Capítulo 12: A Tiempo

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Alya y Sabrina estaban caminando por los pasillos después de la misa, se dirigían a sus habitaciones como el resto de las alumnas, cuando cerca de la entrada del dormitorio, divisaron a Adrien. – Alya, ¿Qué no Adrien estaría con Marinette? – preguntó Sabrina. La morena asintió. – Quizás se dirija hacia allá – respondió Alya. Algo no cuadraba del todo en la mente de Sabrina. – Vamos – dijo a Alya jalándola del brazo. – Adrien – le dijo Sabrina. El rubio volteó extrañado. - ¿Qué quieren? – preguntó sin interés. - ¿Dónde está Marinette? – preguntó Alya. Adrien alzó los hombros. – No soy su niñero para andar tras ella – respondió duramente. – Tú la citaste, debes saberlo – le dijo Sabrina. Adrien arqueó la ceja. - ¿Qué? ¿Citarla? – preguntó con confusión. Las chicas asintieron. – No veo a Marinette desde la semana pasada, no he hablado con ella – respondió Adrien. – Entonces – comenzó a decir Alya. - ¿Qué demonios pasa Alya, es una broma? – dijo bajando del caballo.

Marinette recibió una nota tuya después de la misa, se verían en el área cerca de las aulas abandonadas – le explicó Sabrina. – Pero yo no la cité, ¡maldita sea! – dijo él con desesperación. – Está en problemas, lo sabía – dijo Sabrina preocupada. – Maldición – dijo Adrien dándose prisa en llegar a ese lugar. En un lado, estaba Marinette abrazada a sí misma, recargada en un árbol, con el vestido rasgado y temblando. El chico intentaba jalarla y al parecer, abusar de ella. Ya la había lastimado bastante, pero ella no cedía. – Ven aquí – decía el chico, un alemán llamado Alek de tez morena. – No me toques – le gritaba Marinette. Alek la golpeó nuevamente, dejándola en el suelo. Se posicionó encima de ella y la acarició. – La huerfanita tiene su carácter, coopera lindura – le dijo. Marinette lo miraba con asco y desprecio y le escupió a la cara.

La expresión de Alek era de temer. Marinette ya no sabía qué hacer. El chico intentaba romper más su vestido, dejando al descubierto una blusa color blanco bajo el vestido. "Dios mío, que no pase y si pasa, que sea rápido". Pensaba entre sollozos. Irónicamente, lo único en lo que también pensaba era Adrien, deseaba con toda el alma que llegara y la ayudara. Su cuerpo estaba rasguñado y con golpes, aunque su cara parecía casi intacta. - ¡Suéltala! – escuchó la voz de alguien, que rápidamente le quitó a Alek de encima y comenzaba a golpearlo sin compasión. Marinette ni siquiera podía levantarse, no tenía ni ánimos de voltear, ni siquiera sabía quién la había ayudado, a como pudo, se arrastró hacia un árbol y se acomodó ahí.

Adrien golpeaba al chico sin descanso, pero Alek también se defendía. - ¿Qué? ¿Quieres a la huerfanita para ti, Agreste? – preguntaba el moreno limpiándose la boca pues la sangre salía sin parar. – No la llames así – le dijo Adrien con molestia. Golpes y golpes, hasta que uno de ellos cayó al suelo, al parecer inconsciente. – Marinette – ella se negaba a voltear. La tomaron del brazo para que volteara. - ¡No me toques! – dijo intentando defenderse. – Marinette, soy Adrien – dijo él con dulzura. Ella abrió los ojos lentamente. - ¿Adrien? – preguntó como si no lo creyera. – Pecas, soy yo – le dijo él poniéndose a su altura. Ella sonrió aliviada y se abrazó a él como si su vida dependiera de ello. Adrien la abrazó del mismo modo, con la furia recorriéndolo por dentro por lo que el chico había hecho.

Marinette sollozaba en el pecho del rubio. – Tranquila – decía él acariciándole la espalda. – Tenía tanto miedo – dijo ella entre lágrimas. – Lo sé, lo sé. Perdón por no llegar antes – dijo él. Se separaron. Ella intentaba cubrirse la parte del pecho con sus manos. Adrien se quitó el abrigo que llevaba puesto y se lo colocó a ella. – No tienes por qué sentir pena, ya todo pasó – le dijo él. - ¿Tú no enviaste esa nota verdad? – preguntó. – Alek dijo que tú... lo habías hecho para vengarte por lo del zoológico – dijo ella. - ¿Qué? ¡Marinette no! – le dijo él. – Jamás te haría una cosa así. Estaba molesto lo admito, pero nunca te haría daño – le intentó explicar él. – Me tranquiliza no haber dudado de ti – dijo ella con una leve sonrisa. Adrien le sonrió de vuelta y miró parte de su cuello, sus manos y piernas, con rasguños y leves moretones, además del golpe en su mejilla.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang