Capítulo 9: Pasados: Marinette

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Algunos días habían pasado desde el incidente de Marinette y Adrien, días en los que no se habían visto y ciertamente ella estaba un poco nerviosa por verlo. Le gustaba ver a Adrien, aunque lo reconociera muy a su pesar. El séptimo domingo había llegado nuevamente, Nino y Max le informaron a Marinette que todos saldrían ese domingo incluyéndola a ella, supuestamente el abuelo William se presentaría finalmente ante ellos, él se encontraba en Londres. Emocionada por conocer finalmente al hombre que la adoptó hace casi 3 años, escogió para esa tarde uno de sus vestidos más lindos. Un hermoso vestido azul cielo con algunos olanes blancos, unas lindas botas, su cabello recogido en una cola alta y un broche de finas perlas adornándola. - ¡Marinette! – le dijo Max con emoción, ya estaban por irse.

George vendrá por nosotros – le explicó Nino. Ella asintió y se dirigieron a la puerta. Esperando de igual modo, Luka y Chloe estaban ahí. – Aghh, Dupain Cheng – dijo Chloe con repudio. – Espero no vayas en el mismo coche que nosotros – dijo Luka con burla. Un carruaje se detuvo, una excéntrica mujer en un traje color blanco y negro bajó de él. - ¡Mamá! – dijo Chloe con emoción. - ¡Tía Audrey! – saludó Luka. – Mis niños adorados – dijo abrazándolos. – Nino, Max – saludó. - ¿George no ha venido? Quedamos de vernos aquí al mediodía – los morenos negaron. Tal como si Marinette fuera invisible, Audrey ni siquiera la saludó. La gran dama Bourgeois detestó a Marinette desde el primer día y ese odio creció aún más cuando fue adoptada por los Dupain.

Aún no llega, pero todos estamos listos – aseguró Max. Marinette asintió con una leve sonrisa. Audrey arqueó una ceja. – Tú no irás Marinette, ni siquiera lo pienses – dijo déspotamente. – Es lo que le dije mamá – dijo Chloe tras ella. - ¡Marinette tiene derecho de ir, es una Dupain! – dijo Nino con molestia. – La abuela pidió vernos sólo a nosotros – dijo ella. – Es ridículo que quieras intentar formar parte de nuestra familia Marinette, siempre recuerda tu lugar, niña – dijo Audrey apuntándola con el dedo índice. Marinette enmudeció y la impotencia se apoderaba de ella. – Siempre serás conocida como el capricho de tu "padre" – dijo hiriente entre comillas. – No tienes valor en nuestra familia, ¿se te olvida de donde vienes? Sólo eres un capricho, no lo olvides – finalizó. Marinette apuñó las manos, las lágrimas amenazaban con salir. Recordó las palabras de William en una de sus cartas: No te desanimes, tú puedes. Se tranquilizó. Sonrió levemente al ver a George atravesar el portón. – Buenas tardes – saludó amable. – George, al fin llegaste – dijo Audrey con emoción, pues ni siquiera ella conocía al millonario cabeza de familia.

George la ignoró y se dirigió a Marinette, claramente vio su expresión. Conocía a los Bourgeois perfectamente. – ¿Se encuentra bien señorita Marinette? – preguntó. Ella asintió con algo de pesar. – Marinette no quiere entender que ella no irá, la abuela no la quiere ver – mencionó Luka. – George, ellos insultaron a Marinette – dijo Nino con los brazos cruzados y Max apoyándolo. Audrey palideció, ¿pero que podía hacer un sirviente como George? – Señora Bourgeois, el señor William está al tanto de sus desplantes hacía su hija y me pidió que le recordara que... socialmente, Marinette está muy por encima de ustedes. No tiene derecho a tratarla del modo en que lo hace – la defendió interponiéndose entre la mujer y la chica.

Audrey no dijo nada. George seguía molesto. – Necesito hablar con usted, venga por aquí – Marinette y él se dirigieron a una pequeña estancia dentro del colegio. – Espero que lo que hacen los Bourgeois no la desanime – Marinette asintió. – Nunca cambiaran, ya es normal – dijo intentando reír. – Para evitar problemas, tiene que quedarse aquí – le dijo George. – Creí que por fin lo vería – dijo Marinette sin esperanza. – Señorita Marinette, el señor William no llegará – le confió George. Ella se sorprendió. – Creí que la reunión era para – George negó y la interrumpió. – Es una aburrida reunión y el señor William no está interesado, además, él no considera que sea el tiempo de mostrarse. Me pidió que le entregara esto – le extendió una carta. Ella observó el remitente: William Dupain. – Está al tanto de la petición que le hizo en su última carta y ahí está la respuesta – Ella asintió con una sonrisa.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora