Capítulo 101. PENÚLTIMO CAP.

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Recuerdo que lo único bueno que sucedía en mi vida era hallar dinero en la calle o simplemente vestir ropa nueva que la iglesia le donaba a mamá. Estaba en lo más profundo del pozo. Sólo veía la felicidad como algo completamente ajeno a mí y a todo lo que me rodeaba, veía las sonrisas de las personas y las envidiaba, porque no podía formar ni siquiera una en mi rostro. Era golpeada en la preparatoria. Era burlada y humillada. Me veían como a un bicho raro que con sólo tocarte podía hacer que te diera cáncer.

Aun así no comprendía cómo y por qué todo había cambiado. ¿Qué hubiera sucedido si papá no aparecía para llevarme con él y alejarme de mamá? ¿Qué hubiera sucedido si Jeremy decidía que era mejor no volver a la ciudad y Justin se quedaba en donde sea que ambos se habían ido? ¿Qué hubiera sucedido si aquel taxi no hubiera frenado y Claire jamás me hubiera ayudado a levantarme y secar mis lágrimas luego de ser humillada? ¿Qué hubiera sucedido si jamás conocía cómo era realmente el amor?

Definitivamente estaría perdida; no hallaba otra respuesta. Cualquier píldora, droga e incluso alcohol formaría parte de mi vida si las personas que hoy me hacían feliz jamás hubieran aparecido. Sería una catástrofe. Mis días serían grises, la depresión se sujetaría a mí sin intensión de soltarse.

Y por eso ahora me sentía la chica más afortunada de todas. Había pasado de no tener nada a tenerlo todo en un abrir y cerrar de ojos. Y estaba segura de que después de la tormenta, siempre saldría el sol e iluminaría todo a mi alrededor. Quizás lo único que precisaba en estos momentos era imposible de conseguir, la salud de papá se deterioraba cada día más. Su enfermedad era incurable, sobre todo siendo terminal. Sólo los tratamientos y las medicinas podían alargar su poco tiempo de vida, y agradecía a los doctores por cuidarlo con tanta delicadeza y entusiasmo. Papá formaba parte de mí como el mismísimo aire que respiraba. No podía imaginarme a mí misma sin él, sin sus pláticas, sin su voz, sin su risa y su carisma, sin todo su esfuerzo por hacerme lo más feliz posible.

Me asomé por el balcón de la nueva casa. La vista era preciosa y podía respirar el aire fresco y puro de una sola vez. El cielo cubierto de nubes grises era ahora algo ajeno a mí. La lluvia no volvería a ser mi compañía. Los truenos no volverían a asustarme. Y mis lágrimas por las noches sólo aparecerían cuando realmente algo malo sucediera, y no por obra de los pensamientos que tanto me habían atormentado.

Justin me rodeó con sus fuertes brazos y me apoyé en su hombro, queriendo que jamás me soltara. Depositó un sonoro beso en mi cabeza y permaneció unos segundos así, para luego separarse de mí tan sólo un poco y hacer que lo mirara fijamente. Sus ojos mieles demostraban la extrema felicidad que estaba experimentando en estos momentos, y no pude evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja sin dejar de mirarlo.

—Tiene una buena vista. —Dijo, dándole un vistazo al paisaje.

—Todo aquí es perfecto. —Respondí casi en un susurro.

—Eso te incluye a ti también. —Tomó mi rostro entre sus manos y solté una risita.

Tomó mi mano y comenzamos a caminar, saliendo de la que ahora era nuestra habitación. Bajamos las escaleras y salimos hacia el patio trasero, donde había una enorme piscina y a unos metros de ésta estaba la hamaca hawaiana. Nos dirigimos hacia ella y Justin se acostó, haciendo que yo me recostara a su lado.

Las hojas de los árboles continuaban cayendo debido a la leve brisa que había hoy. El suelo estaba repleto de amarillo, marrón, algo de verde y también bordó. Alcé mi vista y Justin me sonrió.

— ¿Crees que seremos felices aquí? —Le pregunté.

—Estoy seguro que sí. —Afirmó, abrazándome. —Seremos felices, siempre y cuando estemos juntos.

Invisible »Jb. |FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora