equipo estaba allí! Miré hacia abajo tratando de esquivarlos, me aterraba pensar que podrían golpearme o quién sabe qué. Tragué en seco al ver las veinte camisetas que debía lavar. Maldije en mi interior por cuarta vez en el día y decidí cumplir con el castigo. Después de todo, la culpable era yo.

—Lávalas y luego mételas a la secadora, no dejes ni una mancha. ¿Escuchaste bien, perrita? —Dijo Justin empujándome hacia la sala de lavadoras. Asentí.

—Espera...—Dije de repente, él frenó en seco y me miró.

— ¿Qué?

— ¿E... Es cierto que me has dado respiración de boca a boca? —Pregunté con cautela, temiendo que viniera a golpearme. Cerré los ojos por intuición, pero no oí nada más que un suspiro de su parte.

—Si —Respondió mientras rascaba su nuca. Al parecer era de costumbre hacerlo.

— ¿Por qué?

—Me obligaron —Dijo con frialdad, por mi parte asentí levemente.

—Yo...gracias —Bajé la mirada.

Él no respondió y salió, cerrando la puerta con pestillo, lo que significaba que no abriría hasta que terminase de lavar como una criada. Decidí ordenar las camisetas por números, desde la número uno, que tenía el nombre de Bieber grabada en ella, hasta la veinte. Comencé a lavar intentando no mojarme, pero entonces un ruido me sacó de la concentración que había logrado, haciendo que mirara hacia atrás. No había nada. Sacudí mi cabeza y seguí lavando las mugrosas camisetas.

Al terminar, las metí en las secadoras y me crucé de brazos. Hacía mucho frío en esta sala, podía notar el humito que salía de mi boca. Comencé a jugar como una niña de cinco años, pero nuevamente el ruido hizo que mirara hacia atrás. Mis ojos se abrieron más de lo normal y luego sentí el agua congelada caer sobre mi cuerpo. Justin, Ryan y Matt comenzaron a reír a carcajadas mientras yo temblaba. Los empujé y corrí lejos de ahí.

Busqué al profesor Mark con la mirada y este hizo un ademán con sus manos, caminando hacia mí. Se acercaba poco a poco y mientras lo hacía, su ceño se fruncía aún más. Alcé los hombros y abracé mis brazos.

— ¿Qué le sucedió, Hall? —Preguntó atento, mientras ponía una de sus manos en su cadera.

—La lavadora se averió —Respondí

— ¿¡Qué hacía en la sala de lavadoras!?

— ¿No me había enviado a lavar las camisetas del equipo? —Pregunté, temiendo su respuesta.

—No, señorita Hall. Jamás le haría lavar las camisetas. Fui a buscar algunos papeles que quería que separe y cuando vine ya no estaba.

¡Maldito seas, Bieber!


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Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now