35. ¿Escapó?

31.2K 3.1K 139
                                    

— ¿Sucede algo? — Nephthys fue interrumpida en sus aposentos en medio de la noche mientras sus cachorros dormían muy profundamente. Kyla su doncella era la que aparecía en medio de la luz de Luna.

— Vayámonos. — Pedía está, muy asustada.

— ¿Qué paso? — Se preocupó cuando vio a su amiga envuelta en un aroma lleno de miedo.

— Lateef y los hombres de Lucius están reteniendo a los hombres del Rey que quieren entrar. — Contestó Kyla. — Vendrán a hacerte daño. — Nephthys murmuró algo inentendible. Pero se levantó con rapidez, Kyla le extendió unos simples harapos.

— Nos esperarán afuera. Tenemos que irnos. Ponte esto. — Kyla le paso una túnica a Nephthys, una que olía a Lateef.

— ¿Por qué? —

— Así no rastrearan tú aroma o él del General Lucius. — Ella entendió y se apresuró a ponérselo y cargar a sus cachorros también. Kyla le ayudo llevando uno, y Nephthys sólo siguió sus indicaciones para salir del palacio sin ser vistas.

— ¿A dónde iremos? —

— Lejos del Reino, Lateef dice que al menos hasta que el General Lucius regrese. — La Omega asintió recordando la promesa que le había hecho a su Alpha, tendría que cuidar de sus cachorros y lo haría con su vida.

La noche y la gracia de los dioses cubrió a Nephthys y a sus cachorros, impidiendo que los hombres y soldados del Rey los encontraran. Apenas pudo Lateef se escapó entre las sombras también, esperando con un par de caballos a las dos mujeres que lo acompañarían en su búsqueda de un lugar más seguro para la mujer del General. Los hombres de Lucius siguieron las órdenes de Lateef, mantenerse fuertes y ganar tiempo suficiente como para que ellos pudieran escapar y con suerte algunos irían adelante resguardándolos también.

(•••)

— ¿Cómo? — El Rey Ishap respiraba pesadamente y con mucha molestia recorriendo sus venas.

— No lo sabemos, sólo escuchamos y vimos a lo lejos que la Omega se escapó con Lateef. — El Rey Ishap frunció el ceño de inmediato.

— ¿Escapó? ¿Con él? —

— Eso fue lo que dijeron nuestros espías. — Asintieron los hombres del Rey.

— Bien, tendremos suficiente con eso. Trae a los espías y dirán lo que yo les diga. — Todos asintieron. Menwi que estaba escuchando a su hermano a escondidas con sus doncellas, maldecía internamente porque esa bruja que manipulaba su primo había escapado, y no sola.

(•••)

Lucius pareció entender a la provincia rebelde y sus razones para revelarse ante el Rey, le pareció vil y asquerosamente humillante que el Rey se dedicara a explotar los tesoros de una de sus provincias más alejadas, no estaba cumpliendo como su Rey para encaminar a la nación a la grandeza que los dioses querían llevarla.

Así que los rebeldes habían aceptado el honor del General Lucius, y se encontraban luchando mano a mano, contra un ejército que había caminado buscando entrar entre la provincia más pobre al Reino del Sol.

Las heridas causadas por el filo de las espadas, el fuerte aroma a muerte en el aire, un par de lobos batallando en su forma lobuna era lo que se apreciaba en el campo de batalla, Lucius a diferencia de muchos de sus soldados nunca cambiaba de forma, no cuando sabía que la bestia en su interior era incontrolable.

Decidió seguir utilizando, y blandiendo su espada con honor, dándole una muerte rápida y noble a sus enemigos, no disfrutaba de su agonía porque no había honor en aquello, así que decidía enviarlos rápido al otro mundo.

Un par de sus heridas comenzaron a escocer cuando sintió el sudor resbalar por su cuerpo, siguió guiando a sus hombres con la frente en alto, su armadura táctica ayudaba con sus rápidos movimientos, que tomaban por sorpresa a unos cuantos soldados.

La sangre por sus venas le gritaba que algo estaba mal, y debía regresar pronto a casa. Un lobo de ejército contrario logró alcanzar con su mandíbula el brazo del General Lucius y romperlo con su fuerza, una mueca se formó en su rostro más con su otra mano hizo fuerza suficiente como para abrir su boca hasta escuchar el crujido de su mandíbula siendo separada brutalmente en una muerte instantánea.

La luz de la Luna y su sangre de Alpha le ayudaron con su brazo roto que volvió a su lugar, ignoró el fuerte dolor más sólo pudo voltear a ver a sus soldados, quienes parecían controlar la batalla, pero no descansaría hasta ver al último caer o hasta que los dioses le susurraran.

El camino de regreso a la Ciudadela fue todo un desafío, los heridos de la batalla apenas podían con su cuerpo, los cadáveres de los que dieron su vida con honor estaban envueltos en harapos llenos de aceites especiales para contener el olor mientras lograban o intentaban apurarse, ninguno demostraba en sus rostro el verdadero dolor no sólo físico, sino mental, no sabían si los dioses los escucharían mucho a quería rendirse y esperaban que los dioses terminarán pronto con ellos, pero sus parientes y personas que los esperaban eran lo que les daba mayor fuerza para continuar.

Alabanzas y gritos de júbilo recibieron a los combatientes valientes, a los soldados que a pesar de la pesadilla vivida caminaban como podían con la frente en alto. Luego de descansar una noche y asearse cuando se sintieron seguros los allegados al General Lucius se acercaron a una reunión.

— ¿Qué piensa hacer General? — Le preguntó Khalid y el resto prestó atención.

— Lo que querían los dioses que hiciera años atrás. — Sentenció.

— General ¿No sería mejor si esperamos? — Todos voltearon a verlo, ninguno de ellos tenía heridas grave alguna, pero el brazo del General Lucius no había curado del todo.

— Si se enfrenta al Rey Ishap así... — Lucius levantó su mirada, pero todos vieron la decisión en sus ojos.

— La provincia se volverá rebelde si Ishap sigue en el poder, les prometí paz, y prosperidad para su región y les voy a cumplir. Con el brazo roto o sin brazo incluso, voy a sacar a ese impostor del trono. — Ellos asintieron, los ejércitos lo apoyaban, él había luchado hombro a hombro en las guerras, y les había salvado la vida.

— Será un honor seguir sirviendo a usted y a su Reino Majestad. — Sus Generales se inclinaron antes de salir de la carpa y él asintió. Volteo a ver con molestia su brazo roto, y él sabía que los dioses le susurraba que volviera con su mujer estaba claro.

— Su esposa deberá curar esa herida. ¿Verdad? —

— Ellos quieren que esté allá pronto Khalid... Pero has un favor. Envía por mi mujer... — Lucius tenía muchas ansias por volverla a ver y olfatear su cabello. — Envía a tus hombres que le den las noticias de mi regreso. — Pidió con simpleza, recordando que por estas fechas sus cachorros ya habrían nacido, y no quería exponerlos a ningún peligro.

Mi Paraíso Contigo. © Where stories live. Discover now