Capítulo 091.

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Claire tomó mi mano con suavidad y le dediqué una media sonrisa, mientras uno de los oficiales de policía le quitaba las esposas a Justin. Él soltó un suspiro y se acercó para abrazar a su madre, plantándole un beso en su frente. Por mi parte agaché la mirada, analizando todo lo que estaba ocurriendo y sin lograr entender si lo merecía o no. Y no hablaba del sufrimiento, si no de la confusión. Estaba tan confundida que ni siquiera podía respirar bien, y mi miedo era mi único acompañante.

¿Dolía? Claro que sí. Él ni siquiera me había dedicado una mirada, ni siquiera había intentado saber cómo me sentía. Mientras más tiempo pasaba, más estaba convencida de que nada saldría como anhelaba. Justin era orgulloso, terco y enojón, y yo lo había lastimado. ¿Qué podía esperar? ¿Qué viniera hacia mí y me abrazara como si nada hubiera sucedido? Oh vamos, de seguro me odiaba como la primera vez que me vio en la preparatoria. De seguro sus sentimientos amorosos hacia mí estaban completamente muertos.

El detective abrió las puertas de par en par, adentrándose a la sala. Todos lo miramos con atención mientras él dejaba unos cuantos papeles sobre una mesa de madera, y luego se volvía hacia nosotros.

—Necesito que usted, señorita Hall, venga conmigo. Tengo varias preguntas para hacerle. —Informó y mi nerviosismo comenzó a aumentar.

—De acuerdo. —Balbuceé, observando a Claire. Ella me dedicó una sonrisa mientras sus ojos aún estaban cristalizados.

Caminé detrás de aquel raro hombre, y por un momento sentí la extrema necesidad de llorar. Lastimosamente era inútil, ya me había metido en este problema y no saldría fácil de aquí. Estaba entre la espada y la pared.

Divisé una mesa con dos sillas. La sala era oscura y sólo una vieja lámpara alumbraba los rincones. Me estremecí por completo; la última vez que recordaba haber vivido algo similar había sido hace un buen tiempo, cuando fui encerrada en el cuarto del conserje con dos enormes arañas (sí, por Justin). Quise reírme de mí misma. Era patético que mis recuerdos revivieran mientras mi nerviosismo apenas me dejaba caminar. Quizás era hora de saber que mi mediocre y devastador pasado no sería más que eso, un recuerdo.

El detective dijo algo que no logré escuchar, pero señaló una de las sillas. Me senté con mis manos entrelazadas y sin querer mirarlo a la cara. A decir verdad, me alarmaba lo que pasaba por su mente. Colocó una hoja sobre la pequeña mesa y aclaró su garganta.

—Estoy acostumbrado a las mentiras, señorita Hall. —Su tono de voz me deprimió. —Pero me compadezco de usted. Yo también lo hubiera hecho.

—Escuche...—Quise hablar, pero él me interrumpió.

—Sí, lo sé, está enamorada de ese joven. Leí su expediente y me sorprendió saber que lo sacó de la cárcel hace menos de un año. —Sonrió. —Y es sólo por eso que decidí liberarla de cargos por querer dar un falso testimonio.

—Lamento haberlo hecho, no sé qué estaba pensado. —Me disculpé, pero crucé mis dedos. Por alguna extraña razón no sentía culpa ni la necesidad de decir lo siento.

El detective se echó hacia atrás en la silla, cruzando sus brazos. —Tengo que admitir que estoy muy interesado en este caso, pero lo dejaré pasar. —Pausó unos segundos, observando la hoja. —Ahora quiero que responda una simple pregunta con la verdad. ¿Usted iba a inculparse a sí misma?

Tragué en seco. —Sí...

—De acuerdo, es todo. —Exclamó, entregándome unos papeles que prometí revisar más tarde.

—Espere... ¿Puedo hacerle una pregunta? —Lo frené, y él asintió dudoso. — ¿Cuándo será el juicio para la sentencia de Jennifer Hall?

Lo vi centrarse más aún. —Repito, señorita Hall, estoy muy interesado en saber más de este caso. No sé cuándo sentenciarán a su madre, pero lamento informarle que haré hasta lo imposible por que se quede tras las rejas.

Invisible »Jb. |FinalizadaWhere stories live. Discover now