Capítulo 100.

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Nuestros cuerpos desnudos y cubiertos por una sábana blanca eran la prueba suficiente de la maravillosa noche que habíamos tenido. Nos habíamos entregado uno al otro como si fuera la última vez, aunque una parte de mí sabía que siempre sería así. Siempre tendríamos ese amor para brindarnos. Y por si fuera poco, aún podía notar su respiración agitada y su pecho subiendo y bajando con prisa.

Luego de aquella hermosa sorpresa, ambos nos habíamos dirigido hacia una de las suites del lugar y pedido champán. A decir verdad, jamás había probado esa bebida y no estaba nada mal. Justin había mencionado luego que sintió celos al verme con Logan, y que era la primera vez que se había decidido a dejar de lado su orgullo por algo, en este caso por mí. Y no lo culpaba, si tan sólo supiera cómo me había sentido yo al verlo con la "morena perfecta" en la preparatoria.

Aún me costaba creer que esto estaba sucediendo. Me costaba creer que podría contarle a papá que Justin y yo habíamos regresado, y que probablemente ahora comenzaría a ser feliz como siempre había anhelado. Me había prometido a mí misma visitarlo muy pronto, y decirle cuánto lo había extrañado y si había logrado leer mi carta.

Una penetrante mirada hizo que cayera en cuenta de que estaba recostada de espaldas sobre la cómoda y enorme cama, con unos fuertes brazos rodeándome. Me extasiaba poder decir que esa mirada pertenecía al amor de mi vida. Le sonreí mostrando mis dientes; su mano recorrió mi mejilla derecha, y yo no dejé de poner atención en cada uno de sus movimientos. Las yemas de sus dedos dejaban un suave rastro de caricias, haciendo que sintiera leves cosquillas en mi cuello.

—No tengo idea de qué me has hecho, pero te amo como nunca antes amé a nadie. —Susurró, besando la comisura de mis labios.

—Yo también te amo, Justin, no sabes cuánto. —Respondí, cerrando los ojos y apoyando mi cabeza en su hombro poco después.

—Mañana iremos a almorzar, tenemos una reservación. —Dijo, y yo volví a mirarlo.

— ¿Y qué pasaba si yo no te perdonaba? —Alcé una ceja. Su risa invadió mis oídos.

— ¿Crees que aceptaría un no por respuesta? —Contraatacó.

Relamí mis labios. —No...—Murmuré, volviendo a apoyarme en su hombro.

Besó mi frente con ternura, mientras yo flotaba en una gran burbuja. A estas instancias podía decir que aquella burbuja siempre había estado ahí para mí, e incluso me había ayudado a pensar bien en todas las decisiones que tomaba, así que una cosa estaba clara: jamás dejaría de encerrarme en ella. Todos mis recuerdos, buenos y malos, mis temores, mis objetivos y sueños, mis deseos, todo estaba ahí.

Y ahora podía decir también que mi alma estaba totalmente vacía de todo aquello que me atormentaba, y lo único que debía hacer era llenarla de todo lo que realmente me hacía feliz. Justin formaba parte de esa felicidad que tanto había buscado. Todo de él me hacía sonreír sin razón. No podía siquiera comprender cómo había logrado seguir adelante sin tenerlo a mi lado, pero ahora lo tenía y no dejaría que nada ni nadie nos alejara jamás.

Él había cambiado la forma en la que veía la vida.

Solté un corto suspiro y me di cuenta de que estaba dormido. Sus facciones relajadas, sus ojos cerrados y su boca levemente abierta. ¿Quién no querría estar a su lado? Me incorporé, tomando la frazada más abrigada y cubriéndonos. Fijé mi vista en el reloj de pared y éste marcaba las dos con cuarenta y cinco de la madrugada.

Aún tenía la imagen de él cantando. Su voz era tan dulce y a la vez tan grave que llegué a pensar que era obra de mi imaginación. Es decir, se había tomado el tiempo necesario para preparar todo y hacer que ese todo fuera perfecto. Él sabía que las sorpresas y yo no íbamos de la mano, pero viniendo de él comenzaban a gustarme. Sin embargo seguía creyendo que era demasiado, y que una persona como yo, con una vida pasada tan atormentada, no merecía algo así.

Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now