87. El pasado no siempre justifica el presente

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He vuelto bitches 😌  lo prometido es deuda <3 a los que seguís aquí os amodoro con todo mi heart y a los nuevos también, disfrutad ❤️

En multimedia la canción que escuchaba Sofi.

Capítulo sin editar

NARRA SOFÍA

Las palabras de Brent y Dylan retumbaron por mi cabeza al día siguiente como un martirio. Quería hablar con ellos, buscar explicaciones, no sé, cualquier cosa que me ayudara a entender lo que había pasado en aquella disputa. Como siempre mi suerte inexistente hizo presencia y esta vez lo hizo a través de dos palabras: mis padres.

Han venido a buscarnos al internado, así que después de haber estado reflexionando y pensando en cómo afrontar la situación de manera adulta mis padres han decidido que eso mejor hacerlo en casita.

Pues ok.

En el trayecto a casa nadie pronuncia ninguna palabra. Estoy segura de que Susan ha sido quien se ha chivado de mi suspenso y por eso ahora de la nada mis padres quieren que pasemos un fin de semana familiar. Ellos nunca tienen tiempo para nosotras así que, ¿qué otro motivo habría para que ahora quieran estar con sus queridas hijas tres días?

—¿Y esta fantástica idea a quién se le ha ocurrido? —pregunto intentando pillarles con las manos en la masa. Al menos que así aprendan a elaborar bien sus mentiras.

—A tu padre cariño —comienza argumentando mi madre, volteándose desde su asiento de copiloto. Yo la sigo observando esperando algo más en su respuesta —. Como la próxima semana es el cumple de Susan queríamos hacer algo especial antes.

Por razones obvias sigo sin creérmelo. Mis padres no han sido lo suficientemente convincentes. Aún así me limito a asentir porque sé que esto no va a llegar a ninguna parte.

Tardamos un rato en llegar al destino. De primeras había pensado que sería mi casa pero no fue así. Ahora nos encontramos en frente de uno de los restaurantes más famosos de la ciudad pero, ¿qué se celebra? ¿El cumple de Susan?

El restaurante es grande. Se puede apreciar perfectamente desde lejos y aún más en la cercanía. Su color le da un toque más apasionado y cualquiera diría que ese rojo pasión hace que este sea el lugar idóneo para parejas.

Aunque yo no traería a Dylan aquí.

Bueno ni a nadie.

Al entrar abro mis ojos como platos al ver lo enorme que es por dentro. Nunca había estado en un lugar como este. En la entrada nos esperaba un camarero muy amable, que nos lleva hasta nuestra mesa. Todas están enumeradas y la nuestra es la numero veintidós, como mi numero favorito. Sí, por mi cumple, así de protagonista soy, disculpen.

Las mesas son redondas con manteles blancos mientras que los asientos son rojos y de lo más cómodos. En medio de la mesa hay un candelabro que le da un toque más acogedor y cálido al lugar. Mi madre toma asiento al lado de mi padre, el cual es el primero en sentarse. Susan se sienta por el lado de nuestro padre (como no), mientras que Samantha lo hace al lado de nuestra hermana mayor y yo al lado de ella y de mi madre.

Cuando vamos a comer todos siempre que puedo me siento al lado de mi madre. Es como una tradición ya. Ahí me siento segura.

—Ahí viene el camarero con las cartas —comenta mi madre señalando con la mirada al susodicho.

Cumpliendo los catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora