Capítulo 080.

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Sus caricias comenzaron a hacerse cada vez más placenteras, mientras sus labios devoraban los míos con dulzura y pasión a la vez. Pero había una parte de mí que no dejaba que me concentrara. Me sentía totalmente vacía, triste y confundida. Mis brazos se deslizaron por sus hombros hasta caer a mis costados, y Justin dejó de besarme al instante. Me miró a los ojos y corrí la vista, estaba nerviosa.

Sus intentos por retomar aquel tierno beso fueron en vano, se separó de mí en silencio y se sentó al borde de la cama rascando su nuca. Tomé mi rostro entre mis manos y solté un suspiro bajito, sintiéndome terrible. Se suponía que debíamos hacer el amor, pero en lugar de eso estábamos presenciando un silencio incómodo. Era mi culpa, lo admitía. Esto tenía que ver conmigo y mis inseguridades. Con mi nerviosismo. Con mi miedo a ser asesinada en cualquier momento. Con permanecer al lado de alguien que también corría peligro. Y para el colmo, según papá, sólo yo podía acabar con todo esto.

¿Cómo se suponía que lo haría? ¿Cómo frenaría a la causante de tanto sufrimiento? Si me paraba delante de mi madre probablemente recibiría un disparo en la cabeza, y mi cuerpo jamás sería encontrado. O quizás peor. Quién sabe, ella era capaz de todo. ¿No es cierto? Si matar a su propia hija era su principal objetivo, ella era capaz de absolutamente todo.

Volví a mi triste realidad y Justin permanecía sentado en la cama, sólo que ésta vez miraba un punto específico en el rincón de la habitación. Cerré los ojos unos segundos y busqué con la mirada mi ropa. Me levanté de la cama y me senté detrás de Justin, apoyando mi cabeza en su fuerte espalda, y rodeándolo con mis brazos. Pero él ni siquiera se movió. Por un momento había tenido la esperanza de que hablaríamos, nos entenderíamos y luego dormiríamos abrazados como lo había planeado. Eso era imposible. Las pláticas con Justin se trataba de quién tenía la razón, de quién era el más inteligente o quién tenía el ego más elevado.

—Perdón. —Susurré, volviendo a cerrar mis ojos.

Él tardó unos segundos en responder. —Déjalo así, Hall. Sé cuánto estás sufriendo y lo entiendo.

Me coloqué delante de él y me agaché para acariciar sus mejillas. —Prometo que cuando todo esto se acabe seré la mejor novia del mundo.

Sonrió levemente. —Créeme, ya lo eres.

Sentí un sinfín de emociones en mi cuerpo al verlo sonreír de nuevo. Y entonces descubrí por qué me había enamorado de él; su coraje, la sinceridad en sus palabras y su llamante respeto propio. Podría observarlo por horas y aun así jamás cansarme. Justin era mi polo opuesto. Él sabía lo que quería. Era decidido. Y justamente ello era lo que yo estaba buscando. Hacía un tiempo me había replanteado que quizás su lado oscuro y rudo me había conducido a enamorarme perdidamente, pero estaba equivocada. Mis ganas por descubrir por qué era así habían sido la razón suficiente para caer rendida a sus pies. Sus secretos, sus emociones, sus sentimientos hacia mí y hacia los demás eran antes algo que creía que jamás lograría averiguar. Y sin querer comencé a hacerlo, olvidando que existía algo llamado amor.

Por ende debía dejarlo ir. Por más estúpido que sonara debía alejarme de él; corría peligro y quizás sólo yo podía evitarlo. Y si fallaba en el intento podría morir en paz, porque Justin estaría a salvo. Pondría mis manos en el fuego por él. Era quien merecía la felicidad, incluso más que yo. Planearía cómo decirle dónde está su madre y luego me marcharía de su vida, con el corazón hecho trizas.

Me encaminé hacia la sala de estar y no pude evitar frenar frente a la ventana. Estaba lloviendo demasiado fuerte, pero comenzaba a gustarme. Por primera vez no lloraría o gritaría al oír un trueno. Eso era el pasado. Recordé entonces las sabias palabras que mi abuelo, ya fallecido, me había dicho cuando era una pequeña: "El pasado tiene la mala costumbre de interrumpir el presente. Y si no le sueltas la mano, te perderás el futuro". Y era justamente lo que haría.

Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now