Capítulo 29: Southampton

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Marinette llegó unas horas después al puerto de Southampton, el trayecto había sido algo pesado, pues cerca de esas horas, el tráfico en Londres aumentaba. Sonrió y suspiró con tranquilidad al haber llegado. Ya era mucha ventaja haber salido del colegio y estar ahí. ¿Qué pensarán los demás de mi partida? Era la pregunta que no abandonaba su mente en ese momento.

Se dirigió a una de las oficinas del puerto para la compra de su boleto. - ¿Qué se le ofrece, señorita? - le preguntó una amable anciana. - Quiero un boleto a Estados Unidos, por favor - la mujer la observó de pies a cabeza. - ¿Viajas sola? - preguntó. Marinette se tensó un poco pero asintió. - ¿Qué edad tienes? - la azabache maldijo por lo bajo. - 18 - respondió con seriedad. Si tenía que actuar para que pudiera abordar sin problemas, lo haría.

La mujer la miró extraña, pero no tuvo más remedio que acceder. Además de sus cosas importantes y la ropa, Marinette llevaba consigo sus ahorros. Aquellos que el abuelo le enviaba cada mes, no era tanto como para pagar un viaje en primera clase en el Mauritania, pero no tenía problema en comprar uno de tercera clase. La incomodidad no era su punto débil. Para ella lo importante era regresar, poner nuevamente un pie en su país.

Pagó el boleto y lo guardó. - ¿A qué hora sale el barco hoy? - preguntó. La mujer arqueó una ceja. - Señorita, el barco sale en dos días, tendrá que esperar - respondió algo dura. La azabache se limitó a asentir y salió de ahí. Suspiró al ver los grandes edificios cercanos al puerto, con maleta en mano se dirigió hacia allá. Tenía que buscar un lugar donde quedarse hasta que el barco saliera.

Mientras tanto, en el colegio, la hermana Lena salió en busca de Marinette hacia el puerto, junto a Alya, Sabrina, Nino y Max, tenían que encontrar a Marinette y hacer que regresara. - ¡Date prisa Max! ¡Quizás Marinette aún no sale de Londres! - le dijo Sabrina con desespero. - Sé que Marinette siempre hace locuras, pero esto es demasiado - se quejó Alya. - Esto es lo que un tipo como Adrien provoca - mencionó Nino.

Nino, Adrien no tuvo nada que ver con la decisión de Marinette, no lo culpes por todo. Sólo te falta culparlo porque el cielo se nubla - se quejó el moreno. Y con justa razón, Adrien no era culpable de lo que Marinette había decidido después de su partida. Aunque todos fueran sus grandes amigos, los únicos que sabían de la relación de Marinette y Adrien, eran Max y Sabrina.

Muchachos, tranquilos. No venimos a pelear si no a recuperar a Marinette. Tengo entendido que el próximo barco a América sale en dos días. Podemos preguntar en una oficina y ver si ella compró un boleto, con suerte no se lo venderán por ser menor de edad - intervino la hermana Lena en la tensa situación. Llegaron después al gran puerto. Enormes barcos comerciales eran los que zarpaban esa mañana de otoño.

Una vez que llegaron, la hermana Lena se dirigió con rapidez a la oficina, dónde fue atendida por la misma anciana que le vendió el boleto a Marinette. - ¿Marinette Dupain Cheng? Si, compró un boleto hace unas horas - mencionó. - Ella es menor de edad, ¿Cómo puede venderle un boleto a u a niña? No puede viajar sola - la anciana alzó los hombros. - Ella dijo que tenía otra edad, lo más seguro es que se hospede en uno de los hoteles cercanos hasta que el barco zarpe, aún puede hallarla -

La hermana Lena salió de la oficina e informó todo a los chicos. - Si se hospeda en algún hotel, lo más seguro es que ande por aquí, ¡vamos! Marinette no resiste quedarse encerrada - dijo Alya con ánimos. Se dividieron por distintas áreas aledañas al puerto, buscando y preguntando en cada hotel al que llegaban. - Sabrina, tú ve por allá - le indicó Alya. La pelinaranja asintió no muy convencida. - ¿Ocurre algo? - Sabrina negó. - Na-nada, sólo deseo que la encontremos -

Lo haremos, busca por esa calle - indicó. Sabrina se dirigió a un pequeño y modesto hotel. Entró y en la recepción había un hombre mayor. - Buenos días, me gustaría saber si hay una persona hospedada en este hotel, es mi amiga - el hombre la miró extraño. - Quien se hospeda aquí es confidencial, señorita - exhaló el humo del cigarro que fumaba. El hombre la miró de manera extraña y Sabrina sabía por qué. Rodó los ojos y sacó un billete de su bolso y lo extendió a él.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Where stories live. Discover now