Capítulo 002.

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Me sobresalté al oír los llamados de mi madre desde el piso de abajo. Froté mis ojos una y otra vez hasta estar lo suficientemente despierta para levantarme. Y así fue, caminé hacia el baño y me despojé de mi pijama. Abrí el grifo de la ducha y el agua fría comenzó a caer. Me metí, me duché y salí tiritando.

Me apresuré a vestirme, tomé mi mochila y bajé las escaleras cuidadosamente, encontrándome con mamá sentada fumando un cigarrillo. Le sonreí levemente y tomé un trozo de las tostadas que estaban sobre la encimera. Mordí y me senté junto a ella, buscando su mirada.

—Hay vecinos nuevos —Susurró pálidamente. Miré por la ventana y efectivamente así era.

—Ajá...al parecer tienen dinero. Mira esos muebles...—Estaba anonadada de tanta belleza. El algarrobo, el roble y los vidrios relucientes de aquellos muebles eran preciosos.

— ¡Basta de mirar! ¡Jamás tendrás eso! —Gritó ella, cerré la cortina rápidamente y volví a mi postura en la silla.

—Lo siento, mamá—Me disculpé. Oí un suspiro de su parte y luego su mano en la mía.

—Oh, hija...lo lamento, lamento ser un pedazo de mierda contigo. Debería morirme ahora —Susurró, la miré y la abracé.

—No mamá, no vuelvas a decir eso. Tú eres todo lo que me queda, no quiero que me dejes sola —Sollocé en su hombro, oí otro de su parte.

—Está bien cariño... ¿Puedes conseguir dinero y traerme cigarrillos?

Era muy raro que mamá me llamase "hija" o "cariño" sin pedirme algo después. Pero sin embargo sí era lo único que me quedaba, y a pesar de que yo apenas le importase, la amaba. Asentí con la cabeza, me levanté y salí por la puerta principal, cuidando no hacer mucho ruido. El frío me invadió completamente y hasta se podría decir que tenía los dedos congelados. No quería llegar tarde y que todos se burlaran de mí, aunque de todas formas lo harían.

Las hojas otoñales caían por todo el lugar mientras caminaba. Mis pies se deslizaban por la acera y mientras los segundos pasaban era consciente de que me acercaba cada vez más a la preparatoria. Aún no lograba entender cómo tenía el coraje para volver a aquel edificio sabiendo que saldría con unos cuantos moretones en mi cuerpo. Me aterraba pensar que algún día no saldría viva de allí.
Desde que Bieber había salido de la preparatoria para irse a otra ciudad mi vida siguió igual; los acosos, las burlas, los empujones, y hasta los golpes que recibía eran iguales a cuando él estaba. Él ha sido mi pesadilla durante tres años seguidos, la cual para mi suerte terminó cuando se fue. Pero aun así, yo era la invisible aquí, a nadie le importaba...si me hablaban era para burlarme. Si me tocaban era para luego darme un golpe, y si me miraban era para reírse de mí. Todo por su jodida culpa.

Entré a la preparatoria con la cabeza a gachas, no quería toparme con nadie. Las personas que pasaban por mi lado trataban de alejarse lo más que podían de mí, como si fuera un maldito bicho. Traté de ignorarlos y seguí mi paso hasta mi casillero. Saqué mi libro de historia junto con un bolígrafo que había hallado en los baños hace tiempo. Recuerdo que la última vez que mamá me había comprado útiles escolares había sido hace tres años atrás, antes de que papá nos dejara. Habíamos perdido todo, desde la cafetería hasta los fondos ahorrados que teníamos. Todo porque aquel hombre le había dejado eso a su secretaria.

— ¡Oye, Hall! —Un grito me sacó de mis pensamientos, volteé cautelosa y lo miré.

—Ryan—Balbuceé mientras él se acercaba a mí.

— ¿Tienes mi tarea? —Preguntó con una ceja levantada. Asentí y saqué las dos hojas de mi mochila.

—Historia y matemáticas. —Respondí antes de que él comenzara a preguntar.

—Ajá. ¿De casualidad le has quitado la ropa a tu madre? Te ves espantosa. —Se burló y miré mi ropa. Creía que era linda.

Me di cuenta que los pasillos se llenaban cada vez más, y las risas ensordecedoras se escuchaban a lo largo de este. Continué mi paso ignorando a Ryan, quien reía irónicamente. Solté un suspiro y me aferré a mis libros, no quería llorar. Demasiado tenía con las burlas a primera hora de la mañana.
Entré al salón de clases siendo empujada por todos, busqué un banco con la mirada y lo hallé al final de todos. Pasé desa­percibida, sabía que el profesor había llegado. Me senté y puse en la mesa mi libro, en el cual comencé a hacer garabatos.

— ¿El examen era hoy? —Preguntó y todos comenzaron a murmurar, hasta que se decidieron por responder un "no". Alcé mi mirada, mordiendo mi labio inferior.

—Es el otro lunes —Dijo el "gran" Matt Smith, conteniendo su risa estúpida.

— ¿Es cierto eso, señorita Hall? —Abrí los ojos más de lo normal y maldije en mi interior. Lo miré fijamente, sin saber qué responder.

—Yo...yo...si—Respondí nerviosa, oí algunas risas y podría decirse que hasta murmuraban.

—Al parecer está muy concentrada en su libro, así que de seguro la prueba sí es hoy, saquen una hoja. —Dijo Montgomery, sin quitar su mirada investigadora de mí.

Entre insultos y reproches, el profesor comenzó a dictar el examen. Mi estómago dolía de los nervios y no podía concentrarme, no sabía absolutamente nada. Copié el examen de todas formas, ¿Qué más podía hacer?
Mi mano comenzó a temblar, me insulté en mi interior al ver la letra más fea que había hecho jamás y decidí ponerme a dibujar.

Oí el timbre y solté el lápiz que sostenía. No había escrito absolutamente nada en una hora y ese era un gran problema, porque mamá se molestaría demasiado.
Me levanté de la silla y salí del salón de clases, el cual había quedado completamente vacío. Busqué entre tantas personas la puerta del baño, al hallarlo caminé rápido hacia allí. Entré y me encerré en un cubículo, luego cerré los ojos fuertemente. Esto de tener en la mente a mamá con su rostro furioso era horrible. Ella podría hasta dejarme en la calle por una simple nota en un examen, podría hasta...

— Vaya, vaya...miren a quién tenemos por aquí —Oí y lentamente subí mi mirada, encontrándome con Alice y Hailey.

—La pequeña llorona, ¿Es verdad que le robas la ropa a tu mamá? Eso es muy cruel... ¿No crees, Alice?

—Es cierto, tal vez tengamos que enseñarle lo que realmente es cruel —Ambas comenzaron a reír, me tomaron de las muñecas y ahogué un grito.

Me sacaron del baño y caminamos por el pasillo, a la vista de todos...y nadie hacía absolutamente nada. Me llevaron hacia el patio trasero, donde había una gran cantidad de personas. Sentí un golpe duro en mi espalda; me habían arrojado al frío suelo. Sin más comenzaron a golpearme con sus puños cerrados en el estómago y en el rostro, sentía un dolor espantoso y logré ver el líquido rojo que salía de mis manos a causa de la caída, mientras las personas se reían como si no hubiera un mañana, sin pensar el daño físico y psicológico que estaba sufriendo.

Bastaron cinco minutos para que todos se aburrieran de mí y me dejaran tirada allí. "Por un momento, yo era el centro de atención para los acosos y las burlas...y entonces caía, me rendía y volvía a ser la invisible."

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Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now