40 (FINAL). El fin de la supervivencia (II)

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¡Tenía que ser una broma! Tanto romperme la cabeza durante semanas intentando alcanzar el nivel de magia mínimo que me permitiese llevar una existencia tranquila en aquel lugar, ¿y no sólo lo lograba demasiado tarde, sino que además me iba a costar la vida?

—No. Esperanzadora ha sido su actuación —intervino mi padre adoptivo—. El mundo es un complejo amasijo de voluntades difícil de orientar hacia los lugares adecuados; sin embargo, usted ha triunfado afilando la suya y haciendo que las de otros apuntasen en su misma dirección. Esa cooperación, esa conjunción de existencias, es en sí misma el tipo de magia que buscaba cuando fundé esta academia.

Por cómo hablaba Weissman, daba la impresión de que hubiera repetido la hazaña de aquella humana que le había plantado cara durante la Gran Guerra, no obstante, mi perspectiva difería notoriamente de la suya:

—Sólo hice lo necesario para que me dejasen en paz —protesté a su extraña alabanza mientras toqueteaba mi particular vendaje salvavidas—. De haber sabido que estas serían las consecuencias me lo habría pensado dos veces, y usted lo sabe.

Ser una mártir no iba conmigo, mucho menos si eso me conducía a la muerte. Todavía había demasiadas experiencias de la vida que quería disfrutar antes de estirar la pata.

—Soy consciente de ello —aseguró—. Afortunadamente, sus acciones no sólo han repercutido en usted, también han dado mucho qué pensar a mis alumnos, protegido el Tratado de Paz de un peligro inminente y quien sabe si de otros a futuro —continuó con la voz llena de orgullo—. Esa es, sin duda, una gesta digna de una hija mía y la hace tan merecedora de mi más sincera enhorabuena como de esto.

Un repentino fogonazo cegador abrumó todos y cada uno de mis sentidos entremezclados. El corazón me dio un vuelco cuando al fin logré volver a abrir los párpados, pues la sinestesia había dejado de cortocircuitar mi percepción:

Hasta mis oídos llegó el rumor lejano de los habitantes del Palacio Cristalino transportado por el viento mientras la luz anaranjada del atardecer bañaba la que, esta vez sí, pude reconocer como mi habitación en la torre principal.

La desesperación que había notado apoderándose de mi pecho fue disminuyendo hasta desaparecer, pero no todo volvía a ser como antes: Uno de esos anillos níveos que tantas veces había visto relucir en manos de Sydonai Weissman brillaba ahora en mi índice, contrastando con las cálidas vendas negras que envolvían el resto de mi cuerpo.

—Esa antigua reliquia del Clan Blanco es toda suya —clarificó el anciano al verme alzar la mano desconcertada—, considérela su propia regalía. Dará constancia innegable de que pertenece a mi familia, pondrá en orden su nueva percepción del mundo y la ayudará a mantener un circuito espiritual estable hasta que aprenda a manipularlo por sus propios medios.

Ni los accesorios ni los regalos solían emocionarme, menos aún si una de sus cualidades era la de señalar estatus social, pero no pude evitar hacer una excepción ante algo así:

—Yo... —intentaba encontrar las palabras adecuadas para agradecérselo cuando reparé en la contradicción adjunta en aquella explicación— Un momento, ¿si hace todo eso no podía habérmelo dado antes?

Antes de obtener una repuesta, la maraña de vendajes sobre mí se consumió en un fuego fatuo que apenas causó un leve cosquilleo en mi piel, dejando intactas las sábanas. Consciente de la situación, me apuré a cubrir mi cuerpo desnudo.

—Dale un pez a una gatita escuálida y comerá hoy —citó Schwarz conforme hacía desvanecerse la energía y su estoica expresión habitual se veía interrumpida por un amplio bostezo—, enséñale a pescar y comerá el resto de su vida.

Ahora que la podía ver bien, me chocó el aspecto demacrado de la dragona. Las puntas erizadas de su cabello caían lacias víctimas de la gravedad, por su piel se deslizaban amplias gotas de sudor y, aunque la imperturbable mirada con que juzgaba el mundo seguían haciéndome temblar, bajo ella lucía unas ojeras de campeonato.

Dragon Mate ¡YA A LA VENTA!Where stories live. Discover now