23. Prejuicios.

26.3K 1.8K 554
                                    


NARRA SOFIA

La salida con mi familia había ido mejor de lo que esperaba, después de todo fue divertido. Sin embargo, esa diversión ya acabo teniendo en cuenta de que es lunes otra vez y como siempre hay clase.

—No quiero levantarme, que mala gana —se queja Anastacia con la almohada en su cabeza.

Ante sus quejas no me queda otra cosa que hacer que reírme y quitarle la almohada para que se levante y no llegue tarde. No obstante, Anastacia se resiste.

—Si no te levantas ya vas a llegar tarde a clase —le advierto.

Sin esperar una respuesta por su parte me meto en el baño para asearme y prepararme.

Diez minutos después ya estoy lista.

—¿A dónde vas? —cuestiona mi mejor amiga.

—Me voy ya a clase —me despido de ella con un beso en la mejilla y salgo de mi habitación.

Al salir me encuentro a Eleonora hablando o más bien peleando con Brent.

—¿Cómo pudiste liarte con ella? —Eleonora eleva el tonto de voz y acusa a Brent apuntándole con su dedo— ¡Eres un estúpido! —le grita.

Brent blanquea sus ojos y la agarra para que se esté quieta y más tranquila.

—Tú y yo no tenemos nada, entiéndelo de una vez —el castaño le deja las cosas bastante claras pero para ser que la morena no se da por vencida.

Típico en Eleonora.

—Nos besamos todos los días, claro que tenemos algo —le recrimina ella.

Intento esconderme detrás de la puerta para que no me vean pero como cotilla que soy sigo escuchando lo que dicen.

—Dios Eleonora, ¿cómo puedes ser tan pesada? —Brent parece más enfadado cada vez que habla.

—Claro, ¿sabes qué? Yo soy como una medalla de oro y tú ya no vas a poder tenerme más nunca junto a ti, ¿entiendes?

Ante las palabras de Eleonora, Brent simplemente se ríe y mueve su cabeza de un lado a otro.

—Una medalla de oro vale un millón de veces más que tú, que te quede claro —contesta Brent dándole un golpe demasiado bajo incluso para Eleonora.

—Te odio —espeta Eleonora.

Ella, de seguro con el alma rota, se da la vuelta y se va corriendo.

La verdad es que aunque yo no sea amiga de Eleonora y ella no sea santo de mi devoción esta vez Brent se ha pasado.

Brent sigue su camino y yo me quedo en silencio pensando en lo que acabo de ver.

—¿Pero tú no te ibas a clase? —La pregunta de Anastacia hace que me voltee para verla.

—Sí, sí, ya me voy —respondo con rapidez y me apresuro a salir de ahí.

Camino hacia el aula que me toca a primera hora. No obstante, unos ruidos provenientes del baño hacen que me detenga a curiosear.

Típico en mi.

Cuando abro la puerta me encuentro con Eleonora apoyada en el lavamanos del baño del internado con todo su maquillaje corrido y limpiándose las lágrimas.

—¿Te encuentras bien? —Es lo primero que se me ocurre preguntarle tras entrar y cerrar la puerta.

Eleonora se percata de mi presencia e intenta fingir que está bien.

Cumpliendo los catorceWhere stories live. Discover now