EPÍLOGO

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-3 años después.-

— ¡Mami! —Oí, proveniente del piso de arriba.

Dejé el libro de romance que estaba leyendo y me dispuse a subir las escaleras, adentrándome a la habitación de Thomas. Estaba parado en su cuna y sus juguetes estaban esparcidos por todo el suelo. No pude evitar sonreír.

—Thomas...—Alargué. Sus ojitos se clavaron en mí.

Me encaminé hacia él y lo tomé en brazos, besando su mejilla con amor. Salí de la habitación y bajé las escaleras, dirigiéndome hacia la cocina. De la alacena saqué su biberón y lo llené de agua natural, para luego sentarlo en su sillita y entregárselo. Estaba bastante calmado hoy, y era raro porque solía ser un travieso de primera.

Thomas había cumplido dos años la semana pasada. La fiesta de cumpleaños había sido un éxito, e incluso aún teníamos globos dando vueltas por la casa y trozos de pastel en el refrigerador. Tomé entre mis manos una taza y vertí el café que poco antes había preparado. La señora que limpiaba se había tomado dos días de reposo porque tenía dolores en su espalda, y no dudé en aceptar gustosa.

En realidad anhelaba ser ama de casa, pero la empresa me tenía de los pelos. Justin repetía que sólo él debía trabajar, y que lo mejor sería que me quedara con Thomas. No hace falta decir que por esa razón solíamos discutir muy seguido. Pero mi amor por él seguía intacto; aún sentía que era todo lo que necesitaba y lo que estaba bien en mi vida.

Me senté frente a Thomas y bebí de mi café, mientras él observaba todo con curiosidad. A decir verdad estaba extasiada de poder darle todo lo que necesitaba. Hacía dos años, Justin había recibido la herencia que sorpresivamente Jeremy le había dejado. Era nada más y nada menos que el ochenta por ciento de sus ganancias. Con parte de ese dinero habíamos comprado un departamento en Milán (Donde la mamá de Jazzy y Jaxon se había mudado) y otro en París, por si se nos ocurría ir a descansar a Francia algún día.

Me dispuse a lavar algunos trastes que habían quedado del almuerzo y luego limpié los ventanales. Fijé mi vista en el reloj de pared y me sorprendí al ver que eran las seis de la tarde, y que Justin debía estar aquí a las cinco. Apreté los labios con fuerza; no quería preocuparme por nada. No le hacía bien a Thomas verme así y no merecía tampoco un aire negativo que lo rodeara. Además, la empresa de Justin solía tener variaciones de horario que él mismo se había encargado de explicarme para que no desconfiara. Supuse que su llegada tarde se debía a eso.

Esta noche vendrían a cenar Claire, Marie, Connor y Logan con su novia. Claire estaba trabajando en un proyecto para abrir su propia escuela de música, donde le enseñaría a los más pequeños a tocar instrumentos grandes y, a veces, dificultosos. En cuanto a Marie y a Connor, solían visitarnos con frecuencia y traerle todo tipo de juguetes a Thomas. Sí, lo malcriaban bastante. Connor había estado en rehabilitación para poder dejar las drogas, y sólo hizo falta un año para que eso ocurriera. Su motocicleta había sido vendida y le había jurado a Marie que no volvería a estar en una carrera ilegal. Y Logan jamás había estado tan feliz. Su novia se llamaba Chloe y era muy simpática y amorosa con todos, y por supuesto que habían estado mencionando, indirectamente, preparativos para su boda. Al verlos no podía negar que se amaban demasiado y que de seguro pronto anunciarían su compromiso.

Tomé en mis brazos a Thomas y en cuanto crucé el umbral que daba a la sala de estar, la puerta principal de abrió. Justin nos miró a ambos y no tardó en encaminarse hacia nosotros. Besó la frente de Thomas y luego besó mis labios con suavidad, lo cual era habitual en él.

—Lamento llegar tarde. —Dijo él, quitándose su saco.

—No te preocupes, Thomas acaba de despertar. —Respondí, dejando a nuestro hijo sobre la alfombra.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora