CAPÍTULO 40.

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Aisley.

Estábamos en el aeropuerto de Los Ángeles esperando a que Danielle y Régine llegarán. Annia viajará con nosotros para terminar con algunos asuntos tanto de la universidad como sus cosas en el penthouse y que después Aarón tendrá que ponerlo en venta. Aún me duele despedirme de mis papás, pero como me lo dijo el psicólogo necesito volver a mi vida normal y haré como si esas horas horribles jamás hubieran pasado.

Al llegar a Nueva York el cambio de clima es completamente notorio, la nieve cubre las calles. Times Square se ve increíble. Aidan parece un osito, no quiero que se enferme por los cambios tan repentinos de clima. El jardín de nuestra casa también está cubierto de nieve y se me ocurre algo. Enciendo la calefacción algo más fuerte para la habitación de Aidan que después de comer se queda dormidito.

— ¡Vamos a jugar en la nieve! — Aarón me mira mal y Andrei comienza a dar saltitos de felicidad. — Pero ve a ponerte algo calientito mi amor. — Le doy un beso y corre a su habitación.

— Estas loca. — Cruzo los brazos y le saco la lengua.

— Vamos, hay que ponernos un abrigo, guantes. — Lo empujo, pero no se mueve ni un centímetro. — Mi amor, vamos. — Le hago un puchero con la boca y siempre funciona.

Me pongo un abrigo y gorro rosa con guantes y una bufanda blanca. Aarón se ve guapísimo con un abrigo azul, una bufanda negra y guantes de piel también negros.

— ¿Están calientitos? — Meto la mano en sus guantes y si lo están.

Salimos de la habitación y cuando entramos a la de Andrei está poniéndose sus guantes con el escudo del Capitán América, una chamarra muy gruesa roja, unos pants azules y un gorro blanco. Intento levantarlo, pero pesa mucho y mejor no lo hago.

— Te amo mi amor, ¡Vamos! — Su sonrisa se hace más amplia y ambos le sonreímos a Aarón.

— Ya, ya, ¡Vamos! — Levanta a Andrei y salimos al jardín.

— Diviértete mi amor. — Comenzamos a lanzarle bolas de nieve. — Vivías en Rusia, ahí hace mil veces más frío que aquí, ¿No me digas que nunca jugaste en la nieve con tus hermanos? — Cruzo los brazos y sonríe.

Pasamos un par de horas entre nuestras carcajadas, esto es todo lo que necesitaba para olvidar el terrible día de ayer. El próximo invierno quizá Aidan ya vaya a caminar y sé que le va a gustar la nieve. Pero por ahora, con ver a mi niño precioso feliz lanzándole bolas de nieve a su papá es una bocanada de aire fresco. Los tres tenemos la nariz roja por el frío.

— Te amo mamá. — Me abraza y pega su fría mejilla a la mía, la próxima semana regresará al colegio.

— Yo también te amo cariño. — Aarón nos levanta a ambos esta vez sí con un poco de esfuerzo.

— Hay que entrar, hace más frío. — Me deja de pie a mí, pero me abraza por la cintura mientras Andrei rodea su cuello con sus brazos y le da un beso. — Te amo campeón. — Los ojos de nuestro hijo brillan y su sonrisa se hace más amplia.

— Eres el mejor papá, te amo. — El corazón casi se me sale del pecho cuando lo escucho. — Se me olvidó pedirles algo. — Nos dice mientras entramos a su habitación.

— ¿Qué cosa? — Aarón alza una ceja.

— Antes de salir de vacaciones mi maestra nos dijo que cuando regresáramos a clases haríamos una actividad con nuestros papás, en dónde van a ir a platicarnos en lo que trabajan.

Aarón me mira con cara de horror y sé que no le va a gustar ir a un salón de clases lleno de niños entre ocho y nueve años.

— ¿Van a ir? — Nos mira a ambos con suplica en sus ojitos verdes.

UN BESO DE SEDUCCIÓN. (TS #2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant