21. Individuos de mecha corta (I)

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La joven pelirroja salió volando hacia la campiña interior del Palacio Cristalino, sorteando las mesas ocupadas con pasos alegres en busca de una libre. Energía no le faltaba, desde luego.

Mi primer impulso fue volverme y caminar en dirección contraria, pero estaba demasiado hambrienta como para controlar lo que decía en la discusión con Drake que eso originaría. Así pues, ambos seguimos el camino recorrido por Tessa, quien no tardó en saludarnos, amplia sonrisa en el rostro, desde el lugar donde íbamos a comer. Al verla no pude evitar recordar al perrito de papel persiguiendo su propia cola materializado por Angie.

Pasamos por otra ronda de reconocimientos, escrutinios y saludos por parte de algunos comensales antes de llegar a la mesa de picnic redonda y labrada en mármol en la que nos esperaba la dragona. 

Nos sentamos en unos bancos curvos que podrían albergar media docena de ocupantes y, nada más tomar asiento, apareció un círculo luminoso ante cada uno de nosotros. En la circunferencia exterior había un texto incomprensible, su interior en cambio lo llenaba un único signo. Todavía no entendía el significado de aquellos símbolos, pero llevaba el suficiente tiempo en el Palacio Cristalino como para comprender su utilidad, pues en mi habitación había un sistema similar. Eran como una versión gastronómica de las estancias del lugar: te sentabas a la mesa, visualizabas en tu cabeza lo que querías comer y... ¡PUFF!, aparecía de la nada.

¿Preparaban esa comida en alguna cocina oculta y te la servían a la velocidad de la luz? ¿De dónde sacaban los suministros? ¿Se formaban los platos mágicamente del aire? Ni idea, pero en algún momento me había resignado a la esperanza de que, con el tiempo, descubriría algún tipo de funcionamiento lógico y racional en todos esos disparates.

Un leve gruñido de mi estómago hambriento me recordó las prioridades del momento, hacia las que mis compañeros de mesa ya se habían inclinado:

Drake, sentado frente a mí, había hecho aparecer un ramillete repleto de frutas con un aspecto que recordaba a las bananas, eso sí, de un intenso naranja nuclear. Al quitarles la piel emitían un ligero siseo y comenzaban a volverse gelatina humeante, antes de lo cual terminaban en la boca del dragón. Al preguntarle sobre ello, me comentó -ilusionado porque al fin mostrase interés en algo relacionado con él-, que esas frutas se llamaban "vulcanas" e incluso me ofreció un par.

La curiosidad me hizo plantearme durante unos segundos el aceptar, no obstante, mientras lo hacía reparé en Tessa, quien había echado mano a una de ellas con anterioridad y ahora boqueaba como si intentara tragarse un chile fantasma. No necesité más para rechazar su ofrecimiento. Cualquier alimento demasiado picante para alguien que escupía fuego no le haría demasiada gracia a mi paladar de humana media. 

Así pues, para matar el gusanillo hice aparecer algo capaz de hacerlo: Una hamburguesa doble con lechuga, queso, cebolla, tomate y pepinillos materializada a la velocidad del pensamiento junto a su respectiva bolsa de patatas fritas y un vaso de agua. La comida más rápida jamás servida.

Mi elección, por mundana que me pareciera, llamó la atención de un inocente par de ojos rojos:

—Creía que ibas a comerte una vaca... —comentó Tessa cuando logró ingerir su vulcana— Tenía ganas de ver cómo son las vacas de la Tierra.

Ignorando la desconcertante afirmación de que existiesen vacas fuera de la Tierra, le expliqué que en realidad eso no se alejaba tanto de la realidad, pues la carne de hamburguesa era de vacuno. Su curiosidad resucitó al hacerlo, así pues, para evitar tener que explicarle la cadena cárnica al completo, le ofrecí un trozo.

Craso error. Mi gesto despertó la envidia de de Drake, quien de inmediato pidió otro para él, algo a lo que estaba menos dispuesta. En su lugar, le acerqué mi vaso de agua acompañado de una mirada fulminante. Observó con cierto pánico el líquido rebosar debido a la brusquedad del movimiento y luego lo rechazó como si hubiera cambiado de idea. Me alegró comprobar que al menos su hidrofobia servía para mantenerlo a raya.

Dragon Mate ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora