CAPÍTULO 33.

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Aarón.

En cuanto Sophia entra al despacho Aisley se tensa y sé que la está mirando de arriba a abajo pensando lo peor de ella.

— Buenos días doctor. — Me dice con la sonrisa que la caracteriza.

— Buenos días Sophia.

Ella es una de las alumnas que el rector de Columbia envió meses atrás para que trabajarán aquí. Es una excelente estudiante, pero también una excelente asistente legal.

— Sophia, ella es Aisley Káiser. — Le estrecha la mano, pero Aisley le sonríe falsamente. — Sophia es mi asistente legal. — Ahora menos le gusta.

— Sophia Bailey. — Sus ojos bajan hasta su mano y obvio al anillo de compromiso. — Doctor, tengo algunas cosas que mencionarle sobre el juicio de mañana.

— ¿Necesitas a Mariana? — Me pregunta Aisley y niego. — Vale, les pediré que vayamos a tomar un café y te dejo trabajar.

— Cane no vino con nosotros. — Le recuerdo y me pone los ojos en blanco. — Aisley, no vas a salir sola de este edificio.

— No voy a salir sola, Mariana y Susan van a ir conmigo. — Dice con ironía y alzo una ceja.

— No uses eso tono y no vas a salir sola. — Suelta un bufido.

— La prensa ya no nos está siguiendo y lo sabes. Puedo salir sola. Dame las llaves de tu auto. — Extiende la mano.

— No vas a salir sola. — Le repito y me mira entrecerrando los ojos. — No me mires así. — Me hace un puchero con la boca. — Eso no va a funcionar ahorita.

— Llama a Cane don controlador. — Había olvidado que Sophia estaba aquí y se revuelve incómoda.

— No te atrevas a irte del edificio antes de que llegue. — Abre la boca y sabía que eso era lo que tenía pensado hacer. — Aisley. — Le advierto y suspira antes de levantar la palma de la mano.

— Vale, lo prometo. — Me da un suave beso y rodea el escritorio. — Un placer conocerte Sophia. — Por supuesto no es verdad y reprimo una carcajada. Luego sale del despacho.

— Lo siento, ¿Qué es lo que tienes? — Es mi asistente legal solo porque no se mete en mi vida personal.

No menciona o mucho menos pregunta algo y solo se limita a pasarme documentos, emails, fotografías que son las pruebas que entregaremos al día siguiente en el juicio.

Pasan dos horas sin que me dé cuenta, hasta que la puerta de mi despacho se abre de golpe irritándome. No me gusta que entren sin tocar.

— Hola papá. — Dice interrumpiendo a Sophia.

De inmediato mi molestia se desvanece cuando veo a mi hijo caminando con cuidado ya que lleva en las manos un porta vasos de Starbucks.

— Hola. — Le sonríe a Sophia. — Ten papá. — Me da uno de los vasos grandes de café.

— Gracias campeón. — Me sonríe y luego se dirige a Sophia.

— No sabíamos que te gustaba, pero te trajimos un cappuccino.

— Gracias, lo necesitaba. — Le da un sorbo y suspira.

Andrei sale del despacho, pero vuelve a entrar con tres bolsas de Starbucks también.

— Compramos croissants. — Nos da una bolsa a cada uno. —¿Cómo te llamas? Yo me llamo Andrei. — Le dice sentándose en mi regazo.

— Me llamo Sophia. Mucho gusto Andrei y gracias por esto. — Le sonríe.

UN BESO DE SEDUCCIÓN. (TS #2)Where stories live. Discover now