34. Un peso de encima.

23.6K 1.4K 542
                                    



NARRA SOFIA

Una semana después...

Últimamente mi vida solo se ha basado en una serie de problemas, uno tras otro, que me hacen sentir como si tuviese un peso de encima que cada vez se me hace más pesado.

Primero tener que dejar atrás a mi familia y mi antigua vida para estar aquí en este internado, después aguantar las burlas constantes de Eleonora, la presión por intentar aprobar todas mis asignaturas para contentar a mis padres, el hecho de que me haya venido la menstruación, sentir algo de incomodidad por el tema de Dylan y ahora lo que pasó con Brent el otro día.

Corro detrás de Christian mientras este juega con el skate que le trajeron sus padres el otro día. Nunca antes lo he visto tan feliz como lo está en este momento —bueno, solo cuando recibió, como regalo por las buenas notas que estaba obteniendo, su libro favorito el mes pasado—. Sin embargo, la felicidad que muestra en estos instantes es incluso hasta contagiosa.

Parece un niño pequeño con su juguete favorito, aunque en cierta manera lo es puesto que Christian aún parece un niño de cinco años con este tipo de cosas.

—¿A que lo hago bien? —me pregunta cuando se queda quieto.

—La verdad es que sí —contesto con una sonrisa de oreja a oreja.

Christian se queda pensativo durante un par de segundos, incluso se pasa su mano por su mentón simulando que tiene una idea en mente.

—¿Sabes utilizar un skate? —cuestiona alzando sus cejas.

Mi respuesta es clara. No obstante, sé que si niego, seguro que me hará aprender y en estos momentos mi estado de ánimo no me permite soportar ni una sola caída más, aunque esta vez no sea emocional sino física.

La semana pasada cuando vi a Brent en el cuarto de Eleonora sentí como si me hubiese clavado un puñal por la espalda. ¿Por qué primero viene a consolarme a mi pero luego está con ella en su cuarto?

Tal vez en estos instantes tendría la respuesta a esta pregunta si no fuera porque cuando le vi ni siquiera le di tiempo a que dijera más de dos palabras seguidas y salí de allí lo más rápido que pude.

A veces huir es de cobardes pero otras veces es la única solución factible que queda. Ni siquiera me quiero imaginar lo que hubiese pasado si me hubiese quedado más tiempo ahí. De seguro que mi dignidad hubiese acabado por los suelos, sobretodo por pensar que Brent está cambiando y que a lo mejor yo le importo de verdad.

—No —termino negando ateniéndome a las consecuencias de mis palabras, o en este caso, de la única palabra que he pronunciado.

A Christian parece iluminársele sus ojos. Sin pensarlo dos veces se acerca a mi y apoya sus manos en mis hombros.

—Te enseñaré —dice con entusiasmo.

—No pero gracias por tu consideración —respondo intentando no herir sus sentimientos, lo cual no sirve de nada ya que Christian me mira dolido.

—Me hacia ilusión enseñarte —Y esas son las únicas palabras que bastan para que pasemos una hora y media aprendiendo a utilizar el skate.

—¡No me sueltes! —le grito mientras me enseña cómo aprender a utilizar este elemento tan extraño para mi.

—Si te pones así de nerviosa solo vas a caerte más de lo que ya te has caído —me advierte haciendo que suspire.

Cumpliendo los catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora