Capítulo 79: Feliz cumpleaños

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Septiembre 13 comenzaba con una fresca mañana en la que Adrien despertó emocionado. Su cumpleaños número 23 por fin había llegado. Los últimos años de su vida, esta fecha no había significado mucho, sólo había conseguido que pasara como un día más. 

Pero ahora, todo era diferente. Tenía demasiados motivos para celebrar. Y el más importante, era que Marinette estaba de nuevo en su vida. Tan sólo un par de días antes, habían acordado verse al mediodía para pasar la tarde juntos; y como niño pequeño, eso le emocionaba. 

Amaba pasar el mayor tiempo posible con Marinette. Amaba todo lo que ella era, todo lo que ella le brindaba. Estaba enamorado, quizás más que nunca. Al grado, de no dejar de ver el precioso anillo de compromiso con el que nerviosamente jugaba entre sus dedos. 

Un anillo de oro blanco, con un diamante rosado en el centro y dos pequeños en color blanco. Sonreía con ilusión al recordar que en la visita de ella, años atrás, él decidió llegar a una joyería y contarle al dueño sus ideas para un anillo único y perfecto. 

Ese que representaría el símbolo de la unión formal y oficial ante la sociedad entre los dos. Porque en el fondo, Adrien sabía que con o sin anillo, Marinette le pertenecía. Y él a ella. Y eso nadie iba a poder cambiarlo. 

Seguía recostado en la cama, aún después de varios minutos de haberse levantado. Y aunque la decisión de proponerle matrimonio a Marinette ya estaba tomada, le temblaba todo el cuerpo de sólo imaginar el momento. 

Escuchó un par de ruidos afuera, cosa que se le hizo extraña pues aún era temprano. Se levantó precavidamente, directo al lugar de donde los ruidos provenían, que era el cuarto de lavado y la puerta que daba al patio trasero. 

- ¿Kagami? - cuestionó extrañado. 

Y más extrañado aún, pues Kagami no llevaba consigo las muletas, sino la prótesis que tanto se había rehusado a utilizar.

- ¡Oh! ¡Hola! Buen día - saludó un tanto nerviosa la japonesa. 

- ¿Qué haces aquí tan temprano? - 

- Bueno, yo... salí un momento a tomar aire puro y estoy... ya sabes practicando poco a poco con esta cosa. ¿No te da gusto acaso? - 

Adrien tuvo que tomarse un momento para asimilar todo lo que ella le dijo hablando rápidamente. - Si, si. Claro que sí. Sólo que me tomaste por sorpresa - admitió rascando su cabello con ligereza. 

- Supongo que sí, se nota en tu rostro - bromeó ella aun con los nervios aflorando por cada poro de su cuerpo. - Bien, ah... ¿Te apetece desayunar? - ante la pregunta, el rubio negó con torpeza. 

- No, yo... quería decirte que iré a ver a mi madre. Me iré en un rato más - informó. - Volveré para la cena - quizás podía ser una excusa poco creíble a comparación de la sarta de cosas que Adrien sabía a estas alturas sobre ella, pero también podía resultar ser infalible. Sabía que Emilie no lo delataría. Y menos con Kagami.

Kagami le sonrió, asintiendo lentamente. 

- Está bien. Nos vemos más tarde entonces - 

Adrien se hizo a un lado para permitirle el paso a Kagami, dudando de lo que acababa de pasar. 

No hubo dramas, ni líos. 

Y no hubo siquiera una felicitación o mención sobre su cumpleaños. 

De seguro tiene cosas en la mente con lo de la prótesis o está tramando algo. Pensó. Sacudió la cabeza instintivamente y regresó a su habitación para darse una ducha y cambiarse. Y cerca de una hora y media antes del mediodía, salió en dirección a su antiguo pero muy visitado apartamento. 

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum