CAPÍTULO 1.

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Aarón.

Una semana después...

Ha pasado una semana en la cual no sé si Aisley está bien, la espera me mata. No responde mis mensajes, su celular esta apagado y ya llené su buzón de voz, solo necesito saber que el bebé y ella están bien. No quiero perderla, pero no solo es mi decisión por mucho que me duela.

No he sido capaz de ir al bufete y Ninette me ha dicho que hay asuntos que necesitan mi atención. Danielle también ha intentado llamarla, pero pasa exactamente lo mismo que conmigo. Simplemente no responde. Parece que se la hubiese tragado la tierra.

Andrea tampoco sabe en dónde está y parece igual de preocupada. El domingo por la noche Danielle aparece en mi casa y entra a la habitación sin siquiera tocar a la puerta.

— Tienes que salir de aquí. — Me dice cuando toma asiento en la terraza. — Llevas ocho días aquí metido, ¿No piensas ir al bufete? — Simplemente niego con la cabeza y le doy un sorbo a mi vaso de whisky. — Yo también la extraño, ¿Vale? Era más divertido venir a visitarte si estaba ella aquí. — Suspira y se sirve un vaso de whisky. — Tenemos que recuperarla. — Y es lo que más quiero desde el día que la vi marcharse del aeropuerto.

— Danielle, ya no sé qué hacer. Nadie sabe si sigue aquí en Nueva York, si salió de la ciudad o peor aún, del país y necesito saber cómo están. Jamás me había sentido tan impotente, no sé qué hacer. — Suspiro.

— Si le hubieras dicho la verdad antes, esto no estaría pasando y ahora no estaríamos sin ella. — Cruza los brazos molesto y lo miro mal. — Sabes a lo que me refiero, no te pongas celoso a estas alturas. — Pone los ojos en blanco. — No te quedes aquí sentado en la terraza de tu mansión, levanta el culo de esa jodida silla y deja de beber whisky, ¡Ve a buscarla! Pero yo no iré contigo, aún me duele la bofetada que me soltó en el aeropuerto. — Se me escapa una leve risa. — ¿Aún tengo los dedos marcados? — Se gira para que le vea la mejilla. — Tenemos que hacer algo. — Asiento, pero el problema es que ninguno sabe que más hacer. — ¿De casualidad no le pusiste un rastreador o algo así? — Niego poniendo los ojos en blanco. — Eso nos hubiera solucionado todo esto desde hace mucho tiempo, cuando la encontremos debes de considerar inyectarle un rastreador en el brazo o algo así.

— Necesito que me escuche. — Suspiro.

— No te preocupes, cuando sepamos en dónde está te presto un par de esposas para que no se vaya y le ponemos algo en la boca para que no hable. — Y yo quiero ponerle algo a él para que ya no hable. — Es muy buena jugando a las escondidas, pero debimos decirle que nosotros no queríamos jugar. — Esta vez sí se me escapa una carcajada.

Continuamos bebiendo whisky hasta bastante tarde, por supuesto Danielle no cierra la boca ni un momento. Su celular comienza a sonar y aparece el nombre de William Káiser en la pantalla, contesta con el ceño fruncido es demasiado tarde para que lo llame.

— ¿Qué pasa William? — Un silencio. — ¿Cuál doctor? — Otro silencio. — ¿De qué hablas? — Silencio. — ¿Qué quién está en Los Ángeles? — Otro silencio y esto comienza a desesperarme. — ¿Tu hija está ahí? ¿Y a mí para qué me lo dices? — Esta demasiado ebrio y le quitó el celular para ponerlo en altavoz.

— William, soy Aarón, ¿Qué pasa?

— Eso quisiera saber yo carajo. Mi hija lleva una semana metida en su habitación y no quiere salir, la tenemos que obligar a comer, ¿Qué carajo pasó? — Suspiro aliviado, al menos ahora sé en dónde está. Le explicó todo lo que pasó. — ¡Joder! No se les ocurra poner un pie en Los Ángeles, necesito convencer a Aisley que hable contigo.

UN BESO DE SEDUCCIÓN. (TS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora