20. Lágrimas multicolor (I)

8.8K 1.1K 492
                                    

Los alumnos del Palacio Cristalino tenían total libertad a la hora de decidir cuándo y en qué cantidad recibían clases durante la mañana, salvo en un intervalo concreto: el descanso de media mañana. Entonces todos debían reunirse en un único espacio, dejar al margen sus lecciones y reponer fuerzas mientras comían junto a los demás.

La parte de estar junto a los otros alumnos no podía interesarme menos, pero tras las agotadoras presentaciones de Sun, Nayra y Angie necesitaba más que nunca una pausa ¡No quería ni pensar lo que necesitaría alguien que hubiese escogido, por ejemplo, encadenar tres sesiones seguidas de Preparación Física! ¿Un ataúd?

Aunque abandonar el aula de Ontología fue como saltar de la sartén para caer a las brasas... en más de un sentido:

—¿No me ibas a esperar junto a la Puerta Grande hasta que volviese de hablar con Sun?

Drake Redfang, el asunto molesto por excelencia, me esperaba en el pasillo y, a juzgar por el gesto molesto en su rostro, hasta parecía enfadado.

—Haz memoria —contesté sin dudarlo—, no acepté nada de eso.

Verlo fruncir el ceño hasta me agradaba, para variar ¿Cuánto tiempo habría estado esperando en el exterior como un memo y hasta dónde llegaba ese enfado? Seguro que no lo suficiente como para romper su estúpido emparejamiento unilateral, pero por algún sitio se empezaba.

Cuando el dragón parecía a punto de estallar, una vocecilla tras él intervino:

—Drake... no deberías hablarle en ese tono a la hija del Director. Te meterás en problemas otra vez.

Para mi sorpresa, el enamoradizo dragón humanoide no estaba solo en esta ocasión. Al arquearme hacia un lado descubrí a su lado a una chica de corta estatura y expresión compungida. Me asombró no haberla visto antes, pues su atuendo era lo más llamativo y rimbombante que me había cruzado en mucho tiempo:  Vestía un top deportivo negro en conjunto con una falda corta de volantes naranjas. Además, complementaban esa extraña combinación medias a rayas horizontales y tantas pulseras que la hacían parecer un arcoíris con patas.

—¿Sabes quien soy? —pregunté sin pensarlo.

—Sí, claro —afirmó, volviendo hacia mí unos ojos de iris blanquecinos que destacaban tanto como lo anterior en su rostro de piel oscura y rasgos infantiles— Encantada de conocerte al fin, Drake lleva toda la hora hablando de ti. Soy Tessa Drachenblut.

—No te metas donde no te llaman Tessa —irrumpió Drake, algo más calmado, aunque poco dispuesto a abandonar el tema de mi desplante.

— ¿Por qué te molestas tanto? —Se extrañó ella— Llevas todo el día actuando de forma extraña... de no ser porque te conozco diría que estás enamorado de ella.

Casi toso hasta los pulmones al escuchar esa frase vibrar en el aire. Yo preocupándome por las explicaciones que Georgson podía haber dado a los suyos cuando tenía al inconsciente indiscreto número uno siguiéndome a todas partes.

Asesiné a Drake con la mirada mientras lo atrapaba con el brazo, haciendo que ambos nos diéramos la vuelta:

—¿Tú eres tonto u opositas para serlo? —lo acusé entre murmullos— ¿Te has ido de la lengua?

De nuevo pude verlo debatiéndose entre disfrutar del contacto cercano conmigo e intentar comprender mi pregunta:

— ¿I-irme?¿De la lengua?

—¡Lo que acaba de decir ella! —susurré con tanta fuerza que casi lo grité— ¿Le has contado algo que no debías?

Al entender al fin de qué lo acusaba recuperó la compostura:

— ¡Claro que no! —Negó tajante— Se acordó que debía mantener el asunto en secreto y así lo he hecho. Me está costando horrores, pero lo hago por ti.

Más aliviada al verlo recordar la reunión donde habíamos elaborado la coartada junto a Weissman, Georgson y los demás involucrados en mi llegada al Mar de Esferas lo solté, tomando algo de distancia de él y su piel febril. Todavía tenía en mente el inesperado amago de asalto en el exterior del Palacio.

—¿Entonces a qué ha venido esa frase?

—No te preocupes, Tessa se pasa la vida hablando de esos temas. Es como una amante del romance, valga la redundancia, pero también de las mejores personas que conozco.

¿No era irónico escuchar esa frase en sus labios cuando se había vuelto loco por mis huesos con sólo verme e insistía en el asunto una y otra vez como una mosca cojonera pese a mis muchas negativas?

—Draaake.

Un lloriqueo prolongado nos hizo voltearnos alarmados.

—Tessa, esto... —Fuera cual fuera la excusa que Drake pretendía improvisar, quedó ahogada en su garganta al notar la expresión asustada de la chica.

A su acompañante parecía haberla poseído un fantasma hippie. Tanto sus ojos temblorosos y al borde de las lágrimas, como el cabello que agarraba con fuerza entre las manos, habían empezado a cambiar de color como si le estuvieran tirando encima un bote de pintura tras otro.

Primero fue aquel blanco tan particular de su mirada, inyectándose de un azul brillante mientras su dueña convulsionaba. Luego lo siguió la larga melena albina, teñida por oleadas, primero de negro cuervo y, antes de cambiar por completo, generando desde las raíces el mismo color cian que ahora lucía en los globos oculares.

 Luego lo siguió la larga melena albina, teñida por oleadas, primero de negro cuervo y, antes de cambiar por completo, generando desde las raíces el mismo color cian que ahora lucía en los globos oculares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No tenía ni la más remota idea de qué estaba ocurriendo pero, a juzgar por su reacción, el dragón sí, pues se apartó de mi lado a la velocidad del rayo para acercarse a ella:

— ¡Agh! ¿¡Qué estás haciendo!? Ya te he dicho que si terminas transformándote en uno de esos repelentes dragones azules no pienso acercarme a menos de cien metros de ti, así que deja de hacerlo.

Aunque sus incomprensibles palabras eran propias de una reprimenda, iban envueltas en un novedoso tono preocupado como jamás le había escuchado a Drake. Curiosamente sólo sirvió para asustar más a la tal Tessa:

—¿No lo dirás en serio? —Sollozaba— Sabes que no puedo controlarlo.

—Nunca miento —aseguró él—. Lo sabes mejor que nadie.

Y con un gesto tierno que nos dejó a ambas sin palabras, Drake se arrodilló ante ella, apartó una de sus manos de dedos finos y cogió con delicadeza el mechón de cabello que aferraba. Acto seguido, sopló suavemente sobre él con ambos rostros a apenas unos centímetros.

Ante mi mirada estupefacta, la gama de colores de la joven volvió a cambiar, mimetizándose sus ojos y cabellos con la tonalidad escarlata de los de Drake. Poco a poco, eso logró calmar sus lágrimas e hizo que volviera a respirar con tranquilidad.

—G-Gracias —tartamudeó.

—Bueno —intervine sin saber bien dónde meterme— Yo os dejo solos, que se os ve bastante acaramelados y tengo hambre.

— ¿¡Qué!? —Se escandalizó el chico— ¡No! ¡Espera! ¡Lo estás malinterpretando! Sólo la estoy ayudando a mantener a raya su aclimatación. Tessa y yo somos amigos desde críos ¡Díselo tú!

— ¿Eh? —dudó ella, alternando rápidamente su mirada entre nosotros— Sí, claro...dice la verdad.

—Como si me importara.

Dragon Mate ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora