38. Son mis cachorros.

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— ¿Eso es cierto? — Lucius estaba siendo vestido por muchas doncellas para la ceremonia Real de coronación, en la que tenía que hacer un compromiso con su pueblo.

— Lamentamos la noticia Majestad. — Los hombres de Khalid se inclinaron por ser los portadores de malas noticias.

— La señora vestía túnicas con su aroma e incluso él llevaba a uno de sus cachorros en sus brazos. —

Las noticias habían desechó las esperanzas de Lucius porque aquello verdaderamente fuera mentira. Su corazón parecía volver a verse envuelto en soledad y vacío, la corona la había conseguido para su Reina, no para sí mismo, no era un Alpha merecedor del trono si no tenía a una Reina digna con él, y él pensó que Nephthys había sido la mujer correcta, pero sólo quizá está vez los dioses se habían equivocado.

— Gracias por el informe. — Alcanzó a decir, cuando se vio con todas sus vestimentas para la ceremonia, decidió salir del salón con la frente en alto. Khalid que había estado ahí y escuchado todo agachó su cabeza, había notado en la mirada fría del General ahora Rey que algo había cambiado.

— ¿Qué piensa hacer Majestad? — Le preguntó Khalid con curiosidad, siguiendo su paso.

— Quiero a mis cachorros, puede que haya huido, pero son míos. Tráiganlos. — Ordenó sin más, porque era lo que más deseaba, a además de ver a la Omega eran sus cachorros, eran suyos después de todo.

— La ley dicta que debe condenarlos por adulterio. — Habló Menwi quién estaba también en el pasillo. — Majestad, sabe que sólo deseó lo mejor y servirle sólo a usted. Ellos deben morir, los dioses así parecen susurrarlo. — Lucius volteo a ver a su prima y tomó su quijada con fuerza molesto.

— Tú no escuchas sus susurros Menwi. — ¿Eso es cierto? — Lucius estaba siendo vestido por muchas doncellas para la ceremonia Real de coronación, en la que tenía que hacer un compromiso con su pueblo.

— Lamentamos la noticia Majestad. — Los hombres de Khalid se inclinaron por ser los portadores de malas noticias.

— La señora vestía túnicas con su aroma e incluso él llevaba a uno de sus cachorros en sus brazos.

Las noticias habían desechó las esperanzas de Lucius porque aquello verdaderamente fuera mentira. Su corazón parecía volver a verse envuelto en soledad y vacío, la corona la había conseguido para su Reina, no para sí mismo, no era un Alpha merecedor del trono si no tenía a una Reina digna con él, y él pensó que Nephthys había sido la mujer correcta, pero sólo quizá está vez los dioses se habían equivocado.

— Gracias por el informe. — Alcanzó a decir, cuando se vio con todas sus vestimentas para la ceremonia, decidió salir del salón con la frente en alto. Khalid que había estado ahí y escuchado todo agachó su cabeza, había notado en la mirada fría del General ahora Rey que algo había cambiado.

— ¿Qué piensa hacer Majestad? — Le preguntó Khalid con curiosidad, siguiendo su paso.

— Quiero a mis cachorros, puede que haya huido, pero son míos. Tráiganlos. — Ordenó sin más, porque era lo que más deseaba, a además de ver a la Omega eran sus cachorros, eran suyos después de todo.

— La ley dicta que debe condenarlos por adulterio. — Habló Menwi quién estaba también en el pasillo. — Majestad, sabe que sólo deseó lo mejor y servirle sólo a usted. Ellos deben morir, los dioses así parecen susurrarlo. — Lucius volteo a ver a su prima y tomó su quijada con fuerza molesto.

— Tú no escuchas sus susurros Menwi. —

— Pero si hablo con ellos, ellos me han escuchado. Les pedí porque supieras de una vez la verdad y ahora está visible ante tus ojos. — Decía la princesa con la mirada gacha, el Alpha sangre pura suspiró.

— Menwi ve a tu lugar. — Decía él caminando para recibir ante los dioses la corona, una que significaba compromiso.

(...)

Cuando la ceremonia de coronación terminó fiestas hubieron en todo el Reino, Lucius no estaba de humor ni siquiera para el banquete que se estaba ofreciendo en su honor.

— ¿La cena no es de tu agrado, Gran Rey? — Preguntó Epi a su sobrino.

— No se trata de eso tía. — Negó Lucius con una sonrisa falsa, se quitó la corona pues estorbaba y la dejó en la mesa, se levantó un momento lejos del bullicio, de la música y las mujeres que habían sido llamadas para él.

— ¿Es la Omega, verdad? — Epi llegó a su lugar para hacerle compañía.

— Son mis cachorros. — Negó, pero era claro su dilema.

— Y tú Omega. —

— Ya no es más mía, al parecer. —

— Eso tú no lo sabes hijo. —

— Pensé que le había dado todo, pensé que había sido un Alpha honorable. Pero ahora sólo me siento como un Rey muy miserable. — Epi asintió y observó a su hija que bailaba al otro lado del salón con otras mujeres entreteniendo a sus invitados como era la costumbre.

— Deberás tener una Reina tarde o temprano, y sabes que mi hija ha sido criada para eso. — Le apuntó a Menwi. — Como tú tía tengo la idea de lo que necesitas. — Lucius volteo y por más pudiera admitir la belleza deslumbrante de su prima, la belleza arrolladora de su esposa inundaba sus pensamientos.

— Lo tomaré en cuenta. — Asintió el nuevo. Epi asintió dejándolo al fin sólo, y el Rey observó la Luna y las estrellas se miraban realmente muy tristes y vacías como él mismo.

(•••)

— No pueden hacer esto. — Se negaba Nephthys asustada al ver a los soldados que los habían rodeado y estaban intentando arrebatarle a sus cachorros.

— Son órdenes del Rey. — Decía el soldado. Lateef no tuvo más remedio que sacar su espada, y blandirla seguro, colocándose frente a la doncella y la mujer del General.

— Sobre mi cadáver, el General Lucius arderá en ira cuando se enteré de lo que intentan hacer, y los dioses van a demandárselo. — Los soldados se vieron entre sí, y Khalid que había permanecido alejado prestó atención y decidió acercarse.

— ¿En dónde han estado que no se han enterado de las noticias? —

— En la montaña rocosa. — Confesó Kyla al ver que era un hombre de Lucius.

— ¿El General regresó? — Preguntó con mucha alegría en la voz de la Omega quien beso a su cachorro en su pecho para tranquilizarlo pues inconscientemente quería gruñir, así como el que llevaba envuelto en una manta fuerte a un costado.

— Hace una Luna llena. — Los ojos de Nephthys brillaron de la emoción.

— ¿Él está bien? — Khalid no entendía el por qué la Omega se interesaba tanto en el Rey si había huido con Lateef.

— Así es. Sólo tiene un brazo roto que no está curando bien. — Ella se preocupó de inmediato.

— Vamos a verlo. — Dijo de inmediato y Khalid asintió antes que los soldados abrieran la boca.
No entendía lo que pasaba, pero lo intuía, los servidores del palacio de Lucius habían sido amenazados y desaparecidos, y el mismo General Khalid no consideraba que los dioses le dieran un regalo al Rey Lucius sólo quitárselo.

Nephthys sonreía de oreja a oreja sus plegarias habían sido escuchadas y por fin tenía noticias de su Alpha, de su esposo y padre de sus hijos.

Khalid pidió un carruaje para la Omega y su amiga, ambas tenían el aroma de Lateef en su cuerpo, pero no parecía ser con otros propósitos que no fueran protección.

Ambas subieron al carruaje y Lateef se sentía aliviado de que por fin su misión había casi terminado, entregarle la esposa al General era su misión, ella estaba sana y salva así como sus cachorros.

La Omega se sentía muy nerviosa y emocionada de repente, alimentaba a uno de sus cachorros en su pecho mientras se aseguraba que estuvieran a gusto y limpios, sus cachorros regordetes harían sentir a su Alpha orgulloso y esperaba poder por fin ponerles un nombre al honor de su esposo.

Mi Paraíso Contigo. © Where stories live. Discover now