Capítulo 008.

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— ¡Hasta que por fin apareces, estúpida! —Gritó mamá, mientras yo sacaba sus cigarrillos de mi mochila.

—Lo siento mamá, debí hacer una tarea en la preparatoria y no pude venir antes —Balbuceé rápidamente, ella me arrebató de las manos el paquete de cigarrillos y sacó uno con desesperación.

Me senté en el pequeño sofá y comencé a jugar con mis manos. El silencio cómodo se apoderó de la habitación, mamá inhalaba y exhalaba el humo mientras yo me mareaba con sólo imaginar que podría entrar por mi boca o nariz. Por intuición tomé una almohada y cubrí mi rostro, procurando que mamá no comenzara a preguntar. Cerré los ojos de repente y sentí un sueño terrible, tal vez ir a casa sería mejor que aguantar las burlas de ella.

—Iré a casa, mamá —Dije mientras me levantaba y acomodaba mis pantalones.

—Haz lo quieras, tontita.

Salí del hospital y caminé directo a casa. Bostecé y busqué en mi mochila las llaves, al no encontrarlas comencé a desesperarme. Tanteé mis bolsillos, mi mochila y hasta mi blusa, pero no estaban. Di media vuelta y mirando hacia abajo comencé a buscarlas. Oí las campanitas que tenía el llavero y levanté la mirada, para luego soltar un suspiro.

—Dámelas, Justin —Dije borde, acercándome a él, quién agitaba las llaves.

— ¿Las quieres? Ven por ellas, perrita —Respondió Bieber mientras retrocedía lentamente. Gruñí.

—Ya basta, dámelas —Me acerqué a él y le arrebaté las llaves. Él me miró mal, para luego acercarse peligrosamente.

— Tendrás que ser castigada otra vez mañana, fea —Sus palabras hicieron que recuerde lo mal que lo había pasado en la sala de lavadoras. Me enfurecí.

— ¿Por qué demonios me hiciste lavar las camisetas del puto equipo, idiota? —Grité como una loca, él ni siquiera se sorprendió. Es más, encendió un cigarrillo tranquilamente.

—Por que quise —Respondió como si nada, viré los ojos.

—Nunca más vuelvas a hacerlo.

— ¿Y qué si lo hago? —Preguntó, acercándose a mí. Fruncí el ceño nerviosa.

—No puedes, no tienes el derecho —Me defendí, Justin rió.

—Tengo el poder sobre ti. Me temes...y eso hace que tenga todo el derecho de hacerte sufrir.

Aspiró su cigarrillo y me arrojó el humo en el rostro. Tosí exageradamente, mientras él siguió su camino dándome un leve empujón, subió a su auto y se marchó de allí. Mi pregunta era, ¿Su madre era igual de mala que él? ¿Su padre? ¿Sus hermanos? Si es que los tenía, ojalá no fueran iguales. Jamás había conocido a una persona con un corazón tan frío como el suyo, a excepción de mamá. Justin quizás no tenía solución, él jamás cambiaría. El muy cabrón pensaba que era mi dueño y yo su mascota. Su "perrita".

Me adentré a la casa y me fijé en la basura que había en ella. El suelo estaba sucio, los muebles apenas y podían sostener lo que tenían dentro, los retratos de la familia estaban torcidos y a punto de caerse. En fin, todo un desastre. Puse mis manos en mi cintura y comencé a observar dónde podría comenzar a limpiar. Comencé por el suelo, busqué la escoba y barrí perfectamente, luego seguí por sacudir los muebles y los retratos con un plumero.

Dos horas después ya había acabado. La sala estaba reluciente, mamá estaría orgullosa de mí. Sonreí y me senté en el sofá, el cual ahora era más cómodo y no tenía polvo. Me recosté y encendí la pequeña radio, puse música lenta y cerré los ojos, relajándome completamente.

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Por fin viernes, me dije a mí misma. Entré a la preparatoria, la cual estaba llena; me había quedado dormida. Abrí mi casillero y miré hacia mi derecha, cerré los ojos y solté un suspiro. Aquí viene.

— ¡Oye, Hall! Estás más fea que ayer —Gritó Bieber y un sinfín de risas comenzaron a oírse.

Lo ignoré y saqué mis libros, guardé algunos y cerré el casillero. Caminé rápidamente hacia la clase, pero Alice y Hailey se pararon frente a mí, evitando mi paso. Traté de ir por el costado, pero claro que no pude. Ambas me tomaron de los brazos, apretando fuertemente. Ahogué un grito.

—Hemos oído que tu mamá está en el hospital. ¿Acaso se acostó con cien hombres en un día y la dejaron en silla de ruedas? —Se burló Alice, sentí mis ojos picar.

—De seguro fueron más de cien, nena —Matt se paró al lado de la morena, tomándola por la cintura. Miré hacia abajo.

—Debe de tener sida —Dijo Hailey y esa fue la gota que colmó el vaso.

Con un rápido movimiento, me solté de su agarre y le di un puñetazo a Hailey. Podían meterse conmigo, pero no con mamá. ¡Nadie debía meterse con mamá! ¡Ella era la persona más hermosa del mundo!

— ¡Llévenla al patio, ahora! —Gritó Hailey tocando su pómulo izquierdo y me di cuenta entonces de lo que había hecho...estaba en problemas.

—Ahora sí que las pagarás, maldita perra —Dijo Alice, temblé.

El playón de cemento era el escenario perfecto cuando había peleas. Estaba alejado de la preparatoria, pero no era un motivo para que los profesores no se dieran cuenta. Matt y Justin me llevaban de los brazos esta vez, mientras Hailey venía detrás con Alice y Ryan.

—No debiste haberte metido con Hailey—Me susurró Justin, lo miré asustada.

—Ella se metió con mi madre —Sollocé, él sólo me ignoró.

Caí contra el frío cemento y un dolor agudo inundó mi pierna derecha. Gemí fuertemente, mientras veía mi propia sangre deslizarse por mi pierna. Hailey me tomó del cabello y logré ver a Justin, quien me miraba seriamente con Ryan, Matt y Alice a sus lados. Un nuevo golpe hizo que cerrara los ojos, alcé mi mano con mi puño cerrado y golpeé a Hailey en el rostro nuevamente. Ella cayó y me levanté como pude, mientras lágrimas caían por mis ojos.

Temblé al sentir unos fuertes brazos alrededor de mí. Intenté zafarme del agarre de Matt, pero era imposible. Hailey vino hacia mí hecha una furia, cerré los ojos nuevamente. Se suponía que sólo ella me golpearía, pero ahora todos se le unirían y yo terminaría en un hospital. Una, dos, tres bofetadas hicieron que cayera al suelo nuevamente. Mi rostro ardía horriblemente, y la sangre seguía saliendo lentamente de mi pierna. Mi cabello estaba despeinado de las incontables veces que lo habían tomado, apenas sentía mis brazos y mis piernas.

Cuando creía que Justin volvería a salvarme, fue todo lo contrario. Y lo último que sentí fue su puño en mi rostro.


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Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now