Capítulo 040.

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Las hojas de los árboles caían casi sobre mí mientras con el rastrillo las quitaba del césped del patio trasero. Marie había tenido un fuerte dolor en su espalda y, por lo tanto, me había decidido a ayudarle en un quehacer bastante difícil para ella. Tomé la bolsa de consorcio y coloqué en ella todas las hojas que pude, luego la cerré y la dejé a un lado. No lograba distraerme con absolutamente nada, ni con las nubes grises sobre mi cabeza.

¿Cuándo saldrás de mi mente, Justin? Pensé inquieta, sentándome en el borde de la piscina. Miré mi reflejo borroso en el agua e hice una sonrisa, más bien una mueca. ¿Qué demonios tenía de hermosa? ¿Por qué Justin me lo había dicho? ¿Y por qué yo no lograba verlo?

—¿_____? —Oí detrás de mí, justamente a quien no quería oír.

—Papá...—Murmuré, tratando de calmar mis sentidos.

— ¿Tú...cómo estás? —Preguntó llegando a mi lado, sentándose en una reposera de madera.

— ¿Por qué te fuiste sin decir nada? —Ataqué, sin siquiera mirarlo.

—Tuve que hacerlo, hija. No podía dejar que tu madre me siguiera robando. —Hizo una pausa mientras yo lo observé con confusión. —Mi cuenta en el banco de Francia está completamente vacía.

De repente un nudo se formó en mi garganta. Mamá había prometido no volver a ser la misma, ella estaba segura de sí y de que necesitaba un cambio en su vida. Jamás creí que papá podía mentir tan bien.

— ¿Por qué lo haces? —Pregunté levantándome, casi enfrentándolo. —Estás mintiendo otra vez, papá. Ella no es una ladrona, ha cambiado. ¡Está en rehabilitación! —Grité arrojando el rastrillo.

Su expresión de sorpresa no la olvidaría nunca.

— ¿Ella...qué? ¿En rehabilitación? ¡¿Estás loca?! —Imitó mi tono, tomándome por los hombros.

—Suéltame —Balbuceé, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Me soltó de repente.

La cuestión no era quién mentía o no, era quién se engañaba a sí mismo. Mi padre jamás había hecho algo lindo por mí sentimentalmente, todo para él era material. Él me quería lejos, no me necesitaba.

—Me iré de aquí. —Dije firme, contemplando su expresión.

— ¿Y adónde piensas ir? ¿Con tu madre? —Preguntó irónico. Negué con la cabeza formando una sonrisa casi macabra.

Di media vuelta, comenzando a caminar.

—Me iré con quien más amo en este maldito planeta. —Respondí.

++++

Alcé mi fino dedo y apreté el timbre de aquella gran casa. Oí unos pasos acercándose a la puerta y luego el pomo girarse. Justin puso su mirada directamente en el bolso que sostenía en mi mano y luego en mis ojos.

— ¿Qué...

—Abrázame, sólo hazlo. —Susurré prácticamente saltando a sus brazos.

Me rodeó por la cintura, mientras sus manos recorrieron mi piel. Solté un suspiro y por fin mis lágrimas salieron, jamás había huido de casa y esto de por sí era algo de "primera vez para todo". Hundí mi rostro en su cuello, aspirando aquel perfume masculino que tanto amaba.

—Vamos adentro.

Tomó mi mano y me guio hacia la sala de estar, donde dejé mi bolso. Solté una vez más un suspiro bajito, seguido de un sollozo. Justin se puso frente a mí y tomó mi rostro entre sus manos; observé sus ojos con amor.

— ¿Quieres explicarme qué ha sucedido o quieres descansar? —Preguntó sin cautela.

—No quiero ser una entrometida, Justin. No debí haber venido así como si nada, pero es que no sé a dónde ir y...

—Sube a mi habitación, te llevaré algo para que comas. —Me interrumpió, dándome un empujoncito suave hacia las escaleras.

Me di por vencida al darme cuenta que dijera lo que dijera, él no dejaría que me fuera de su casa. Subí algo resignada y entré en su habitación, dejé mi chaqueta en una silla de escritorio y me senté en la cama.

Oh por dios, ¿Qué había hecho? ¿Había escapado de casa? ¿Qué pasaría conmigo ahora? ¿Cómo seguiría después de saber que sólo Justin estaba a mi lado?

Y no sólo eso, prácticamente era increíble el pensar que hace unos meses no quería acercarme a él. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos como ahora. Y en estos momentos era mi única compañía. Justin era el único que me ayudaba, quería y además cuidaba.

—Te traje un sándwich. —Oí minutos después a mi lado. Le dediqué una sonrisa que parecía ser más una mueca y él se sentó junto a mí.

—Gracias por hacer esto. —Susurré, mirando hacia abajo. Me apenaba ser una "intrusa".

—Te dije que te cuidaría y así será. —Hizo una pausa. —Puedes dormir aquí si quieres, iré por una almohada.

—Pero... es tu cama —Dije rápidamente, él se levantó.

—No dejaré que duermas en el sofá, Hall.

Él salió de su habitación mientras yo asentía con la cabeza. Comencé a comer lentamente, mordisco tras mordisco, el sándwich fue haciéndose cada vez más pequeño hasta acabarse. Dejé el plato sobre la mesa de luz y me recosté en la cama, la cual tenía el perfume de Justin impregnada en ella. Era totalmente adicta a ese aroma.

Apagué la lámpara y cerré mis ojos, oyendo unos pasos acercándose a mí. El nerviosismo comenzó a hacerse presente, pero pronto se esfumó al notar que era Justin quien se sentaba en la cama y...se acostaba a mi lado. Lo miré con el ceño levemente fruncido y él sólo sonrió con dulzura.

— ¿Qué haces? —Pregunté con timidez, mientras lo observaba.

—Dormir contigo. —Respondió tranquilo, haciéndome sonreír.

— ¿Quieres que vaya al sofá? —Insistí. Negó rotundamente con la cabeza.

Me envolvió con sus brazos, acercándome a su cuerpo. Cerró sus ojos mientras yo lo contemplaba como a un cuadro precioso en un museo.

—Te he dicho, Hall, que no dejaré que duermas en el sofá. —Abrió sus ojos, casi iluminando mi rostro. —Y...yo quiero estar a tu lado. —Susurró en mi oído, haciéndome sentir la persona más afortunada del mundo.


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Rom.

Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now