Final.

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— ¿Es una princesa? — Preguntó el Rey casi sin aliento a una de las servidoras que le anunciaba las noticias en los pasillos, fuera de sus aposentos, la servidora volvió a asentir con una enorme sonrisa. Ya todas las servidoras salían de la habitación aliviada porque el parto de la Reina no se complicará, y que todo hubiera salido bien por gracia de los dioses.

— Así es Majestad — Lucius no podía creer la noticia, estaba seguro que su hija olía a Alpha, era inconfundible.

— ¿Puedo pasar? — Preguntó a la servidora que volvió a asentir.

— Adelante. La Reina está descansando con la cachorra. Él volvió a asentir.

Adentrarse a la habitación fue como revivir la noche en que percibió por primera vez el delicioso aroma de la Omega, recordar aquella hermosa sonrisa que sin querer había cambiado el curso y la historia de una nación. Y ver esos ojos Marrón-Durazno habían sido su completa perdición, justo como lo miraban su esposa en ese momento mientras alimentaba con cariño a su cachorra recién nacida.

— ¿Ya percibió su aroma, Majestad? — El Rey asintió orgulloso en su lugar caminando lentamente hacía sus aposentos donde la hermosa Reina olía a dolor, pero también a cariño y amor incondicional.

— Una Alpha. — Asintió el Rey.

— No pensé que pudieran haber mujeres Alpha. — Admitió la tierna Omega, internamente muy curiosa de su pequeña princesa, que había heredado los hermosos ojos azules de su padre.

— No hay duda que se los pondrá difícil a sus hermanos... — Asintió el Rey. — Quién sabe, quizá hasta quiera Reinar antes que ellos. — La Omega río un poco al ver como el Alpha acariciaba con ternura la pequeña mejilla de la Omega marcándola por primera vez con su aroma a protección y cariño.

— ¿Quiere cargarla Majestad? — Ella podía ver la adoración que su Alpha sentía por su pequeña.

— ¿No será molestia? — Preguntó el Rey.

— Claro que no. — Negó la Omega extendiéndole a su pequeña quién paró de comer en su seno, y abrió aún más sus ojitos para voltear a ver a su padre.

— Es hermosa, tanto como tú. — La Omega sonrió al ver como los grandes brazos fuertes de su Alpha la hacían ver aún más pequeña.

— ¡Majestad! Los príncipes. — Habló la voz de Lateef fuera de la alcoba.

— Hazlos pasar. — Pidió el Rey Lucius. Los pequeños entraron corriendo al sentir un extraño aroma tan familiar y cariñoso como el de sus padres.

— ¡Mami! — Los cachorros se preocuparon hasta el punto de querer gruñir al sentir el aroma de dolor en su madre.

— ¿Está bien? — Preguntó Jahi a su madre, pero su hermano se lanzó con fuerzas al colchón haciéndola reír un poco por la actitud preocupada de sus cachorros.

— Atsu, cuidado. — Gruño su padre al ver que sus cachorros casi le saltaban encima a su Omega. — Mamá está delicada. Van a lastimarla. — Sus cachorros asintieron a su padre y voltearon a ver con preocupación a su madre.

— ¿Mami va estar bien? — Preguntó Atsu a punto de llorar por la preocupación. La Omega dejó salir un par de feromonas cariñosas en el aire para tranquilizar a sus tiernos y protectores Alphas.

— Claro que va estar bien. — Asintió Lucius, sentándose en el colchón con sus cachorros y su hermosa esposa. — Sólo vamos cuidar de ella aún más. Ven esté pequeño cachorro. — Se acercó a sus cachorros para mostrarles a la pequeña.

— Bonita. — Asintió Jahi, quién fue el primero en percibir el aroma de su madre en el pequeño bebé.

— Es como mami. — Asintió Atsu emocionado también.

— Si también es un lindo y hermoso regalo. — Habló Lucius, más la Omega quiso reír al ver como sus cachorros veían emocionados a la pequeña princesa. — Isis. Ese será su nombre. —

— Así sea. — Asintió la Reina con mucho orgullo en el corazón, estaba casi segura que su hija cambiaría muchas cosas en el Reino más adelante, sobre todo porque percibía que sería aún más parecida a su padre, y estaba segura que les daría un par de problemas a sus hermanos.

El Rey Lucius también compartía la opinión de su hermosa y preciosa esposa, pues lo decían los pequeños ojitos azules encantadores de la princesa Isis y esa pequeña sonrisa que mostraba en el rostro a pesar de haber nacido hace poco tiempo.

Porque Lucius aprendió que las cosas habían cambiado en su Reino por eso, por una sonrisa. Por una sonrisa de la persona indicada. De la persona correcta, aquella que lo merecía todo, pero no reclamaba nada, aquella que decidió quedarse y amarlo con el corazón a pesar de haberle fallado, y aquella a la cual cumpliría todas sus promesas en esa vida y las siguientes.

Lamento haber estado ausente en los últimos capítulos, no me sentía muy bien como para escribir.

Espero leernos en futuros proyectos mis lindas y lindos lectores, de verdad los apreció. Gracias por cada voto y comentario saben que eso me ayuda a compartir la historia con más personas.

Confio también en que hayan disfrutado la novela tanto como yo disfruté y amé en el alma escribirla. Se ha convertido en una de mis favoritas, lo digo con sinceridad.

Los amo muchísimo, y recuerden sonrían más ;) ❤💕🤗

🔥❤ L&N ❤🔥

Mi Paraíso Contigo. © Where stories live. Discover now