59. Domadora de Bestias y Monstruos.

40.4K 3.2K 287
                                    

Pronto se acerca el final :(Gracias por acompañarme y apoyarme en esta historia. Estoy realmente agradecida con todos ustedes. 🤗👏❤

Lucius se aseguró que su Omega cenará y saciará su hambre hasta hartarse antes de ir a dormir. Pero él no podía concebir el sueño, a pesar de las caminatas o el entrenamiento nocturno, el sueño nunca llegó. Parecía que no sólo esas palabras rondaban por su cabeza, sino que recordando su pasado, donde no se sentía merecedor de la corona había demitido de esta por no creerse merecedor del privilegio que una vez en vida había sido de su padre y su madre.

Era extraño que hubiera olvidado la sensación de calidez de padres, o el aroma a hogar que tenían sus padres, ya no estaba en su memoria, sabía que el aroma de su esposa era suficiente para recordar un poco de eso. Pero ahora la duda atravesaba su ser, ¿Era de verdad un mal marido, esposo o padre? Porque así se sintió parecer a palabras de su suegro.

— ¿Qué turba tu corazón Majestad? — Él Rey Lucius paró de blandir la espada en el entrenamiento nocturno y volteó a ver a su despampanante mujer adormitada.

— Regresa a la cama Nephthys. Fueron sólo pensamientos fugaces los que no me dejaron concebir el sueño. — Negó, pero por su conexión la Omega sabía lo que ocurría.

— ¿Las palabras de mi padre aún turba tu corazón? —

— El vago y olvidadizo recuerdo de mis padres es el que daña mi corazón. — Admitió, sabía que su esposa lo entendería, más ella sonrió caminando a su lado.

— Yo los recuerdo. — Murmuró viendo a las estrellas, pero aquello era imposible, su Omega no los había conocido en vida. — Su padre al igual que usted ahora, caminó por la provincia en la que yo vivía Majestad. Su grato recuerdo aún ronda en mi mente. —

— ¿Lo conociste? —

— No de cerca, mi padre nunca dejó que yo saliera por miedo a que lo descubrieran y nos dañaran. Pero si recuerdo lo agradecida que mi gente estaba con su Rey por no olvidarse de nosotros, sino recordar que éramos su pueblo también. Todavía recuerdo a mis padres felices con los soldados, y a mis vecinos danzar con alegría en las fiestas en su honor. —

— Ah sí... Era un hombre correcto. —

— Un hombre más audaz que correcto. — Decía Nephthys, recibiendo las palabras adecuadas de los dioses con sólo ver las hermosas estrellas en el firmamento.

— Pero con la gracia de los dioses claro está. Si murió no fue por ser débil, sino que los dioses querían su grandeza con ellos. — Su Alpha la envolvió entre sus cálidos brazos. — Y estoy segura que no se hubiera ido si supiera que el destino de la nación corría peligro en tus manos, los dioses son así mi señor. Ellos sabían que tú eras el hombre correcto para dirigir está nación. —

— ¿Y tú? — Preguntó Lucius a su esposa abrazándola con mucho cariño. — ¿Crees que soy el Alpha correcto? ¿Qué piensas? — Ella sonrió al sentir las manos de su esposo bajo su tersa piel, y sobre su cachorro, de manera protectora.

— Creo que su aroma es exquisito Majestad. Como las infinitas estrellas en el cielo que no dejan de brillar en las noches, o como el ardiente sol cálido y abrasador de las mañanas. Creo que todo lo que ha sucedido ha sido bueno, aún nuestra aflicción y llantos tienen sentido. Definitivamente estoy segura de que me alegra que me haya llamado para servirle. — Sonrió para sí misma.

— O que hayas espiado en un campamento... — La Omega se cubrió la boca con asombró, negando de inmediato.

— No fui yo... No fue idea mía... — Negó entrando en un ataque de pánico mientras su Alpha reía abrazándola de frente ahora y aún más.

— Está bien, creo que si no hubiera sido por esa hermosa sonrisa, está nación estaría sumiéndose en la miseria junto a Ishap ahora. — Ella negó con una sonrisa, y decidió abrazarle fuerte. — Creo que tu nos salvaste a todos en esta nación incluyéndome. —

— No tengo ese mérito Majestad. Usted ha sido quién... —

— Domadora de bestias ¿Recuerdas? Lo dioses te eligieron bien, porque si no ahora la gente estaría sufriendo en vez de dormir Tranquila entre la paz de la noche. —

— Si me permite Alpha, creo que hay un sólo mérito que puedo tener. —

— ¿Y cuál es ese? —

— ¿Quiere averiguarlo? — Preguntó con una sonrisa, aprovechándose de la lejanía de los guardias a la noche, o la privacidad compartida con la Luna llena y las estrellas, se alejó un momento de los brazos seguros de su Alpha.

Entre la grama de los jardines, la Omega con su timidez característica, y sus mejillas rosas fue desprendiendo las cintas de sus túnicas, ligeramente fue dejando ver aquellas prendas obscenas que cubrían su cuerpo de Omega, su Alpha era seducido en el acto, aquellos largos cabellos sueltos eran como un mar de decoración a su sublime belleza.

Ella también se desprendió de todo tipo de ropa que la cubría de pies a cabeza, mostrando su piel tersa y suave a la vista de su Alpha sólo con sus joyas puestas.

— ¿Quiere decirme la Reina porque soy víctima de esta clase de hechizo o seducción? ¿Hay algo que realmente desee para ofrecerme este regalo? — Ella con las mejillas rosas sonrió, y creyó que era manera de demostrarle el verdadero amor que sentía por su Alpha.

La Luna, las estrellas, los dioses y un Alpha fueron testigos de la transformación de una Reina a una sublime criatura, sus huesos crujieron, su piel cambió, y toda su forma también, a una criatura ancestral que tenía la aprobación y bendición de los dioses también.

Poco tiempo pasó para que la bestia del Rey le hiciera compañía, su regalo había sido tomado, su Omega embarazada era sublime, y ahora entendía porque la habían escogido a ella. Podía ser que su belleza escondía la naturaleza monstruosa en la Omega, pero ella sería la única que verdaderamente entendería a su Alpha, ella no sólo era Domadora de Bestias y Monstruos entendía a su Alpha porque ella podía ser una también. 

Mi Paraíso Contigo. © Where stories live. Discover now