Capítulo 50: Thomas

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Cada día que pasaba, era muy notorio el mejoramiento que había en Thomas. No sólo físico, también mental. Aunque aún no recordara nada de su pasado, estaba más tranquilo. Más feliz y podía comer mejor. Su pierna había sanado casi por completo. Y todo era gracias a los cuidados de Marinette hacia él.

- Entonces, Max es quién siempre hace inventos locos que casi siempre salen mal - dijo el castaño mientras comía. Marinette quien estaba junto a él le contaba un poco de cosas de su vida, cosas que había vivido con Thomas o que él sabía. A ver si poco a poco, recordaba, por lo menos un flash. 

- Así es. Cuando lo conocí se ofreció a llevarme a donde yo vivía. Su auto se descompuso y terminamos en el lago - explicó. Ambos comenzaron a reír. - Me dijiste que él tiene un hermano, ¿cierto? - Marinette asintió. - Si, Nino. Es un poco más centrado, pero también es divertido - 

- ¿Dónde los conociste? - preguntó Thomas. - En el pueblo donde vivía. Se llama Lakewood. Es muy bonito, ¿sabes? Hay mansiones que tienen enormes terrenos de pinos o robles, hay lagos, pequeñas y grandes cascadas - Marinette sonrió tristemente. Pues recordó que Thomas la salvó de morir ahogada precisamente en una cascada. 

- Siempre huele a aire fresco - finalizó sonriéndole. Thomas sonrió de igual modo. - Se oye que es un lugar fantástico, cuando salga de aquí, lo primero que haré será visitar un lago. Hablando de lugares naturales, ¿podría estar un rato en el jardín por la tarde? Sé que ya di mi paseo en la mañana, pero respirar aire puro me hace bien - 

Marinette asintió. - Toma una siesta y más tarde vas, ¿de acuerdo? - la azabache recogió la bandeja con las cosas y se marchó brindándole una cálida sonrisa más. 

Durante el transcurso de la tarde, Marinette se dedicó a atender a sus pacientes como siempre solía hacerlo. Le fue indicado un pequeño descanso y decidió salir junto a Rosita por un helado a la ciudad.

- Te lo aseguro, Marinette. Los niños no me dejaban salir por el resto de los medicamentos, cerraron la puerta con llave y casi tuve que salir por la ventana - mencionó Rosita cuando venían de regreso. - Son niños muy buenos, lo prometo. Sólo que les hace falta conocerte - le aconsejó Marinette.

- Vaya, quien diría que aún sigues viva - mencionó una voz que las hizo detenerse en seco. - Luka - susurró Marinette. - Déjanos solos - le ordenó a Rosita.

- No eres quien para ordenarle - se quejó Marinette. - Tengo que hablar contigo, ¿Se te olvida quienes son los Dupain en este hospital? - preguntó victorioso, cruzado de brazos. - Te espero adentro, Marinette. No tardes - le dijo Rosita con una suave sonrisa e ignorando totalmente a Luka.

- ¿Quién se cree esa idiota para darme la espalda? - preguntó molesto. Marinette comenzó a reír. - Cualquier mujer en su sano juicio estaría feliz de ignorarte. No me quites más el tiempo y sé breve, yo sí trabajo - dijo impaciente.

- Ven, acompáñame - y Luka la llevó dentro del jardín del hospital. - No me toques - se zafó ella. Luka esbozó una sonrisa. - Recuerdo cuando hice lo mismo en Londres. Te arrastré a un lugar apartado, justo como ahora -

- Y yo recuerdo que Adrien te dió una paliza. ¿Sabes? Fue satisfactorio mirar tu cara de terror cuando él bajó de ese árbol - expresó Marinette con una sonrisa.

Luka la miró con molestia. - Seré breve, sigo sin tolerar a gente que tiene tu hedor. Aunque el aroma a hospital cubre tu peste de huérfana pobre -

- Además, mi novia me espera. Traje a su madre por sus medicinas. Es una chica rica de esta ciudad, su nombre es Mirella - dijo con una sonrisa.

Marinette sabía que era el típico noviazgo por conveniencia. Suspiró. - Me interesaría si eso lo hubiera preguntado - mencionó ella. - ¿Por una vez en tu vida dejarás los rodeos y serás claro? ¿A qué viniste, Luka? -

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora