Capítulo 075.

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Tomé aire y conté hasta tres mentalmente: le tenía pánico a las alturas. No sabía muy bien por qué estábamos "escapándonos" por mi ventana, cuando en realidad podríamos haber salido por la puerta principal. Y ese no era el mayor problema; el frío que hacía era inexplicable. Salía humito por mi boca a tal grado que no podía dejar de respirar como una anormal. Justin ya estaba en el suelo, observando mi lucha por pisar bien y no resbalar.

—Salta, Hall. —Me animó, extendiendo sus brazos.

Cerré los ojos frenando en seco. —¿Estás loco? Quiero volver a subir. —Exclamé. Obviamente era imposible, ya que estaba más cerca del suelo que de mí amada ventana.

—Yo te atraparé. Confía en mí. —Insistió.

No me quedó de otra que volver a contar hasta tres y soltarme de la rama del árbol. Todo parecía ir en cámara lenta, y quedé en un estado de shock cuando él me atrapó en brazos. ¿Cómo lo había hecho? No lo sabía, pero me di cuenta de que además de ser el amor de mi vida era mi héroe. Sólo mío.

—¿Lo ves? No fue tan difícil.

Entrecerré los ojos. —Hubiera sido más simple salir por la puerta.

—Quise correr el riesgo —.Alzó los hombros al dejarme en el suelo. —Admite que fue divertido.

—No lo haré, casi muero. —Exageré y él soltó una carcajada, envolviéndome en sus brazos.

Su corazón latía de una forma inigualable. Era el latido más bello que había escuchado, por más estúpido que sonara. Y es que me era imposible no hallar perfección en Justin. Lo era. Era perfecto.

Tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Así nos mantuvimos mientras caminábamos hacia el lago; el frío estaba disminuyendo poco a poco y la sonrisa que tenía en el rostro era imborrable. Nos sentamos en la orilla y pude notar el reflejo de la luna llena sobre el agua; era una noche única.

— ¿Realmente tuviste miedo? —Dijo luego de acomodarse.

Negué dudosa. —No mucho, pero no creí que me atraparías.

—Y yo no creí que te soltarías.

Ambos reímos y él sacó de su bolsillo dulces de fresas, mis favoritos para ser más específica. Le sonreí como una niña pequeña y comencé a desenvolver un dulce, para luego llevarlo a mi boca y saborearlo. Unos segundos después él sacó su lengua y ésta estaba de un color rojo, no logré evitar soltar una carcajada.

— ¿Está roja?

Asentí con una sonrisa y mi boca llena de dulces.

—Enséñame la tuya. —Ordenó, y negué al instante. —Hall...quiero ver tu lengua. —Se acercó a mí y me alejé un poco sin quitar la felicidad de mi rostro.

—No te la mostraré. —Canturrié.

— ¿No lo harás?

—No

—Está bien...pero atente a las consecuencias.

Se levantó de su lugar y fui más rápida al comenzar a correr como loca; cada paso que daba era seguro, era imposible que me atrapara entre tantas rocas y arena húmeda. Pero mis ilusiones se desvanecieron cuando me elevó en el aire, sosteniéndome de la cintura. Iba a gritar pero sabía que papá o Marie podrían oír y vendrían corriendo hacia aquí, así que me mantuve callada, no del todo, pero callada.

Bastaron unos cuantos minutos para que ambos volviéramos a nuestros lugares en la orilla, y soltáramos un suspiro al unísono. Estaba cansada, mi fuerte nunca había sido correr y menos teniendo asma, pero de vez en cuando no venía nada mal. Y menos si quien me corría era prácticamente un dios griego.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora