58. No es cualquier Rey.

35.9K 3K 119
                                    

La Omega volteó a ver a su padre cuando su esposo salió del salón, su apetito se había ido, y tenía ahora fuertes ganas de vomitar.

— Él no es cualquier Rey, padre. — Comentó la Reina.

— Cualquier Rey deja sola a su Omega en cinta, a mi no me hables de diferencias porque todos son lo mismo. — Ella se sintió aún más herida, y su madre lo sabía, la conocía con sólo verla a los ojos sabía cuán enamorada su hija estaba de su esposo.

— Es el esposo de tu hija, Haji. Los errores del pasado se dejan dónde están. — Comentó su madre.

— No vengan a decirme como y donde o de qué manera actuar, sigo siendo el padre de esta familia y... —

— Padre, madre tiene razón. Y yo ya tengo mi propia familia. Mi Alpha me provee de todo lo que necesito y más, aún si él no fuera un Rey, estoy segura de que lo amaría como lo hago. — Confesó con sinceridad.

Su padre y su madre notaron el cambio drástico en su hija, ya no era su pequeña a decir verdad, llevaba tiaras y coronas, las joyas reales la adornaban de pies a cabeza, su mirada que siempre agachaba, que siempre tenía puesta al suelo como si hubiera pecado al nacer como Omega, ahora esa mirada resplandecía sobre el palacio y su gente, esos ojos miedosos se habían vuelto gentiles y amorosos. El Rey había hecho eso, ayudándole a tener esa confianza.

— Espero que algún día entienda, porque lo amo como lo hago. Hasta entonces estaría agradecida que me lo haga saber. — Se levantó de su asiento haciendo una reverencia, y aunque el corazón le dolía sabía qué hacía lo correcto. Fue a besar en las mejillas y manos a sus padres. — Sin más que decir me retiro. — Decía suavemente.

Ella amaba con su alma a sus padres, pero nunca le gustó la manera de imponerse de su padre, sabía que un beta tan soberbio como era no aceptaría a su Alpha, a su esposo, estaba al tanto de que ellos eran su familia, pero también sabía que su familia no era perfecta, y podrían causarle daño así como a ella misma, a su Alpha o incluso a sus cachorros cuando crecieran y eso no iba a permitirlo, no ahora que era madre de su propia familia.

Fuera de su alcoba la preciosa Omega se detuvo un ligero momento a escuchar a su Alpha, este parecía entretenido hablando con sus cachorros.

— "Pasa Reina mía" — Habló fuerte y se avergonzó un momento por haber olvidado los fuertes sentidos de su Alpha.

— Lo siento Majestad. — Murmuró a punto de hacer una reverencia demasiado para él, pero con una sola mirada la detuvo.

— No has hecho nada mal. No puedo aceptar una disculpa. — Ella sonrió un poco.

— En cambio mi padre, él no es el mejor hombre del mundo. Mucho menos sabe la forma correcta de hablarle a un Rey, y si lo hizo molestar, le pido que si tengo gracia en sus ojos... — Lucius no pudiera evitar sonreír, su esposa sabía que él no podía resistirse a nada que le pidiera. — No tomé reprimendas contra el mal actuar de mi padre. —

— ¿Qué dirán los cachorros si les doy un mal ejemplo entonces? — Murmuró Lucius, observando con cariño como sus cachorros hacían extraños balbuceos sin sentido que no eran palabras concretas pero ellos parecían entenderse en su cuna y sonreír. — Al no aplicar la Ley. — Volteó a ver de reojo la reacción de su esposa, quién se puso pálida.

— Quiero vomitar. — Decía con asco a lo que su Alpha busco con rapidez en la habitación una vasija. Y ahí desechó lo poco que había ingerido.

— ¿E-Estás mejor? — Preguntó su Alpha preocupado, y ella apenas logró asentir. Tuvo que enjuagar su boca con un poco de asco, y recordar que todo se debía al cachorro creciendo en su vientre.

— Lo siento. — Murmuró otra vez.

— No hablaba en serio sobre castigar a tu padre. — Decía su esposo limpiando con un paño húmedo su rostro y luego los labios carnosos de la Omega. — Puede que lo exilié, pero fuera de eso no pasaría. — Negó con una sonrisa, y su Omega suspiró pesadamente, descansando su cabeza sobre los hombros del Alpha.

— Que bueno que tu corazón sea bondadoso también mi señor. — Él sonrió.

— ¿Cómo no serlo cuando te tengo a ti conmigo, ah? — Preguntó soltando un par de cintas del vestido para poder escuchar y olfatear el aroma de su hermosa Omega en su pequeño vientre apenas abultado. Ella sonrió apenas, cuando fue testigo de la devoción de su Alpha por su cachorro aún no nacido.

— Ya quiero que crezcas. — Murmuró suave Lucius contra su vientre. — Estoy seguro de que serás más fuerte que tus hermanos y vas a darle pelea. — Ella río un poco.

— ¿Seguro? Sus hermanos son los dos Alphas más fuertes y valerosos que conozco. — Decía la Omega recibiendo una mirada incrédula de su Alpha.

— Parece que madre, cree que no soy un Alpha lo suficientemente fuerte. ¿Debería recibir una reprimenda o una demostración? — La Omega río a los salvajes besos de su Alpha.

— ¿He de rogar entonces por una demostración? — Pidió la Omega con esa carita tierna, viendo a su Alpha con devoción. Su Alpha estaba por darle esa demostración, pero el sonido de su estómago gruñendo la fundió en una vergüenza total. — Lo siento. — Él río.

— Pediré que te traigan algo. — Se levantó de su lugar, pues ahora ella debía alimentarse más que bien, así su cachorro crecería sano y fuerte como sus hermanos.

Mi Paraíso Contigo. © Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang