52. ¿Debía amar a un monstruo? Porque lo hacía.

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Leves menciones de relaciones sexuales, no leas el capítulo si eres menor de edad o no te gusta este tipo de lectura. Gracias.

No quiero comentarios despectivos con respecto a lo antes mencionado porque entorpece mi autoestima y creatividad. Love U



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La Omega en su lugar necesitaba de su Alpha para borrar todos rastros de otro Alpha en su piel. Jadeó y gimoteó en su lugar esperando que su esposo acudiera rápido a su llamado.

— L-Lucius. — Jadeó al sentir la presencia de alguien más en la habitación. Sus sentidos no podían retroceder el celo, pero la asustó verse víctima de su inconsciente. — ¿Alpha? — Apenas alcanzó a murmurar cuando notó a la enorme bestia que había subido por el balcón.

No era comparable a un lobo normal, era mucho más enorme, sus patas anchas y grotescas, su pelaje era negro como la muerte misma, pero sus ojos tan azules justo como el amor de su vida.

Sintió nuevamente una punzada de dolor en su vientre bajo, y mientras se sujetaba avergonzada alcanzó a sentarse y ver cuán imponente el Alpha era, tan enorme y robusto. Ese monstruo se acercó a olfatear a sus cachorros que al sentir su aroma dormitaron relajados en la cuna con rapidez y muy plácidamente.

Ella intentó enfocar su vista hasta lograrlo, parecía que aquel Alpha se divertía viéndola, lo decían sus ojos, el aroma se comenzó a desprender de ese Alpha también, y lo supo, lo supo con sólo sentir ese aroma candente en el aire, ese que le prometía no solo más cachorros fuertes y sanos en su vientre, sino más vidas juntos. ¿Así era como un Alpha sangre pura se veía? Era muy parecido a sus hijos, pero con un tamaño descomunal.

— E-Estoy bien. — Respondió a la pregunta no dicha por su Alpha, pero este aún se paseó en su forma bestial, pues no sentía que su Omega estuviera segura en el nido. Ella supo que él no atendería su celo hasta no saber que su esposa estaba a salvo, lo cual era un martirio para la Omega, pues no podría levantarse a cerrar las puertas y ventanas hasta no atender su necesidad.

— Por favor Alpha. — Jadeó, y los ojos decididos de su esposo perdido en su verdadera forma le decían que no cambiaría a su forma humana, porque la desprotegería.

La dulce Omega no tuvo otra opción más que pasear sus manos por su cuerpo desprendiéndose esa obscena prenda, el líquido entre sus piernas escurría. Avergonzada tuvo que llevar un par de dedos a su intimidad en busca de calmar ese fuego angustiante y aunque en la ausencia de su Alpha eso había sido suficiente ahora sólo le causaba más daño, dolor y desesperación.

Se dio por vencida sacando los dedos que no le ayudarían en nada, porque su entrada palpitaba ansiosa por ser llenada por el nudo del Alpha, y el aroma de la desesperación le pico a su Alpha en la nariz, así que se rindió, decidiendo ayudarla.

— Mi Alpha. — Jadeó cuando sintió algo tibio y húmedo rozar su pie derecho, la enorme, húmeda y rugosa lengua del Alpha se paseó sobre sus tobillos llenos de joyas que su Rey le había obsequiado y subió hasta su pierna haciéndola soltar un par de gemidos ahogados.

— Por favor Alpha, prometo ser una buena Omega. ¡Está quemándome! — Jadeaba. — Prometo traer al mundo a todos sus pequeños cachorros y amarlo con todo mi corazón, pero por favor. — Sollozó, perdida.

— Prometo amarle y cuidarle hasta la eternidad... Por... Por favor. — Pidió con necesidad, pero la lengua del Alpha, y su aliento tibio sobre su intimidad la hicieron callar y ver la gracia de los dioses, aquella enorme lengua húmeda le proporcionaba espasmos que no había sentido antes.

Mi Paraíso Contigo. © Where stories live. Discover now