Invisible »Jb. |Finalizada

Capítulo 070.

Clavé mis ojos en nuestras manos entrelazadas sobre la mesa. Aún conservaba ese cosquilleo en mi estómago como si fuera la primera vez que él acariciara mi piel, y ese era precisamente el motivo por el cual no dejaba de sonrojarme.

Y es que era imposible no tartamudear al tenerlo cerca, era intimidante y tan atractivo que nadie podría resistirse a sus roces o a sus ojos tan profundos. Era...perfecto.

—Buen provecho. —Irrumpió el mozo y me di cuenta de que había dejado dos platos de Spaguettis frente a nosotros.

—Gracias. —Respondimos al unísono y éste se marchó.

Habíamos decidido venir a uno de los restaurantes más elegantes y pacíficos de la ciudad. Era increíble estar sentada en una de las mejores mesas, rodeada de empresarios adinerados y algunas celebridades que estaban de paseo. Claramente fuera del lugar había uno que otro paparazzi haciendo su trabajo, y no era para nada molesto. O al menos para mí.

Santo cielo, ¿Y si yo fuera una celebridad? Viajaría por todo el mundo y gastaría mis millones de dólares en cosas inútilmente útiles. Tendría una mansión a las orillas del océano en alguna isla alejada de todo, y hasta podría tener uno de esos perros que son extremadamente peludos y...

—Hall. —Justin pasó una mano frente a mi rostro. —¿Estás aquí?

—Oh, lo siento, ¿Qué decías? —Lo observé atentamente. Él carcajeó.

—Decía que mañana podríamos ir a ver a tu padre, quiero llevarme bien con él. —Explicó.

Asentí gustosa. —Es una excelente idea, Justin.

Él me sonrió y siguió comiendo de su plato favorito, mientras yo lo imitaba. Al cabo de unos minutos ambos habíamos terminado nuestra cena y lo único que faltaba era pagar. En cuanto saqué dinero Justin me miró como si fuera un lobo hambriento y yo su comida.

—¿Qué haces? —Preguntó sin dejar de mirarme.

—Y...yo...iba a...pagar. —Tartamudeé y por primera vez deseé que él dejara de mirarme.

—Antes muerto. —Exclamó y mordí mi labio inferior.

Era extremadamente orgulloso y terco, pero, ¿Qué podía hacer? No iba a comenzar una discusión por algo tan típico de él, así que decidí callar como tantas veces lo había hecho.

Luego de eso salimos tomados de la mano, tratando de pasar entre la multitud de personas que se había formado fuera del restaurante y los flashes de las cámaras. Tenía ganas de volver a entrar y pedirle a las celebridades sus autógrafos como una loca.

[...]

Abrí la puerta del apartamento y solté un suspiro. Me dolían los pies por llevar tacones tan altos toda la noche, pero me daba igual. Justin cerró tras él y me tomó por la cintura casi con brusquedad, elevándome.

—¿Ya te había dicho que ese vestido te queda jodidamente bien? —Preguntó, haciendo que soltara una risita.

—Sí —Apreté los labios. De seguro mis mejillas parecían tomates.

Él sonrió, pero no era una sonrisa pícara o intimidante, sino una sonrisa de felicidad. Una sonrisa verdadera, como si quisiera mostrar más que amor.

—Te amo, nena. —Susurró en mis labios.

—Y yo mucho más, Justin. —Respondí.

Mi sonrisa se amplió y él atrapó mis labios, para luego caminar hacia la habitación y despojarse de mi vestido.